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El Telégrafo
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Obstáculos para tocar al Cristo del Consuelo no menguaron la fe

Obstáculos para tocar al Cristo del Consuelo no menguaron la fe
30 de marzo de 2013 - 00:00

En una mañana que, a las 06:30, amenazaba con ser soleada, pero que con el transcurso  de las horas se  nubló, miles de católicos participaron en la peregrinación más popular de Guayaquil, que partió de las calles Lizardo García y la A.  

En la procesión del Cristo del Consuelo, donde cada año hay muchos afectados por la conglomeración (hasta las 10:00 hubo alrededor de 20 atendidos por asfixia y deshidratación), ayer se evidenciaba que a pesar de que no se podía ver ni tocar la tradicional estatua no menguaba la asistencia.

La escena de Milton Villón sacándose los zapatos, para quedarse descalzo en un piso de 31 grados centígrados, simbolizaba la devoción que siente por la imagen. ¿Para qué hace eso? “Por la fe. Dios me ayuda después”. Villón asegura que hace tres años pidió en la procesión que su hijo, que no trabajaba ni estudiaba, sea más productivo, lo cual se le cumplió. “Era un vago. Pero ahora tiene trabajo y una familia. Eso lo hizo Dios”.

Mientras pasaba la extensa caravana, cuyo recorrido en promedio se prolongó  hasta el mediodía, los moradores desde las ventanas la siguieron con la mirada.
Otros prefirieron vivir la experiencia de otra manera. Antonio Montoya adquirió hace cinco años una cruz de madera de 1,90 m. para cargarla. ¿Por qué hace eso? “Devoción, por la salud, por el trabajo, por la familia”, resume Montoya, quien solo una vez pudo tocar el Cristo. “Es difícil hacerlo”.

En la multitud de católicos, según estadísticas del censo nacional asciende al 80%, así como los creyentes, abundaron los comerciantes, algunos vendieron hasta palmas de cera, que está prohibido.

No obstante, hubo vendedores que cumplieron la función de comerciante y devoto. Jacinto Aguirre, en un triciclo para personas con discapacidad, recorrió la procesión en su vehículo, que en la parte de atrás transportaba 24 botellas de agua personales para la venta. ¿Por qué está allí? “Por la salud”, responde, quien a causa de la polio está postrado en el vehículo. “Pero puedo pararme”, confiesa quien atribuye eso a Dios.

Sin embargo, por primera ocasión, antes de que la procesión llegara a la iglesia,  aguardaba un grupo de evangélicos que -con carteles- calificó de idolatría la manifestación católica. La Policía Nacional intervino para evitar altercados y retirar a los evangélicos.

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