Cuatro décadas atrás, los hooligans ingleses eran el azote del fútbol europeo. El continente los repudió a partir de Heysel, una tragedia provocada por la maldad y la violencia de los radicales venidos de los más bajos fondos de Liverpool. 

Treinta y nueve muertos se registraron aquella tarde de mayo de 1985. El fútbol inglés fue sancionado con cinco años de expulsión de las competiciones europeas.

Dentro de la Gran Bretaña hubo que esperar otra tragedia, Hillsborough, para que el régimen de la Baronesa Margaret Thatcher acatará el informe Taylor y así vaya desmontando la gran estructura de violencia que aquejaba al fútbol de las islas.

Pero ahora estamos en la estación Krusky de Moscú, a punto de abordar un tren hasta Nizhny. Son las 07:00 y los ingleses son mayoría en el convoy. Van a ver a su selección frente a Panamá, en la Copa del Mundo de Rusia 2018.

Tras décadas de cambios, el hooliganismo dejó de ser la principal cara del fútbol inglés al mundo. Hoy, si bien superviven conflictos de pandillas y pendencias entre grupos radicales, la realidad dicta que los estadios de la Premier League son los más seguros de Europa.

No hay imágenes amenazantes. El prototipo del hooligan (gordo, calvo, enorme, gritón, borracho, valiente en grupo) no asoma por ningún lado. Nadie canta himnos de guerra como "Rule Britannia" o "Three Lions on the shirt" en tono de amenaza o se forman grupos intimidantes con el Union Jack amarrado al cuello, cual capa.

La realidad es que los ingleses no son ni más ni menos agresivos que otros hinchas. Diría, incluso, que más escandalosos resultaron marroquíes y portugueses. Las invitaciones a pelear en grupo, los cantos guerreros y las reivindicaciones políticas y territoriales (esas refriegas con las barras bravas argentinas por Malvinas en otros mundiales eran memorables) no tuvieron lugar en Nizhny.

Sin embargo, la estética hooligan se mantiene. Pantalones cortos, piernas, brazos o espaldas con enormes tatuajes se pudieron ver en la previa de Inglaterra - Panamá. Por ahí hasta se oye algún coro estridente desde la tribuna sur del estadio. Pero nada más allá de eso, es un día de alegría y fútbol y nadie quiere que sea lo contrario.

Inglaterra somete 6-1 a Panamá, los goles de Stones y Kane hacen vibrar a los británicos. Hay más expectativas que hace cuatro años, pero menos que las que tienen para Qatar 2022, cuando cosechen la siembra de los campeones mundiales juveniles Sub 17 y Sub 20. Eso ya vendrá, hoy celebran la clasificación sin violencia, porque a los hooligans ya no los extraña nadie, ni los ingleses. (O)