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El Telégrafo

La élite mundialista

La élite mundialista
08 de julio de 2018 - 17:34 - Esteban Ávila

Los cuatro mejores equipos del Mundial ya están a consideración de todos. Su méritos para arribar a esta instancia han quedado expuestos en el campo de juego, más allá de determinadas circunstancias como las clasificaciones croatas en definición por penales. ¿Qué podemos esperar en las semifinales? Creo conveniente enumerar méritos y falencias de Francia, Inglaterra, Bélgica y Croacia.

FRANCIA. El equipo más opcionado para llevarse la corona, veinte años después de su triunfo en el Mundial que organizaron. El equipo de la migración, el de la primera generación nacida en suelo patrio, un hecho que bien valdrá investigaciones y crónicas más profundas que el dato que cito. Antes de Rusia 2018, los analistas publicaban que Francia tenía capacidad suficiente para armar tres equipos con competitividad mundialista y eso ha sido evidente. Liberado de escándalos personales, el cuadro galo se apuntala con Hugo Lloris (acaso el mejor meta del torneo), Rafael Varane (los estragos de su suplencia en el Madrid no asoman en Rusia), Ngolo Kanté (orden y voluntad en el medio sector) y la magia cuasi adolescente de Kylian Mbappé. Francia casi no ha pasado apuros para llegar a esta instancia.

INGLATERRA. Los inventores del fútbol se plantearon, no hace mucho, ser tan protagonistas como su historia y su Premier League lo exigen. Y el proceso -del que habrá que hablar en su momento- viene rindiendo frutos. Son dobles campeones mundiales juveniles (Sub 17 y Sub 20) y en Rusia tienen la oportunidad de lograr un tridente inédito. Comenzaron vacilantes, en cuanto a resultados, con esa victoria estrecha 2-1 sobre Túnez, resultado que oculta la valentía y el ardor de los africanos. Harry Kane se lleva las palmas y es el candidato eterno al gol en mancuerna con Raheem Sterling. Con Jesse Lingard y Dele Allí tienen un medio sector menos llamativo que el francés. La línea de tres posterior (Maguire-Stones-Walker) es eficiente, tanto como el golero Pickford. Llegarán a la final, pero sucumben con los franceses.

BÉLGICA. Otro equipo que se nutre con los hijos de la migración. Confirma, simplemente, lo que mostró en Brasil 2014, cuando volvieron a los Mundiales tras dos torneos de ausencia. Hay un proceso vigente desde hace quince años con este equipo, al cual el DT español Roberto Martínez le ha dado una fisonomía respetable. Compañeros de grupo de los ingleses, protagonizaron uno de los momentos cumbres del Mundial tras remontar con agonía a Japón en octavos. En cuartos, cuando enfrentaron a Brasil, tuvieron un segundo tiempo de sofocones, apenas superado gracias a Thibaut Courtois, heredero de esa vieja tradición belga en la portería, la de Piot, Pfaff y Preudhome. Vincent Kompany es el líder del trío defensivo y habrá que ver si Martínez vuelve a confiar en el experimentado Fellaini en el medio sector. Adelante, hay explosión pura con Hazard, Bruyne y, sobre todo, Lukaku. El de sangre congolesa es tan bueno con pelota como sin ella. Gran Mundial.

CROACIA. ¿La sorpresa? Ellos siempre están, son herederos del tesón y el rigor de la vieja Yugoslavia, cuya bandera futbolística sigue flameando gracias a este equipo que recién apareció en la consideración internacional cuando bailó a Argentina. Han superado las fases de octavos y cuartos con agónicas victorias en el punto penal, con un protagonismo intermitente de Luka Modric, su jugador insignia. Es el más colectivo de los cuatro, pues su independencia de la figura máxima ha quedado demostrada. Modric ordenó y sostuvo el equipo frente a los rusos, pero la ejecución corre por cuenta de Mandzukic. No es tan espectacular como los otros convidados, pero ha hecho un Mundial inolvidable corriendo por el lado de la sombra. (O)

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