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El Telégrafo

España, el dolor de ya no ser

España, el dolor de ya no ser
03 de julio de 2018 - 16:00 - Esteban Ávila

El sueño español se terminó. Sudáfrica 2010 es un recuerdo cada vez más añejo y superado por las dos últimas Copas del Mundo, donde la Furia Roja dejó de ser protagonista. En Brasil 2014, estrenando la corona y con la base del equipo que deslumbró al planeta, se quedó en fase de grupos. En Rusia 2018, la eliminación en octavos ante el equipo local fue el epílogo de un desastre que empezó con la tan abrupta pero justificada salida del DT Julen Lopetegui, horas antes del inicio del torneo.

Precisamente, el cambio de técnico habla de la situación actual de un medio futbolístico que ha sido canibalizado por el protagonismo de sus dos equipos principales: Real Madrid y Barcelona, Barcelona y Real Madrid.

El hecho sorprendió al mundo: Lopetegui fue anunciado como nuevo DT del Madrid en plena previa del Mundial sin ningún reparo ante la coyuntura tan delicada del seleccionado, que ya concentraba en Rusia. Luis Rubiales, jugador de discreto pasado y hoy presidente de la Real Federación Española, decidió su despido inmediato, del que no se arrepintió ni siquiera tras la eliminación.

¿Es acaso un club más importante que la selección? El caso español prueba que sí. Según Roberto Castro, periodista especializado en fútbol internacional: “Hay una concepción que ha convertido al clásico español en un paradigma de este deporte, alimentada por el poder financiero de estos clubes. Hoy, Madrid y Barcelona protagonizan un absolutismo en el que, incluso, han llegado al punto de negar el colectivo para ensalzar solo el valor individual. Eso opaca todo, incluso el valor supremo de la selección”.

Y este modelo ha devorado al fútbol español. La liga es un campeonato aburrido y predecible, donde el nivel no ha crecido de la mano de la magnitud de sus dos  grandes protagonistas. Los nuevos nombres, cumplidores y con fuste, no están a la altura de los que florecieron a la hora de la cima. Y la mano paternal y rigurosa de Vicente del Bosque, un técnico en las antípodas absolutas de la personajística que hoy exige el puesto, se extraña. Sobre todo después de la actitud de Lopetegui.

El último resabio de la España esplendorosa es Andrés Iniesta. Desde su posición en la banca, poco pudo hacer para evitar el desastre. Ya se retiró de la selección, dejando dudas sobre quién podrá cumplir con su papel tan discreto pero tan importante.

El drama de las portadas de los diarios del día siguiente a la derrota en penales ante Rusia tenía un llamado unánime: volvieron las épocas de los puestos mediocres en octavos de final. Y nada, parece, puede detener esa tendencia. (O)  

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