El vodka es Rusia en una botella. Citar su nombre, en cualquier lugar del globo, remite a las estepas nevadas, a los inviernos crudos, la belleza imperial de San Petersburgo o la grandiosidad de Moscú. Tan importante es su papel en la sociedad del país sede del mundial, que incluso es considerado producto de primera necesidad y los vaivenes de su precio son motivo de noticia.

Algo de tiempo permite llegar hasta el hotel Ritz Carlton para un aperitivo en la hora del almuerzo. El bar de este establecimiento se especializa en la preparación de cocteles alrededor del vodka. No es lo más tradicional, porque "el vodka mezclado con jugos es para señoritas", suelen decir con connotación machista los rusos más viejos. Las guías de turismo recomiendan probar el Russian Spring Punch, un cóctel que mezcla vodka, crema de cassis, crema de frambuensa, jugo de limón y champan. La experiencia del sabor es grata, pero poco tiene que ver con los sabores tradicionales de la bebida y su consumo está dirigido al público más joven e internacional, que son los que acuden a este tipo de establecimientos.

Una experiencia más tradicional nos espera en el Sanduny, la banya (casa de baños de vapor) establecida en 1808, toda una institución en el país. Hay que omitir el paso por los baños, pues es una ceremonia larga e ir directamente al restaurante. Ahí nos espera el vodka en su estado puro, en una botella de medio litro que llega totalmente helada, lo que genera que la bebida no tenga un sabor tan fuerte. Sin embargo, pega y pega fuerte. 

Hay que beber en vaso de trago corto, de una sola vez y sin sorbos. El impacto se atenúa con comida. Llegan a la mesa, al mismo tiempo que la botella, platos con pan negro de centeno (diferente al que se vende en Ecuador, con una corteza y una masa más elástica), pedazos de tocino, pescado seco, papa cocinada pelada, pickles y cebollas en salmuera. Eso sí, la "norma" cultural exige que se empiece a comer apenas después del segundo trago.

Si se está solo, se bebe, se come y se mira la televisión, no hay que fijarse en el paso del tiempo. En el caso de los que vienen en grupo, las bromas y la charla son en voz alta. Estallan los brindis, con el tradicional ¡voiozdorovie! (a tu salud) o el ¡poyejali! (adelante). El grupo que está a mi lado, gente de unos 45 años con toda la pinta de haber pasado por el baño de vapor, apenas le dirige una mirada al partido Brasil - Costa Rica que bota la pantalla. Están disfrutando, a juzgar por los papeles que revisan y su alegría, de alguna victoria empresarial o financiera.

El vodka más "suave"tiene una graduación alcohólica de 40 grados. Sin embargo, en el mercado hay marcas que llegan hasta los 80, octanaje capaz de llevar al coma a algún inexperto. Los más conservadores consideran que la bebida que merece llevar este nombre es exclusivamente aquella que se fabrica en Rusia, Bielorusia, Ucrania y Polonia. Ante los organismos internacionales está inscrita la denominación de origen en la casa de la Copa del Mundo 2018. Sin duda, más allá del sabor de este destilado de cereales está la experiencia de su consumo "in situ" y con el ritual tradicional.