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El Telégrafo
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El síndrome posvacacional incide en el estado de ánimo

Después de disfrutar del ocio y el descanso por tanto tiempo, al cuerpo le cuesta abandonar el bienestar y el descanso.
Después de disfrutar del ocio y el descanso por tanto tiempo, al cuerpo le cuesta abandonar el bienestar y el descanso.
20 de septiembre de 2015 - 00:00

Regresar al trabajo después de vacaciones deprime. No es una sensación exclusiva de unos pocos desganados que se dejaron vencer por la pereza o el tedio de la rutina.

La depresión, cada vez que finaliza el período de descanso, puede afectar también a los trabajadores más afanosos, más proactivos.

Después de permanecer dedicados tanto tiempo a disfrutar del ocio y el descanso, al cuerpo le cuesta abandonar el bienestar para someterse a las exigencias laborales.

Para muchas personas ese regreso al trajín diario llega a ser traumático, y es lo que se denomina como el síndrome posvacacional y como todo trastorno tiene unos síntomas determinados: ansiedad, dolores musculares, insomnio y depresión.

Cuando estos síntomas duran más de 2 semanas, es necesario buscar ayuda profesional y pensar seriamente en cambiar de trabajo, pues evidencia que el que se tiene no se disfruta ni se hace con gusto.

Pedro Pons, consultor español, indica que son pocos los empleados que asumen el regreso al trabajo con optimismo. “Es frecuente que las personas se entristezcan cuando se acaban los días de descanso. Hay una tendencia a idealizar las vacaciones y a pensar en el resto de año como una tragedia”.

El especialista advierte que siempre hay algo positivo de volver a la rutina y es la posibilidad de plantearse nuevas metas.

Aunque la gente ama el descanso, bien merecido, cuando los días de ‘no hacer nada’ se prolongan, las personas también pueden experimentar tedio. Si bien son numerosos los casos registrados en el mundo de depresión y ansiedad en personas que están próximas a retomar sus actividades laborales, hay médicos que consideran que esta alteración es reciente.

Aseguran que no hay investigaciones clínicas que avalen la depresión posvacacional como tal e insisten en que solo se trata de la incapacidad de adaptarse nuevamente a las obligaciones que impone el trabajo.

Varios especialistas en trastorno de ansiedad indican que el síndrome posvacacional en realidad no existe. Es un invento de los psicólogos para darle un nombre a algo que antes se llamaba sencillamente pereza. La psicóloga ecuatoriana Margareth Borniatti, especializada en Brasil, considera que si las personas están a gusto en su trabajo e incluso se divierten haciéndolo, no tendrían por qué sufrir este síndrome. Borniatti dice que siempre recuerda lo que decía el jugador brasileño de fútbol Ronaldinho Gaucho y cita sus palabras: “el día en que ya no disfrute jugar, me retiro, porque yo no trabajo, yo juego y para mí no es una profesión, sino, una forma de divertirme”.

Entonces, a una persona que disfruta de lo que hace —precisa ella— difícilmente le parecerá tedioso volver a su puesto de trabajo.

“Esto ocurre cuando no existe un buen ambiente de trabajo. Es fundamental garantizar un entorno laboral amigable, pero en Ecuador, como en otros países, hay muchos ambientes que no siempre son los más deseables”.

En esas condiciones, es más complicado regresar. Si a este factor, se suman otros, como una excesiva carga de trabajo o la falta de incentivos laborales, entre otros, las personas podrían llegar a presentar depresión, como lo confirma Borniatti. “El simple hecho de saber que llega el lunes y ya tenemos que volver a la oficina, puede entristecer a muchos. Hay personas que suelen deprimirse el domingo en la tarde, porque el descanso del fin de semana está por finalizar. Entonces, podría convertirse en un martirio”.

Hay profesiones que predisponen más a las personas a sufrir este tipo de trastornos como aquellas que tratan, de manera directa, con otras personas, como los maestros, los policías y las enfermeras.

La situación puede agravarse, porque estos profesionales en su trabajo tienen que enfrentarse a problemas graves, lo que supone un cambio más brusco que para el resto. Incluso hay estudios que sostienen que estas profesiones tienen un índice mucho más alto de abandono después del período vacacional”. Los psicólogos explican que la aparición de este síndrome está muy ligada con la motivación y el grado de satisfacción que proporciona el trabajo, como comenta Borniatti.

La depresión que genera el regresar al trabajo, suele manifestarse de forma grave en “los entornos de negatividad en el trabajo, en los que se realizan tareas repetitivas o en los que aparecen jefes iracundos y poco motivadores. Además, realizar largos períodos de vacaciones en vez de dividirlas a lo largo del año también puede propiciar la aparición de este síndrome, ya que se produce un cambio drástico de los hábitos de vida.

Como era de esperarse, los especialistas sugieren concentrarse más en la prevención que en la solución del síndrome. Por esta razón, resulta esencial mantener un pensamiento positivo y ver la vuelta al trabajo como algo bueno y no como una carga. De esta forma, será más fácil reincorporarse a la rutina si se piensa en que se retomarán las relaciones con los compañeros o en valores que generen motivación.

Para anticiparse a la depresión posvacacional, lo más recomendable es volver a los hábitos anteriores unos días antes de incorporarse al trabajo. Eso implica, por ejemplo, levantarse un poco más temprano.

Además, durante las primeras jornadas, es aconsejable madrugar más de lo normal para ir al trabajo sin prisa y retomar las tareas laborales de forma gradual. Ejercitarse y comer sano también hacen más fácil el regreso a la rutina. (ARB)

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