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El Telégrafo
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El sexo no se acaba por un infarto

El sexo no se acaba por un infarto
08 de febrero de 2015 - 00:00

A las personas que sufren enfermedades cardíacas siempre les preocupó mantener una vida sexual activa. Para evitar correr riesgos, muchos prefieren posponer los encuentros románticos y otros simplemente renuncian a tener relaciones para evitar posibles complicaciones en la salud. Hay casos de pacientes que sufren una enfermedad cardíaca severa que consideran razonable aplazar su actividad sexual hasta que su estado se estabilice, pero hay personas que toman la misma decisión aunque su caso sea menos delicado.

Un reciente estudio publicado en el diario The New York Times advierte que muchas personas con insuficiencia cardíaca no están seguras de mantener relaciones sexuales a causa de su dolencia y, con frecuencia, sienten vergüenza de consultarlo con el médico.

A esta preocupación, se suma otra: las personas con insuficientica cardíaca también suelen presentar problemas físicos como la disfunción eréctil y, en otros casos, la dificultad para eyacular o la incapacidad para alcanzar un orgasmo.

Aunque estas personas estén seguras de que renunciar al sexo, es lo más conveniente, hay médicos que aseguran que no deberían hacerlo. Es más, la mayoría de personas con enfermedades cardiovasculares pueden disfrutar de relaciones íntimas gratificantes y duraderas.

En una investigación del Baylor College of Medicine de Houston, en Estados Unidos, un grupo de investigadores afirma que la falta de sexo acarrea consecuencias negativas, ya que a menudo se relaciona con sensaciones de ansiedad y depresión. Para los especialistas no tiene sentido suspender las relaciones, porque la probabilidad de sufrir afecciones cardíacas como dolores en el pecho o ataques al corazón se reduce e incluso desaparece durante el tiempo que dura el encuentro íntimo.

El esfuerzo físico que requiere la realización del acto sexual es, por lo general, de intensidad ligera-moderada y el gasto energético que requiere es similar a caminar un kilómetro en 15 minutos, es decir, la fase previa al orgasmo y subir después deprisa a un segundo piso por la escalera, es equiparable a la fase del orgasmo. De acuerdo con la revista Consumer, si se compara el riesgo que tiene la actividad sexual con otras posibles situaciones que pueden desencadenar un infarto, resulta ser semejante al que supone una crisis de cólera o enfado, y desde luego muy inferior al que se corresponde con el ejercicio físico intenso.

Esto también se puede extrapolar a las personas sanas como a las que tienen problemas coronarios. Está demostrado que el factor que más influye en la prevención de un accidente coronario durante la actividad sexual es la forma física, que depende de la práctica habitual de ejercicio.

Si han transcurrido entre 6 y 8 semanas después del infarto y no han surgido complicaciones se puede reanudar la actividad sexual, siempre con la previa información del cardiólogo.

De acuerdo con el diario El Universal de Colombia, para volver a la normalidad sexual luego de un infarto, lo ideal es cumplir, al pie de la letra, la rehabilitación cardíaca.

En este proceso se entrena al paciente para que cuando realice actividades de mayor exigencia, el corazón pueda bombear 5 litros por minuto. El procedimiento tiene como propósito asegurarse de que cuando aumente la frecuencia cardíaca, en el momento de la actividad sexual, no se produzca una falla en el corazón.

El proceso consiste en entrenar el corazón con ejercicio físico aeróbico para que el latido sea lo suficientemente fuerte como para abastecer todos los órganos que el cuerpo requiere durante el coito.

Otra de las necesidades es realizar una prueba de esfuerzo, que permite saber hasta qué punto una persona puede hacer esfuerzo y si puede hacer el requerido durante una relación sexual.

Los especialistas advierten que si una persona puede hacer el esfuerzo que implica una actividad sexual, lo más conveniente es brindarle tratamiento médico.

Para evitar cualquier contratiempo, los cardiólogos disponen de varios métodos que les ayudan a determinar la salud de sus pacientes antes de que puedan retomar su vida sexual. Es una prueba de esfuerzo llamada Submaximal en la que el paciente hace ejercicio en una banda caminadora mientras está conectado a varios monitores que miden su frecuencia cardiaca y la presión arterial. Si durante esta prueba, la personas consigue realizar 5 minutos de ejercicio moderado se considera que puede tener relaciones sexuales sin ningún problema.

Esta prueba está considerada como una de las exploraciones básicas en la estratificación del riesgo postinfarto. Su principal utilidad, con el objetivo de mejorar el pronóstico, sería la de identificar a pacientes de alto riesgo de eventos coronarios.

Cero estimulantes

Algunos medicamentos indicados para las personas que sufren enfermedades cardiovasculares, pueden afectar la actividad sexual. Se trata, principalmente, de los antihipertensivos (para la tensión arterial), diuréticos (que eliminan exceso de líquidos), tranquilizantes, antidepresivos y algunos medicamentos para el dolor de pecho y arritmias (alteraciones del ritmo cardíaco).

En los hombres puede aparecer incapacidad para mantener la erección (impotencia), eyaculación precoz o falta de la misma. En mujeres puede haber menos flujo vaginal (que hace doloroso el coito) y dificultad o incapacidad para tener orgasmos. Muchos médicos que prohíben a sus pacientes —con problemas del corazón o que han sufrido un infarto— el uso de estimulantes sexuales, porque seguramente ya toman otros medicamentos para el corazón y la combinación puede ser contraproducente.

Después de un ataque cardíaco o una operación de corazón, muchas personas no cambian sus posturas durante la relación sexual. Para algunos, es más cómodo para el corazón del paciente estar debajo de su pareja, pero puede molestarle la zona de la herida de la operación. Algunos especialistas sugieren ponerse de lado o frente de la pareja. De esta manera, se presiona menos la herida y se respira con mayor facilidad durante el encuentro íntimo.

Dr. Rene Vicuna

PUNTO DE VISTA

 

La actividad sexual representa un gasto energético fuerte

René Acuña
Cardiólogo Centro Médico Metropolitano

Todos los miedos y ansiedades que surgen con respecto a la vida sexual se refieren al esfuerzo físico que la actividad requiere, ya que el paciente suele tener miedo a que el coito suponga un riesgo importante para su corazón. Para tranquilidad de quienes padecen enfermedades cardiovasculares, hay que decir que los gastos energéticos durante el acto sexual son similares a los que genera caminar a un paso moderado durante 20 o 30 minutos.

Además, hay que explicar que todo dependerá de la enfermedad cardiovascular y del control que tenga el paciente. En principio, si la persona está controlada puede retomar su vida sexual. Incluso el uso de medicamentos diseñados para elevar la potencia sexual, en especial en el hombre, están permitidos, pero siempre y cuando no tenga ninguna interacción con otros medicamentos. Los problemas surgen cuando los pacientes no están bien controlados y tienen relaciones sexuales frecuentes.

En este aspecto, hay que recalcar que la actividad sexual es un ejercicio físico que ayuda a quemar alrededor de 100 calorías, el mismo número que gastaríamos si caminamos durante media hora. Por esta razón, es considerado un gasto energético fuerte. La frecuencia de los encuentros sexuales dependerá también del estado de salud del paciente. Lo recomendable es que tenga 2 o 3 veces a la semana o quizás una vez al mes. Subir al Cotopaxi o tener relaciones todos los días podría perjudicar la salud de quien ha sufrido problemas del corazón.

Además, desde hace algunos años, es frecuente que los pacientes que acuden a mi consulta me pregunten si pueden retomar su vida sexual. La gente cada vez es más abierta y no tiene reparos en consultarte sobre este aspecto.

Existen casos en que ocasionalmente puede aparecer una angina de pecho durante la actividad sexual lo que podría originar un estado de ansiedad importante. Lo más probable es que esto le suceda a aquella persona que tenga el mismo riesgo cuando realice cualquier otro esfuerzo físico moderado. Si esto llegase a suceder, es imprescindible que lo comunique al médico para su control inmediato.

La prueba de esfuerzo que se realiza al enfermo cardiaco después de sufrir un infarto es una buena fórmula para medir el estado de su corazón, ya que el desgaste energético que esta requiere es superior al de la práctica sexual.

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