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El Telégrafo
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Pescadores que estuvieron casi 2 meses a la deriva en alta mar llegaron al país

Paola Prado (blusa blanca), encargada de funciones consulares de Ecuador en Beijing, asistió a los pescadores.
Paola Prado (blusa blanca), encargada de funciones consulares de Ecuador en Beijing, asistió a los pescadores.
Foto: Cortesía
22 de mayo de 2016 - 00:30 - Redacción Web

Al final, la angustia terminó. Eran las 17:00 del pasado sábado 21 de mayo del presente año, fecha en que diario EL TELÉGRAFO llegó al aeropuerto José Joaquín de Olmedo y preguntó al personal de KLM (planta alta) acerca de la llegada de los pescadores rescatados en aguas internacionales mexicanas, el pasado 22 de abril, cuando fueron asaltados la noche del 2 marzo por unos piratas en alta mar, hace casi dos meses (52 días).

El personal de la aerolínea dijo desconocer detalles sobre el asunto, por lo que la incertidumbre sobre la llegada de los marineros se mantenía.

Continuando la búsqueda, en el arribo internacional (planta baja), como es usual, el tumulto de personas era notorio. Los familiares de viajeros aguardaban a sus parientes de diferentes partes del mundo, entre ellas estaba Liliana Benítez Parrales, que venía de la provincia de Santa Elena. Vestía blusa a cuadros, suéter negro y jean azul. Con evidente ansiedad esperaba a su hermano Carlos Benítez Parrales (28 años), conocido como el ‘Chino’, uno de los pescadores rescatados.

“No sé nada acerca de la llegada de él (Carlos), cuando arribe le daré un fuerte abrazo”, dijo Liliana con un tono de voz quebrantada, mientras sus ojos se humedecían, a pesar de los esfuerzos por contener sus lágrimas.

Liliana contó que personal de la Sección Consular de Ecuador en Beijing, China, se contactó por WhatssApp con familiares para informarles de lo sucedido el pasado 22 de abril, pero la comunicación en teléfonos celulares y convencionales estaba inhabilitada en Manabí, debido al terremoto de magnitud 7,8 registrado en Ecuador el 16 de abril.

Sin embargo, contó Liliana, que días después pudieron contactarse tras recibir imágenes de ellos rescatados. En ese momento los familiares lloraron, pero de alegría.

“Justo en los días de la desaparición, mi hermano cumplía años (17 de mayo)”, rememoró Liliana, cuando esperaba a su familia que llegaba de Manabí para recibir a Carlos en la terminal aérea José Joaquín de Olmedo.

Cuando el reloj marcaba las 18:02 llegó el momento esperado. Un joven, de cabello lacio, con una mochila negra a su espalda y vistiendo un pantalón oscuro surgió de entre la muchedumbre. Era el esperado Carlos Benítez Parrales (25). Acompañado por el personal del Ministerio de Relaciones Exteriores contó su experiencia, durante la cual -según afirmó- llegó a temer que no saldría con vida.

“De todo nos pasó, luego del robo del motor de la lancha, el mar nos alejaba más y más; comimos pescado crudo, pájaros, tomábamos agua de lluvia, coco descompuesto, tortugas, entre otras especies”.

Sobre el movimiento telúrico registrado en Ecuador, Carlos cuenta que su casa sufrió daños por el fuerte sismo y, como es de escasos recursos, hizo un préstamo de 4.000 dólares para arreglar su casa, pero solicita a las entidades o personas solidarias que le brinden ayuda para cancelar esa deuda pendiente de al menos 2.000 dólares.

“Ahora, por el asalto, no tengo cómo mantener a mis dos hijas menores de edad. Creo que por el momento, para solventar mis gastos, me tocará arreglar motos, labor que también hago”.

Retomando la narración de su travesía, Carlos recuerda que en los exteriores de la lancha se formó una lama, la cual atraía a los peces y se acercaban para comérsela, entonces aprovechaban para cogerlos con una red que no se llevaron los piratas. Así se abastecían con ‘sushi criollo’.

En otra anécdota recordó que a veces se lanzaban al mar para intentar refrescar su piel cubierta de llagas por los inclementes rayos solares que los azotaban cada día.

Para comer los pescados, los abrían y los ponían a secar al sol. Sin embargo, Carlos cuenta que hubo ocasiones en que no tenían nada para alimentarse y no les quedaba otra opción que ingerir carne en estado de descomposición.

“Como no había qué comer, nos tocaba alimentarnos con pescados dañados”, explicaba, al tiempo que arreglaba la manigueta de la mochila para salir del aeropuerto.

Carlos y sus compañeros de infortunio vivieron momentos de angustia a merced de los vientos, truenos y relámpagos; incluso pasaron tres embarcaciones y no los auxiliaron. La desesperación y la impotencia los consumía inexorablemente cada día.

“Pensábamos que no íbamos a sobrevivir”, relató Carlos en momentos que abrazaba a su familia.

Sin embargo, hay un contraste en esta historia de supervivencia, por lo que esa versión la contrapone Jorge Mera Anchundia (25 años), conocido como el ‘Chavo’, otro de los rescatados, quien recordó que tuvieron que ayudarse entre los tres en esta travesía. Él, en cambio, aseveró que nunca tuvo miedo de morir. “De que llegamos a nuestras casas, llegamos”, decía con optimismo en el mar el intrépido Jorge.

Otra experiencia digna de resaltar dijo Mera es que la amenaza de un tiburón por arrebatar sus vidas estuvo latente.

Sin miedo a nada, dijo Mera, un cuchillo que afortunadamente no fue sustraído por los piratas fue suficiente para atrapar al tiburón y posteriormente degustarlo.

“Un tiburón nos rondaba, pero lo cogimos, lo matamos y nos los comimos”. Manifestó con naturalidad el osado Jorge, quien al principio evadía a los medios de comunicación, pero ante la insistencia de este diario se decidió a compartir detalles de su aventura.

Mera, oriundo de Jaramijó, Manabí, dice que su casa también se cuarteó por el movimiento telúrico el pasado 16 de abril.

“Vivo con mi mamá y necesito ayuda de personas de buen corazón para poder arreglar mi casita”, expresó a EL TELÉGRAFO el joven pescador.

Entre las personas aglomeradas en el aeropuerto apareció Ramón Benítez (51 años), padre de Carlos, quien agradeció al presidente de la República, Rafael Correa, y a las autoridades gubernamentales por la acogida y apoyo que le brindaron para la repatriación de su hijo.

Sorpresivamente, el padre de Carlos se arrodilló y, llorando como un niño, agradeció a Dios porque su hijo se encuentra vivo. “Pensé encontrarlo muerto a mi hijo, gracias a Dios se encuentra vivo, manifestó mientras secaba sus lágrimas con sus manos.

Según la información proporcionada por la Sección Consular del Ecuador en Beijing, los pescadores salieron a las 13:00 el 2 de marzo del presente desde Pedernales, en cotidianas faenas de pesca, pero ese día, alrededor de las 22:00, unos piratas  les sustrajeron el motor fuera de borda, pescados y otras pertenencias.

Asaltados y a la deriva, la embarcación se desplazó sin rumbo por el mar. Pero el pasado viernes 22 de abril, un buque inglés con destino a Qingdao-República Popular China, los rescató en aguas internacionales de México. La embarcación llegó el sábado 16 de mayo. Fue allí donde se efectuó el correspondiente trámite de repatriación.

El documento detalla que la situación de los compatriotas fue calificada como un caso de vulnerabilidad, por ello, al no disponer de un pasaporte ordinario, viajaron con salvoconductos en la ruta aérea Beijing-Ámsterdam-Guayaquil.

El escrito concluye que luego de la travesía los pescadores presentaban un alto grado de estrés, por no estar familiarizados con otros idiomas ni con los procedimientos de un aeropuerto internacional (migración, transferencias de vuelo, etc.).

Verónica Guevara, asambleísta por Alianza PAIS, mencionó que se hizo la asistencia necesaria y seguimiento del caso. (I)

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