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El Telégrafo
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Grupo de mujeres ve en la montaña la forma de superar sus límites

Son cada vez más los grupos de montañistas que quieren disfrutar de la pasión junto a Yamasacha Warmis, como el proyecto Mamá Uma.
Son cada vez más los grupos de montañistas que quieren disfrutar de la pasión junto a Yamasacha Warmis, como el proyecto Mamá Uma.
Foto: EFE
19 de enero de 2019 - 15:24 - Agencia EFE

Yamasacha Warmis ("Las mujeres de la piedra negra", en quechua) es el primer grupo exclusivo de mujeres de Ecuador que realiza montañismo, que consideran una forma de superar sus límites y defender la igualdad de género y oportunidades.

La montaña se ha convertido para estas andinistas en una amiga, una confidente fiel y en una forma para unirse bajo una misma visión, el amor por el monte, y poder compartir experiencias juntas hasta llegar a no requerir a los hombres en esta disciplina.

Para una de las integrantes, Lia Peñaherrera, el grupo les ha ayudado a identificarse, a darse cuenta de que pueden hacer lo mismo que los hombres.

"Podemos tener mayor seguridad y autosuficiencia en la montaña, y, como yo digo, no hablamos de que las mujeres somos más que los hombres o los hombres más que las mujeres. Eso no", enfatizó.

Por su parte, su compañera Jennifer Mena afirma que caminando demuestran a toda la sociedad que "no hay limitaciones", que estas se encuentran en la mente de cada cual, y que se han dado la oportunidad "de hacer algo diferente" y levantarse sobre las dificultades.

Son cada vez más los grupos de montañistas que quieren disfrutar de la pasión junto a Yamasacha Warmis, como el proyecto Mamá Uma.

En el deseo de Margarita Cajo, ideóloga del grupo, se encuentra el conformar una "familia", que tras seis meses de actividad ha llegado a congregar a unas 80 mujeres montañistas, incluidas madres, hijas o hermanas que comparten el amor por llegar a las cimas de picos como el Guagua Pichincha (4.784 metros), el Cotopaxi (5.897 metros), el Chimborazo (6.268 metros) o el Cayambe (5.790 metros).

Entre ellas, hay muchas aficionadas a la altura que comenzaron a escalar tras sumarse a esta aventura, y otras más experimentadas y curtidas que actúan como monitoras de sus compañeras menos duchas en el arte de la montaña.

"Ellas, con la humildad que caracteriza a este club, han estado dispuestas a ayudarnos, a enseñarnos a las mujeres que hemos empezado desde cero", comentó Mena.

Y lo hacen hasta el punto de ofrecer sus herramientas a estas nuevas escaladoras que carecen de equipo, hasta que puedan comprar por sí mismas todo lo necesario, en un grupo que se autofinancia al cien por cien.

Siguiendo esta filosofía, son cada vez más los grupos de montañistas que quieren disfrutar de la pasión junto a Yamasacha Warmis, como el proyecto Mamá Uma, que busca inculcar en la infancia el mismo amor por la montaña que tienen sus madres y, sobre todo, tumbar barreras que se construyen en torno a la mujer cuando concibe a un hijo.

Estas pioneras del feminismo de montaña buscan que la iniciativa no solo quede en Ecuador y han sido invitadas por la asociación Mujer Montaña, de Colombia, para subir a uno de los picos de ese país juntas.

"Juntas" es la noción que más se repite en las conversaciones con integrantes de este grupo de ecuatorianas, que en su propio nombre tiene un lugar preponderante: "Yamasacha Warmis, caminando juntas".

Esto es así porque van "en grupo, compartiendo, riendo, aprendiendo lo que es el trabajo en equipo y la solidaridad", remarcó Peñaherrera.

Son cada vez más los grupos de montañistas que quieren disfrutar de la pasión junto a Yamasacha Warmis, como el proyecto Mamá Uma.

Entre ellas se apoyan con coraje y cuando una se queda atrás, las demás la esperan hasta que todas consiguen hacer llegar a la meta, que no es la cima de la montaña sino el hogar, los parientes que esperan el regreso de la familiar aventurera.

Por ello, destacan una serie de valores que la montaña les brinda ya que, como asegura Mena, "lo que aprendes en la montaña, lo relacionas con tu vida", como una "escuela, un proceso", pero también se convierte en una amiga a la que le cuentan sus confidencias.

"Vas caminando y te vas conectando, porque uno también en ese camino va pensando las cosas cotidianas y vas encontrando incluso soluciones a problemas o situaciones emocionales que uno va teniendo", confiesa Piñaherrera.

Los elevados riscos, volcanes y cumbres ecuatorianos se convierten no solo en escenarios para compartir experiencias con sus semejantes, sino también en espacios donde encuentran ese momento de calma y conexión con ellas mismas, con su subconsciente.

Pero siempre con la mente puesta en inspirar a otras personas porque, como argumenta Mena, "es maravilloso ser inspiración para la gente, estar haciendo algo por el mundo". (I)

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