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Ganchozo: "Viajé en la séptima expedición ecuatoriana a la Antártida"

“Hace 16 años comencé a construir instrumentos musicales de bambú, tras unos fallos”
“Hace 16 años comencé a construir instrumentos musicales de bambú, tras unos fallos”
Foto: William Orellana / El Telégrafo
06 de febrero de 2020 - 00:00 - Gabriel Moreira

Schubert Ganchozo es el segundo de tres hermanos y representa la tercera generación de músicos y constructores de instrumentos musicales de su familia.

Se inició como folclorista y pasó a la música de composición social y argumental, siendo uno de los pioneros de la música electrónica en el país que también incursionó en las estructuras musicales.

¿Qué representa la construcción de instrumentos musicales?

Siempre ha sido parte de nuestra vida. Años atrás se construían instrumentos que estaban de moda como las bandolas, bandurrias, guitarras, guitarrones, etc...

Hace cerca de 16 años traje a Guayaquil a mi tío, Santiago Ganchozo, para construir instrumentos musicales en caña guadúa y crear la primera orquesta de bambúes del Ecuador, que se llama Macoya.

¿A qué edad construyó su primer instrumento?

Creo que tenía 12 años cuando mi tío me regaló un requinto y desde allí me entró la curiosidad de saber cómo lo construyó. En ese entonces ya tocaba música. Luego en el colegio me desarrollé como tal.

Tras dejar el colegio, ¿cómo fue su estadía en Guayaquil?

Vivía solo, aunque mis padres que estaban en Los Ríos me enviaban dinero. Mi propio dinero me lo ganaba tocando los fines de semana en el barrio Las Peñas, por las noches, ya sea folclor o música protesta que estaba de moda por los años 80. Luego formé algunos grupos folclóricos, como Umbral en la Politécnica, allá por 1985- 1986, cuando grabamos nuestro primer long play que se llamó Umbral.

¿Cómo fue su paso por la música electrónica?

Comencé a estudiar música académica, autodidacta, tuve algunos profesores esporádicos y me metí en la música electrónica. Fui uno de los pioneros en el país en ese género, trabajando con el sistema IBM y las Atari, primeras computadoras con interfases musicales que ingresaban al mercado de América Latina.

¿Es verdad que viajó en una expedición a la Antártida?

Viajé en la séptima expedición ecuatoriana  a la Antártida (allá se encuentra la Base Pedro Vicente Maldonado, que es un centro de investigación).

Viajamos desde Guayaquil en el Buque Orión, que fue el último viaje insignia de ese buque a la Antártida. Yo fui a crear el banco de sonido y de imágenes antárticas ecuatorianas y en mi estadía de 18 días compuse un espectáculo que se llamó La Antártida, la escala humana ecuatorial. A mi retorno se hizo un concierto grande acá, con toda la música y poesía que compuse en la Estación.

Esa travesía me cambió la concepción de la música, ya que dejé de hacer música electrónica y me incliné a la de tipo ecologista.

¿Cómo fue esa experiencia?

Fue una experiencia extrema, radical. La Armada me invitó a ese viaje. Recuerdo que en ese entonces casi perdemos la vigencia de Ecuador en la Antártida porque no hacían expediciones, los Gobiernos de turno no daban financiamiento y casi nos expulsan del grupo de los países antárticos.

Para evitarlo hicimos unos conciertos que se llamaron “Ecuador canta a la Antártida”, los dimos en Quito, Guayaquil y para las entidades del Estado. Por eso se sensibilizaron para invertir en las nuevas expediciones.

Y después, ¿qué hizo?

Hace 16 años comencé a construir instrumentos de bambú, porque en uno de mis conciertos fallaron todos los sistemas tecnológicos en la plataforma del MAAC ante 6.000 personas. Ahí me di cuenta de que los artistas dependíamos mucho de la tecnología, así que decidí desarrollar lo que se llama “tecnologías apropiadas musicales en bambú”. La materia prima, el diseño, la concepción y filosofía es ecuatoriana y con esos instrumentos cantamos nuestra propia música.

¿Alguien de su familia continuará su legado?

Mi señora Ángela Zambrano continúa con la tradición de construir instrumentos musicales. Ella está egresando de la Politécnica en Diseño Visual. Mi hija Amalia Ganchozo, de mi primer matrimonio, es cantante de música popular, mientras que mi nieta Amalita ya toca el violín.

¿Compartirán escenario?

(Sonríe) No sé, aspiramos a que sí. Mi hija inauguró la orquesta de bambú de Macoya y me acompañó durante varias temporadas, cantando y tocando instrumentos, luego ella siguió su etapa de solista.

¿Cuáles de sus temas son los que más le gustan?

Depende del momento en que estoy viviendo. Por ejemplo, en el evento Tonal de Alfaro uno de los temas que más me agrada es “Mi valkiria” y “La oda al General”. Luego en las otras etapas, en cada una de mis producciones hay temas que son mis preferidos, no los olvido, por lo que trato de grabarlos en vivo, ya que no soy músico de estudio, sino de escenario.

¿Proyectos futuros?

Tengo pendiente una producción que se llama Íntimo amorfino, que es una composición sobre el amorfino bonito, elegante, no para bailar, sino para disfrutarlo y decírselo al oído a la persona que uno quiere.

Seguramente en mayo ya lo lanzaríamos y es algo más de cámara, más pequeño, con tres o cuatro músicos, pero que tiene una visión mucho más elegante y romántica del amorfino.

También tengo en preproducción el Neoprecolombino, que es el renacer de los sonidos de las culturas nativas de nuestra región Costa, es un show donde se tocan los instrumentos e interpretan los tonales de las culturas precolombinas. (I)

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