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Robos sacrílegos afectan patrimonio cultural de Perú

Robos sacrílegos afectan  patrimonio  cultural de Perú
04 de agosto de 2011 - 00:00

Víctima tradicional del saqueo de piezas arqueológicas, Perú afronta  el reto de salvaguardar su legado patrimonial religioso ante el aumento de los robos en iglesias y santuarios.

Desde tiempos inmemoriales, este país es víctima de saqueos en sus extensos y numerosos yacimientos arqueológicos, por ahora más de 12.300, e históricamente han sido sus antiguos sepulcros o “huacas” los espacios más depredados, a menudo por los propios lugareños.

Pero la nación experimenta desde hace unos años una nueva tendencia en los robos de sus bienes culturales: los ladrones irrumpen cada vez más en los santuarios, según arqueólogos y la propia Iglesia católica.

“La ola de robos sacrílegos va en aumento y me atrevería a decir que es un dolor de cabeza permanente de la Iglesia”, afirmó Cayetano Villavicencio, ex secretario de la Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia católica y colaborador en un museo de arte del Episcopado.

El año pasado, según cifras oficiales, en Perú hubo 1.000 robos de bienes culturales y el 93% (932 objetos) fueron sustraídos de  capillas, templos o santuarios.

Mientras algunos arqueólogos atribuyen el incremento de hurtos sacrílegos a una pérdida de religiosidad en el país, los círculos eclesiásticos los vinculan con el despecho de sus enemigos o la búsqueda de beneficios económicos.

La platería y especialmente los candelabros son los más buscados, porque estas piezas, extraídas casi siempre de lugares recónditos y carentes de vigilancia, seducen a los ladrones por sus materiales que funden para luego venderlos en bruto en los mercados.

Son objetos a menudo de poco valor artístico, pero de gran carga histórica para Perú, explica Blanca Alva, directora del área de fiscalización y control de bienes culturales del Ministerio de Cultura.

Un reciente caso que mantuvo en vilo a los peruanos fue el robo de una cruz en la  localidad de Motupe, en la costa norte,  antes de la fiesta patronal y que apareció días después partida en cinco trozos y despojada de sus 20 kilogramos de oro y plata. “Hoy existe una banda organizada que ha peinado el país, sobre todo los espacios rurales, y está saqueando  el patrimonio y espacios religiosos”, dijo  Luis Repetto, presidente de Consejo Internacional de Museos.

Los delincuentes no necesitan de la última tecnología para lograr sus objetivos y tan sólo utilizan rudimentarias navajas, porque no hay vigilantes.

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