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La tarde del lunes se confirmó la muerte del actor

Robin Williams y la contradicción de su última escena (Infografía)

Robin Williams y la contradicción de su última escena (Infografía)
13 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Hace un mes Robin Williams ingresó a un centro de rehabilitación como medida cautelar; no porque hubiera vuelto a tener problemas con la cocaína y el alcohol. Por última vez Williams transitó por estos espacios, tras décadas de luchar contra las adicciones y la depresión.

El hombre que llegó a la pantalla como un alienígena en traje rojo, salpicando gracia en la comedia televisiva Mork de Ork, murió a los 63 años, la tarde del lunes, y según confirmó la policía del condado de California en el que vivía, se suicidó colgándose de un cinturón. “Estaba sentado, inerte, con un cinturón alrededor del cuello y el otro extremo de la correa acuñada entre la puerta del armario y la puerta”, explicó el suboficial.

Susan Schneider, su esposa, pidió que el recuerdo de Williams no sea sobre su muerte. “Esta mañana perdí a mi esposo y a mi mejor amigo, al tiempo que el mundo perdió a uno de sus artistas más queridos y a un ser humano maravilloso”, dijo en un breve comunicado.

Si en algo concuerdan las generaciones de fanáticos que dejó, es que su herencia al mundo son todos los personajes humanos que interpretó, sus transiciones camaleónicas entre la felicidad, la ilusión y la tristeza.

Robin Williams tuvo una infancia solitaria. Era excluido por sus compañeros de escuela por ser gordito y  aprendió a hacerlos reír para ganarse el respeto. Viajaba, se movía con sus padres de un lugar a otro, experimentando varias realidades. Estas experiencias fueron completando su gestualidad e histrionismo.

Fue hijo único de un millonario ejecutivo de la Ford y de una actriz frustrada. Nació el 21 de julio de 1951 en Chicago y sus primeras aspiraciones laborales no empataban precisamente con la actuación. Empezó a estudiar Ciencias Políticas, una inquietud comprometida que nunca le abandonó a pesar de que finalmente se decidió por la actuación. (VER LA INFOGRAFÍA EN PDF)

Sus primeros pasos actorales los dio en la Universidad de Marin, donde se ganó una beca completa para estudiar en la Julliard School de Nueva York. Allí conoció al fallecido Christopher Reeve. Williams fue para Reeve la primera persona que le había hecho reír tras quedar parapléjico al caerse de un caballo, haciéndose pasar por un doctor ruso que quería practicarle una colonoscopia.

A Ecuador llegó a través de canal 8, en los ochenta, con el personaje que lo llevó a la fama, Mork. Luego fue Popeye (1980), la señora Doubtfire (1993) y Jumanji (1995).    

Interpretó el papel de Patch Adams, el médico estadounidense cuyo lema es “curar puede ser un intercambio de amor y no una transacción económica”.                

Construyó con un público conmovido los peldaños para ser el profesor del Club de los Poetas Muertos, ganar un Oscar en su tercera nominación por un personaje secundario de ‘Good Will Hunting’ (1997) y constituirse como uno de los comediantes y actores más queridos del cine estadounidense en el mundo.

Tenía la capacidad de transformarse totalmente; desde su voz, sin la cual ‘Happy Feet’ perdería sentido;  hasta sus gestos para transitar por papeles dramáticos y regresar siempre a la comedia.

Durante el último año trabajó en 2 proyectos de forma ininterrumpida. Luego de eso cayó en depresión. “Robin sencillamente se está dando la oportunidad de ajustarse y enfocarse en su continuo compromiso, del cual está extremadamente orgulloso”, aseguraba su representante hace un mes.

El actor siempre hizo pública su adicción a la cocaína. En alguna ocasión dijo que era “La manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero”. Reconocía su depresión, a pesar de que frente al público siempre supo montar su show.

También tuvo una vida sentimental algo caótica, a la que sobreviven 3 hijos de sus 2 primeros matrimonios. “La vida solo te da una pequeña chispa de locura. No debes perderla”, dijo en una ocasión.

A pesar de la transparencia de los puntos flexibles sobre su vida personal, nadie se esperaba un suicidio.

La revista estadounidense Time le rinde un homenaje justo. “Robin Williams podía jugar a ser cualquier personaje, menos uno, solo uno: no ‘únicamente’ Robin Williams. Todas las voces en la cabeza de este Hamlet cómico le deben haber dicho que era tiempo para estar tranquilo. El resto hoy es silencio”, publicó.

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