“Lamentablemente, en Guayaquil a la gente no le importa tanto la cultura”, decía un gestor cultural al ser cuestionado sobre las propuestas que presenta la entidad pública en la que trabaja. “Guayaquil no es una potencia cultural”, “a la gente de la ciudad no le gusta asistir a esos eventos, prefiere la parranda”. Varias de estas premisas se repiten en la escena cultural de la ciudad. Pero en contra de estas ideas están los hechos:espacios nuevos para la promoción de una escena artística local, gestores culturales independientes que organizan una nueva agenda y, sobre todo, lugares fundamentales para la creación y la difusión cultural que se sostienen en el tiempo con un público distinto.

En Guayaquil hay 9 museos, de los cuales solo uno funciona de forma privada, a lo que se suma la oferta del Municipio de Guayaquil de abrir 3 museos más. Hay 2 galerías de arte y 3 bibliotecas públicas. Y en esta ciudad se concentra el mayor número da salas de cines del país, con un total de 84 pantallas, a pesar de que tiene 4 empresas exhibidoras, menos de la mitad de las que trabajan en Quito, donde está la mayor cantidad de empresas que oferta dicho servicio.

En cuanto a teatros, hay una opción diversa, a pesar de que solo hay 4 teatros grandes, que de alguna manera se han ganado un renombre por su trayectoria y la promoción de eventos para todo público. Sin embargo, la escena teatral de la ciudad ha tenido un cierto despertar con la fundación de espacios más pequeños y con una propuesta alternativa.  

Para el cronista y escritor Francisco Santana, Guayaquil es una ciudad muy alienada. “En algún lugar descubrí que a Guayaquil le decían Guayami, porque hay una pretensión de convertirla en Miami. La nomenclatura de las calles lo dice, así como su oferta cultural”, explicó Santana.

Según el autor, los lugares que se sostienen en la ciudad son aquellos que apuestan por una fusión popular y cultural, lejos de la institucionalidad. La generación de nuevos espacios para la cultura se crea a partir de gente joven, que ha viajado y que de alguna manera retoma modelos culturales del exterior para trabajar acá. Santana considera que el bar Barricaña, en el centro de Guayaquil, es un ejemplo de las ofertas que se sostienen. En este espacio funcionaba un cine de películas pornográficas y en la actualidad es un lugar de bohemia para escritores y artistas.

¿Es cierto que el público guayaquileño busca ofertas culturales vinculadas a lo popular?

En una encuesta realizada por este diario en la avenida 9 de Octubre, 18 personas -de 25- contestaron que su sitio cultural favorito es el Malecón Simón Bolívar o elbarrio Las Peñas o lugares que están dentro de este circuito. Sin embargo, estos espacios, que de alguna manera conservan una tradición de la ciudad, no mantienen una oferta cultural constante, las actividades artísticas que se realizan son eventuales y se fortifican durante fechas específicas, como las celebraciones de independencia o fundación.  

En este sentido, Santana considera que hay un evidente divorcio de los espacios identitarios de la ciudad, como el Estero Salado y el río Guayas con ofertas culturales.

Aquello, según la opinión de Santana, tiene que ver con una negación de las autoridades de lo que son los guayaquileños. “Nosotros somos tropicales y aquí se trata de combatir la algarabía. La vida de una ciudad está en las calles, lo único que hay en Guayaquil es comercio. A cierta hora del día la ciudad se muere”.  

Para el director del coro de la Universidad de Guayaquil, Fernando Gil, uno de los puntos para lograr sostener un espacio cultural en una ciudad como Guayaquil es el trabajo. Lo dice desde su experiencia en la dirección del coro que tiene sede en la Casona Universitaria. Esta entidad organiza distintos festivales y eventos en los que hay un público cautivo.

Para Paola Martínez, técnico del Ministerio de Cultura en Guayaquil, los ecuatorianos están ávidos de explorar nuevas cosas, y a eso responde una nueva oferta cultural de la ciudad. En ella se integraría la propuesta de la Universidad de las Artes, en la que los alumnos “van a empezar a dinamizar la oferta y experimentar dentro del casco urbano”, manifestó Martínez.