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El filósofo Ernesto Laclau falleció el domingo de un infarto mientras nadaba en la piscina de un hotel

El pensador que reivindicó el populismo

Ernesto Laclau teorizó los movimientos de izquierda desde la Academia durante su vida. Foto: Tomado de lamula.pe
Ernesto Laclau teorizó los movimientos de izquierda desde la Academia durante su vida. Foto: Tomado de lamula.pe
15 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

La muerte de Ernesto Laclau, que se produjo la mañana del domingo a causa de un infarto mientras nadaba en la piscina de un hotel de Andalucía (España), ha golpeado a la nueva izquierda latinoamericana, corriente que se reconoce a sí misma como el socialismo del siglo XXI, así como el pensador bonaerense reclamaba para sí el título de pensador ‘posmarxista’.

Nacido en Buenos Aires en 1935 (tenía 78 años en el momento de fallecer), la obra de Laclau fue fundamental para el actual proceso político que vive América Latina. Su obra La razón populista, publicada en 2005, le da volumen teórico a estos gobiernos que emergieron hace más de 10 años. No por nada, la prensa argentina ha hablado de él como “el pensador preferido de Cristina”.

La razón populista parte replanteando las teorías de masa de Sigmund Freud, que plantea como homogéneos a los grandes grupos. El libro fue editado en 2002 en Londres, donde Laclau vivía desde 1969, cuando se exilió huyendo de la dictadura del general Juan Carlos Onganía en Argentina.

Mientras se editaba el libro, solo 2 figuras del socialismo del siglo XXI habían llegado a la presidencia en América Latina: Hugo Chávez e Inácio Lula da Silva. Néstor Kirchner era aún gobernador de Santa Cruz, a Evo Morales le faltaban 3 años para saltar de la dirigencia cocalera a la primera magistratura, y Rafael Correa ni siquiera aparecía en el mapa político, pero el sustento teórico que serviría a estos gobiernos de amplia popularidad ya estaba escrito: Ernesto Laclau, como el dinosaurio, siempre había estado allí.

Tradicionalmente desprestigiado como teoría política por la vaguedad de su definición, y erróneamente confundido con la demagogia, el populismo fue totalmente replanteado por Laclau, quien asumió la vaguedad, amplitud e indefinición para preguntarse si esa inexactitud no es precisamente aquello de lo que se trata la propia realidad social.

En 2005 -año de publicación de La razón Populista–, Laclau dijo en una entrevista con diario La Nación de Argentina que “cuando las masas populares que habían estado excluidas se incorporan a la arena política, aparecen formas de liderazgo que no son ortodoxas desde el punto de vista liberal democrático, como el populismo. Pero el populismo, lejos de ser un obstáculo, garantiza la democracia, evitando que esta se convierta en mera administración”.

Laclau era un pensador de larga tradición académica. Graduado en la década del 60 en la carrera de Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuando llegó a Reino Unido, a través del historiador británico Eric Hobsbawn, obtuvo una beca de doctorado en Oxford.

En 1986 fue contratado como profesor de Teoría Política en la Universidad de Essex, donde fundó y dirigió el programa de posgrado en Ideología y Análisis del Discurso y el Centro de Estudios Teóricos de las Humanidades y las Ciencias Sociales.

El modelo de investigación del programa de posgrado (que Laclau dirigió por años) se basa en las teorías posestructuralistas de Lacan, Foucault, Derridá y Barthes y sirvió de modelo para la investigación en análisis del discurso orientada a las identidades, discursos y hegemonías, que constituyen el “fenómeno político concreto”. Hoy el método se conoce como la ‘Escuela de Essex del análisis del discurso’.

En 1985 publicó Hegemonía y estrategia socialista, que escribió con su compañera, la politóloga belga Chantal Mouffe. Ahí hacían una crítica a varios aspectos de la teoría marxista, como la homogeneización de las clases obreras y la neutralidad de las fuerzas productivas. Esta obra es reconocida como su aporte académico más importante, pues sirvió de pilar teórico para el establecimiento de la corriente del posmarxismo, de la que se convirtió en un referente obligado. Como escribía ayer el filósofo argentino Flavio Rapisardi en un obituario para Revista Anfibia: “en los años 90 leíamos a Ernesto Laclau con la misma avidez que a Jacques Derridá”.

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