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El argentino que hacía performance sin saberlo

 El argentino que hacía performance sin saberlo
13 de agosto de 2013 - 00:00

En el casco colonial de Quito se encuentra el largo callejón Junín donde vivió Cantuña. Empotrado en el silencio de esa ruta, La Karakola, casa de  trueque de subjetividades y ejercicios artísticos, invitó al artista argentino Santiago Cao, creador del perturbador acto performático “Pes(o)soa de Carne e Oso”.   

La Karakola, poco a poco, ha generado la comunión en la vecindad del barrio San Marcos. Todos se saludan y se puede caminar bajo el halo de la medianoche sin riesgo por la zona. Aquí, Cao interviene desde el viernes 9 de agosto.

Tiene cuatro fines: Dictar un laboratorio-taller que versa sobre el corporear: práctica de restauración-restitución simbólica en la era de las comunicaciones virtuales, primero. Luego, compartir sus investigaciones en torno a la performatividad. Tercero, en vista de que deja todo detrás al viajar, espera que esta ciudad distinta establezca los cambios que transformarán  su  ser  porque “el ser es una línea y se hace en el estar, la contigüidad”, explica. Y, si provoca el hormigueo de la sospecha en quienes asistan a sus presentaciones, habrá concluido sus propósitos.

DATOS

Santiago Cao nació el 12 de noviembre de 1974, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Estudió  teatro, psicología, pintura, escultura y dibujo.  

Define su trabajo como
un cruce de disciplinas:  danza, literatura y  filosofía, con resultados híbridos que van desde la performance  a la instalación, pasando por la instalación performática (colectivas o individuales). Investiga artísticamente la acción de micropoderes en los espacios públicos y el cuerpo todo el tiempo.

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el portal web Artista no artista (A.N.A.) con  artículos que ahondan acerca de sus juegos y objetos performáticos.
En contraste, la performance permeada en galerías es la base primordial de este arte, tanto en el viejo continente como en suelo estadounidense. Por ello, según Juan Montelpare del grupo cultural La Karakola, trajeron a  Santiago Cao, exponente prometedor de la atípica línea que explora “la performance en el resuello de los espacios públicos”.  Sin embargo, Cao, con la seriedad inalterable en su mirada enuncia que “no creo que exista la performance”.

Septiembre de 2010 representa un lapso de profundo aprendizaje para Santiago. Viajó a las aguas del Atlántico que humedecen Salvador de Bahía, Brasil. Al tanto que la corriente tornasolada hervía la ciudad, corporeizó una de sus propuestas que bordan la transgresión.

Se titula “Pes(o)soa de Carne e Oso” y consistió en que, frente a un hidrante de agua, instaló en la vía pública la estructura de una balanza de 2,50 metros de altura. Se encerró semidesnudo  en una red de pesca que colgaba  a un metro del suelo. “En contrapeso, 70 kilos de carne y huesos colgaban de otra red a escasos metros de mí”, describe Cao. Acota siempre con amenidad que “estuve esperando. Simplemente aguardé a ver qué sucedía con las personas, mientras mi cuerpo se iba deshidratando y la carne pudriéndose bajo el sol”.

Aquel acto duró ocho horas. Al final de la jornada una mujer cortó la red con un cuchillo y un hombre atlético lo cargó porque Cao perdió fuerzas y estaba a punto de derrumbarse. El acto fue registrado por el artista en un  texto híbrido que incluye una interpretación teórica, una reseña artística y una crónica de su experiencia.

La situación “me permitió  incitar la interacción de la gente”. Creó una fórmula cuya secuencia  evidencia el proceso: Espectador Sabi(d)o - Espectador Ignorante - Interactor. Afín al tema, Cao narra que “la performance es solo una herramienta más para la vida” y, además,  “articula subjetividades y produce  realidades, tiene la capacidad de crear lugares transformando temporalmente lo que antes era un espacio”.

“En la red mi cuerpo se deshidrató y la carne se pudrió, me interesé en la gente y
sus reacciones”
Santiago Cao ha realizado un amplio número de situaciones o “juegos performáticos” como él los llama. Por ejemplo, “Blanco sobre blanco”: un video en el que se aborda la discriminación y el color.

Sobre ello, expone el artista que “Preto, en portugués, es un color. Negro es un concepto, una construcción que remite a una raza y su historia colectiva.  ¿Se puede ser Preto sin ser negro? Blanco es un color. Pero blanco es también un concepto que remite a una raza y su historia.¿Se puede ser blanco? ¿Blanco sobre blanco? ¿Se puede ser blanco sin ser blanco?”.

El gestor de teorías

Reconoce que produce saberes y teorías a partir de  la práctica. Una conocida le indicó que lo suyo era el performance  e investigó.

Cuando mira al pasado entiende que hacía performance incluso antes de practicarla: “en la escuela me juntaba con otros compañeritos para trabajar una huerta, el resto jugaba fútbol y nos llamaban nerds”.

A este recuerdo Cao le atribuye la dimensión de performance pues “la performatividad es una de las posibilidades de acción para las personas”, señala con su vozarrón.

Por ende, sospecha que no realiza performances, sino que utiliza, entre otras herramientas,  a la performance para producir estas situaciones en el espacio público, “para entender cómo operan los saberes, los micropoderes sobre los cuerpos, qué permisos, negaciones, concesiones y roles se otorgan desde y hacia mi cuerpo”.

Palabras y subversión poética

Hace 9 años, un amigo le dijo a Cao “hombres y mujeres no se pueden llevar bien en pareja, ¿sabes el motivo?”, y le explicó un mecanismo que desvelaba el ignoto mundo arrelanado en las palabras “porque la novia es la no-vía y el novio es quien no-vio que había vía”.

Este juego  le permitió a Cao reconocer que las llaves deben construirse también desde el juego que a su vez implica un  grado de relevancia y sensatez. El artista ejecuta una   subversión o reacomodo poético de las palabras, instancia que,  lúdicamente, genera espacios en la palabra.

También, en estas lecturas poéticas, dice Cao, “reajusté el término dominar: d(en)ominar, así se forma  “dominar en”. Esto le faclitó comprender muchas costumbres que “la etimología no me permitía”. En el barrio de visillos y balcones coloridos Cao, artista todo el tiempo, continúa su investigación.

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