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La Casa de la Música apuesta por un piano Steinway & Sons

El músico ecuatoriano Juan Pablo Gavilanes interpretó uno de los preludios para piano de Claude Debussy compuestos entre 1909 y 1913.
El músico ecuatoriano Juan Pablo Gavilanes interpretó uno de los preludios para piano de Claude Debussy compuestos entre 1909 y 1913.
Foto: Álvaro Pérez / et
09 de abril de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Para crear un piano de cola Steinway & Sons -único en su tipo- se requieren cerca de dos años para secar y dejar madurar las maderas, y casi otro año más para construir este instrumento armónico.

Cada piano de cola y vertical de esta marca es una obra única de artesanía, pues se compone de más de 12.000 piezas y tiene su propio carácter musical dependiendo de quien lo toque. El 96% de los grandes escenarios musicales del mundo, incluso la Casa Blanca, tiene este piano.

La Casa de la Música,  considerada una de las mejores salas de concierto de Latinoamérica, lanzó la anterior semana la campaña “Tu piano, tu música, tu legado”, con la cual buscan financiar parte de la compra de un piano Steinway & Sons.

A través de una campaña de crowdfunding en la plataforma Catapultados, la Casa de la Música busca recaudar $ 6.000 en dos meses. 

Los aportes que la gente puede hacer -y que tiene su recompensa- son de $ 10, $ 25, $ 50, $ 150, $ 300, $ 500 y $ 850. La persona que aporte $ 50, por ejemplo,  su nombre será impreso en la pared conmemorativa de la Casa de la Música, un kit (bolsa, CD Viva Vivaldi grabado en vivo y una agenda), y una mención y agradecimiento en las redes sociales de la institución.

Fernando Larenas, miembro pasivo de la Casa de la Música y quien presentó este proyecto, dijo que “no hay un dato certero en la historia de la música, pero se cree que por el año 1700 o un poco después apareció el primer piano. Es decir, en plena época barroca, aunque también alcanza al período clásico que tiene en Haydn y Mozart a dos de sus principales representantes; ahí también estaba Beethoven, clásico en sus inicios y romántico al final de su carrera. El romanticismo alcanza su esplendor en los años 1830; Weber murió en 1826, Beethoven en 1827 y Schubert en 1828”.

Después aparecen Berlioz, Mendelssohn, Schumann, Chopin, Liszt, Wagner, Verdi y, en seguida, nacerían Brukner y Brahms. “El piano inspira, marca a ese período con la creación de maravillosas sonatas y conciertos y, en general, en toda la música sinfónica”, remarcó Larenas.

Durante el lanzamiento de la campaña hubo tres presentaciones de artistas que tocaron el actual -y vencido-piano que tiene la Casa de la Música. Los pianistas Juan Pablo Gavilanes, Alex Alarcón  y el Trío Trestorno (Masha Terterian, piano, William Plascencia, contrabajo, y Diego Carlisky, guitarra).

Obras de Gerardo Guevara, Claude Debussy y Astor Piazzolla fueron interpretadas por aquellos músicos la noche del pasado jueves. 

“Necesitamos un piano de esta categoría ya que cumple con las más altas exigencias musicales. Nuestros músicos y nuestro público se merecen los mejores estándares de calidad”, remarcó el equipo de comunicación de la Casa de la Música, una fundación sin fines de lucro que se creó por la unión de la Sociedad Filarmónica de Quito y la Fundación Casa de la Música Hans y Gi Neustaetter.

Un piano singular

El alemán Heinrich Engelhard Steinweg fundó la compañía Steinway & Sons y en 1836 fabricó su primer piano de cola que ahora se encuentra en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

A mediados del siglo XIX migró hacia Estados Unidos, donde empezó construyendo tablas armónicas para pianos. Fue en Norteamérica cuando decidió cambiar su nombre por el de Henry E. Steinway y, con su familia, creó en 1853 su propia empresa, Steinway & Sons.

Desde su primera patente en 1857, la empresa ha solicitado otras 125 patentes más y se ha convertido “poco a poco en el modelo por seguir en cuanto a pianos de cola y verticales. Steinway no solo se caracteriza por su historia musical. La empresa aúna la artesanía antigua con tecnologías innovadoras”, indica la página oficial de la empresa.

Detrás del proceso de fabricación de este tipo de pianos de cola hay manos latinas.  Según una nota de 2015 de la agencia EFE, salvadoreños como Luis Polanco o colombianos como Samir Eduardo trabajan desde el primer paso de la producción, en la fábrica Steinway & Sons, en el barrio neoyorquino Astoria, con un gran grupo de inmigrantes ecuatorianos, puertorriqueños, dominicanos, mexicanos y provenientes de otros países de América Latina, que representan el 20% de los más de sus 300 empleados.

También provienen de Guyana, Haití, Jamaica y Barbados, y juntos sobrepasan el 50% de las manos que confeccionan una de las marcas más prestigiosas del mundo, que se dirigirán a salas de conciertos, teatros, a hogares de famosos como Billy Joel o a coleccionistas privados a través de América.

Una segunda fábrica está en Alemania y los pianos se distribuyen en el mercado europeo, como los de cola que se hallan en palacios y el Vaticano. “El piano más famoso que se ha hecho es el que está en la Casa Blanca con patas de águila, fabricado en los años 30 y no tiene valor, es único”, comentó David Kirkland, administrador de servicio. (I)

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