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Sus temas ya están en itunes y el disco más vendido sobrepasó las 150 mil copias

A Héctor Jaramillo el público le impide cambiar el repertorio

En el domicilio de Jaramillo, en Guayaquil, hay un espacio dedicado a la música, a las condecoraciones y a la nostalgia. Miguel Castro / El Telégrafo
En el domicilio de Jaramillo, en Guayaquil, hay un espacio dedicado a la música, a las condecoraciones y a la nostalgia. Miguel Castro / El Telégrafo
14 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

En la casa de Héctor Jaramillo (Quito, 1931) hay un minimuseo, un espacio para la nostalgia, los recuerdos y los reconocimientos. En un pequeño dormitorio están pegados a la pared los discos con los que inició su carrera como solista. 

‘El pañuelo blanco’, ‘El clavel negro’, ‘El lirio amarillo’ y los clásicos ‘pegaditos’ figuran intactos en sus primeras versiones como Long Play -antes de ser pirateados- y cercanos a los reconocimientos que ha recibido. “La voz representativa de Héctor Jaramillo, plasmada con energía y estilo distintivo en sentidos pasillos, sanjuanitos, valses y albazos, provoca un canto entusiasta que enriquece la música nacional con originalidad y calidad”, detalla la condecoración que recibió de parte de la Asamblea Nacional del Ecuador.

La música del conocido señor del ‘Pañuelo blanco’, apodo que se le atribuye desde que sonó en la radio aquel pasillo, se escucha en iTunes y tiene un público cautivo. Un conjunto de migrantes ecuatorianos lo buscan para que cante fuera de Ecuador la música nacional. De ellos son una buena parte de los reconocimientos en Estados Unidos y Europa.

En esos viajes cargados por el nerviosismo de impactar a los migrantes llenos de nostalgia ha conocido a personas de todo el mundo que luego de compartir con un ecuatoriano cantan como si fueran uno más.

La carrera musical de Jaramillo está por cumplir 70 años, en la mayor parte de su vida los conciertos no han cesado, aunque nunca sean parte de la primera plana de los medios de comunicación. “Yo prefiero el perfil bajo”, dice el cantautor.

Su carrera musical se inició casualmente. El canto era una de las asignaturas del Colegio Mercantil de Quito, donde estudiaba. “Al profesor se le ocurrió tomar un examen individual y salí cantando”, dice Jaramillo. Luego integró el Trío Quito y creció su afición por la música, que más tarde lo llevaría a dejar sus estudios universitarios de Economía, por profesionalizarse como intérprete.

Pasó a integrar agrupaciones como el Trío Los Lemari, los Latinos del Ande y el cuartito y el Trío Los Brillantes.

Su carrera musical variaba en los trabajos con disqueras, en los que hacía de todo un poco. Como contador, productor y promotor de la música nacional absorbió un repertorio que constató se repetía de generación en generación.

“Canciones como la del conocido sanjuanito ‘Pobre corazón’ se repetían en las grabaciones en distintas generaciones”, comenta.

La música nacional empezó a perder el cariño de su público y para el señor del ‘pañuelo blanco’ la forma de aproximarse a una nueva audiencia sería integrarla con elementos contemporáneos. “La gente tal vez estaba cansada de oír canciones con dos guitarristas, un bajo, lo normal. Entonces, se me ocurrió aumentar la dotación musical. Si estaba de moda el sintetizador le poníamos eso, saxo, guitarra eléctrica, para que suene a lo que estaba sonando, de ahí nació la idea del acompañamiento para enganchar a la gente joven”, cuenta.

Así empezaron los llamados ‘pegaditos’, aquellas canciones de la música nacional íconos de un tiempo y que combinados con otros ritmos integran el repertorio que el público siempre solicita.Jaramillo es tal vez el más bailarín de los músicos nacionales. Hace unos 37 años, cuando pasaba de moda la época del ‘Pañuelo blanco’, ‘El clavel negro’, ‘El lirio amarillo’, de la música exclusivamente de rocola, se le ocurrió amenizar su propuesta en la peña El Rincón Folclórico con ‘los pegaditos’. “Uno de los clientes me preguntó por qué no los grababa. Yo le dije que no creía que valiera la pena. Contestó que si no me daba cuenta de la respuesta del público, que el público es el que manda”. No dudó ni un segundo. “El público es el que manda”.

Decidió grabar en un casete aquel repertorio aprendido en el trabajo, uno tras otro, sin interrupciones y con una nueva sonoridad, sin cambiarle la línea melódica ni los acordes. Llevó su propuesta a la disquera de Pancho Feraud, Ónix, donde además trabajó por cerca de 15 años. “El director musical me dijo que estaba loco, que nunca se habían hecho pegaditos, que siempre se cantaban las canciones completas”, dice Jaramillo riendo por lo que sigue de la historia.

Cuando el director musical salió de vacaciones fue directamente donde Pancho Feraud. “Panchito, tengo esta idea y quiero que la escuches, pero no aquí en el almacén, sino en la casa y mañana me llamas y me comentas”, le dijo. Entonces “entregué el casete armadito con mi guitarra y mi voz”.

A Feraud le gustó la idea y no solo decidió lanzar con el sello de la disquera, sino que le propuso a Jaramillo manejarlo directamente. El estreno del disco “Héctor Jaramillo, cantando 25 años” fue en Radio Cristal, en la hora de J.J.

Era en el tradicional programa radial, Carlos Armando Romero Rodas anunciaba que no tendrían a Julio Jaramillo, pero sí a otro J.: Héctor Jaramillo.

Desde entonces, el disco fue como lo presentía aquella sugerencia en El Rincón Folclórico: el público es el que manda. El disco se mandó a imprimir y con cada nuevo pedido de producción llegó a venderse más de 150 mil. Tiempo después, al pasar las canciones y relanzarlo con otras icónicas en versión CD, Jaramillo ha constatado con los vendedores piratas ventas que superan el millón de copias. “El intérprete tiene que sentir lo que canta. Al sentirlo forma una comunión con el público”, dice Jaramillo sobre su único secreto para sostener la tradición de la música nacional. (I)

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