Desde las primeras horas de la mañana y a lo largo del día es común observar varias personas que recorren por el interior del parque La Carolina, en el norte de Quito, otros circulan por su perímetro para realizar actividades recreativas.

Los “deportistas” son de todas las edades, pero en los horarios de oficina es común ver hombres y mujeres mayores de 40 años ejercitándose. Unos lo hacen por rutina y otros por recomendaciones médicas para bajar de peso y por salud.

Los zapatos especiales, que llevan el logotipo de reconocidas marcas internacionales, se pueden divisar fácilmente en cada pisada que dejan en el pavimento de la ciclovía. Ese precisamente es el espacio preferido por quienes son usuarios frecuentes.

Las sudaderas y las licras tampoco faltan en el atuendo que lo complementan las gafas y una gorra para un día soleado. La rutina se inicia con el estiramiento, que aunque no es de intensidad sirve para evitar lesiones o desgarros.

Una de las visitantes del parque es María Jácome, de 45 años, quien todos los días acude al parque porque tiene sobrepeso y necesita mejorar su condición de salud. Su vivienda está a tan solo 30 minutos del parque que luce resquebrajado por los trabajos del “Metro de Quito”.

A veces va con su pequeño perro pequinés “Tarzán”, que obedece todo cuanto le indica. Caminan juntos y siempre tomando la correa de la mascota, tras dar una vuelta al perímetro del parque. Lleva a su fiel amigo al espacio de entretenimiento canino del parque. Ahí junto con cerca de 15 canes más de diversas razas intenta atravesar los obstáculos de madera para probar su habilidad. Sigue sin parar a sus compañeros de travesía y eso emociona a su dueña, quien le aplaude cada vez que cumple con éxito el reto.

Después de 20 minutos de esparcimiento y ya cansado por tanto “trote”, María le brinda el agua de la botella que lleva. Ahí termina el paseo. Llama a su perro y juntos nuevamente retoman el trayecto hasta el domicilio. (O)