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El Telégrafo
Iván Rodrigo Mendizábal articulista

Beetlejuice 2, gótico descafeinado

21 de septiembre de 2024

Tim Burton siempre despierta interés por sus películas, ejemplos del fantástico-terrorífico y el gótico. “Beetlejuice 2” (oficialmente “Beetlejuice, Beetlejuice”, 2024) también ha suscitado expectativa, además porque retoma aspectos temático-estéticos de la primera “Beetlejuice” (1988) y, sobre todo, recupera personajes encarnados por los mismos que hicieran la producción ochentera: Michael Keaton, Winona Ryder y Catherine O’Hara.

Así, tras más de 30 años, Burton recupera el humor negro que caracterizó a la primera. De ahí que “Beetlejuice 2” tiene momentos en los que los espectadores se matan de risa; tiene una ambientación gótica colorida-oscura que atrae; tiene secuencias absorbentes no tanto porque aterran, sino porque llevan al sobresalto emocional, todo esto por un montaje que no hace perder de vista el ritmo por el que la historia se enreda; hay que sumar la música de Danny Elfman, con el que Burton trabaja por años, la cual le da la dimensión misteriosa a la trama. Dicho de otro modo, habría una estética gótica que sostiene una historia que apela al corazón de los nostálgicos.

En líneas generales, de fondo está el tema de la familia, la ausencia del padre, el encuentro con los fantasmas de la vida. Esta línea nos conduce a evocar la importancia del núcleo familiar en toda sociedad, que bien se cierra tanto con la visita al castillo de Drácula (el mito de origen, la casa de quien en algún momento habría perdido el amor) y con el sueño con las imágenes de una especie de descendencia, pese a que esta podría ser curiosamente “monstruosa”. El otro tema tendría que ver con el matrimonio, este que intenta consolidarse, pero al final no se da por disímiles circunstancias; es decir, el matrimonio, aunque antigua institución patriarcal, en la película es visto como un artificio para lograr fines.

Pero si es que hay algo que debemos rescatar de “Beetlejuice 2” son dos cuestiones que en el argumento funcionan de forma anodina: la una, se relaciona con la figura de Delores, encarnada por Mónica Bellucci y, la otra, con las secuencias del “Soul train”. Habría que mencionar brevemente el cameo de Danny DeVito, conserje del inframundo que también nos recuerda al Pingüino de “Batman returns” (1992) de Burton, cameo sobre un personaje que está en la frontera entre la vida y el más allá.

Respecto a la figura de Delores, Burton nos la presenta como una feroz mujer que busca venganza contra su exmarido Beetlejuice (en realidad Betelgeuse). Más allá de que su única finalidad es querer llevarse al infierno al personaje central del filme, un fantasma rocambolesco, en la práctica tal figura liga diversos momentos de la trama, siendo lo interesante su aparición: Delores que, al estar descuartizada, se rearma a sí misma.

A ella la vemos enérgica, pero cosida en todo su cuerpo (una evocación a los entrañables personajes de “El cadáver de la novia” (2005) y “Frankenweenie” (2012), ambas también de Burton). ¿No hay acaso acá la representación de la mujer que, pese a haber sido herida o maltratada en alguna relación, renace de sus propias cenizas? Sin embargo, muy en el tono del cine negro, también es una especie de mujer fatal, porque ella misma es portadora de la muerte y pretende llevar a quienes toca a un destino fatídico. Delores en inglés es Dolores, nombre que pronto nos recuerda que todo ser humano, en tanto que nace, y en la medida que va viviendo, está hecho de fragmentos y dolor (o pena). Betelgeuse pareciera ser el cazador cazado, el hombre contumaz, pícaro, que finalmente cae en manos de dicha mujer y la mata; solo el dolor y la muerte los pueden unir.

La otra cuestión tiene que ver con el mítico programa de la televisión norteamericana, “Soul train” (“El tren de las almas”), que en su momento tuvo su réplica en la televisión ecuatoriana. Aquel fue un programa de música afro contemporánea, es decir, soul, disco, dance, etc. En “Beetlejuice 2” su figuración tiene que ver con el tren directo que, desde la frontera de la muerte, conduce a todos los humanos a su destino final. Lo curioso es que el pasaje de la muerte a dicho destino es con música y alegría.

De este modo, si el gótico se caracteriza por denotar nuestros terrores ocultos, en “Beetlejuice 2” Burton nos lo refleja cuando pone en evidencia el horror al fracaso de pareja, de las relaciones, e incluso el espanto de que sigan imperando las instituciones reguladas que atarían la libertad. Paradójicamente, el filme y sus personajes son ambivalentes, esto porque el gótico se le ve desde el lado del humor negro y, más aún, descafeinado.

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