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El Telégrafo

Guayaquil independiente, Guayaquil inclusivo

Guayaquil independiente, Guayaquil inclusivo
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01 de octubre de 2020 - 00:00 - Silvia Buendía

En Guayaquil tuvimos al funcionario público más homofóbico y machista de nuestra historia: Abdalá Bucaram Ortiz, nombrado Intendente de Policía el 9 de agosto de 1979. A los pocos días en su cargo, Abdalá Bucaram realizó una redada policial contra trabajadoras sexuales, gays y transexuales. Los detenidos fueron obligados a recorrer la distancia desde el Cuartel Modelo hasta el Palacio Municipal. Fue una penosa marcha de veinticinco cuadras a pie mientras gente que se dio cita para ver este denigrante desfile, insultó y lanzó objetos a los detenidos.

Bucaram también prohibió las minifaldas o cualquier falda que tuviera una abertura que mostrara las piernas porque “eso contribuía a excitar a los hombres y promovía actos obscenos”. La policía que rodeaba a Abdalá en sus recorridos detenía a las mujeres y las obligaba a descoser el dobladillo de sus faldas hasta que estas llegaran debajo de sus rodillas, o las hacía hilvanar las aberturas traseras de sus faldas, para que no muestren las pantorrillas. Todo esto bajo amenaza de prisión.

He elegido estas dos anécdotas solo por considerarlas las más burdas, pero nunca se dirá suficiente sobre el macabro despliegue de perversidad que las autoridades llevaron a cabo con las excusas de precautelar la moral y las buenas costumbres, o de la lucha contra la inseguridad, la delincuencia y el terrorismo. Guayaquil vivió épocas de una violencia institucional espantosa con detenciones arbitrarias y escuadrones volantes. Todo esto tolerado e incluso aprobado por gran parte de la ciudadanía. Hace pocos años las áreas regeneradas de Guayaquil estaban vetadas para aquellos habitantes de la ciudad que funcionarios municipales consideraban que afeaban o dañaban el paisaje. Como la basura. Hasta diciembre de 2014 se pudo ver en el Malecón 2000 un letrero que decía “se reserva el derecho de admisión”.

Hoy la Guayaquil que celebra 200 años de independencia es una ciudad mucho más inclusiva y democrática que hace apenas diez años. Esto es el fruto de un intenso trabajo desde las organizaciones sociales que ha obligado a las autoridades a entender que la ciudadanía es diversa, amplia, compleja, y que todos los sectores deben tener un lugar en las políticas públicas locales.

La violencia de género contra las mujeres, el respeto a la libertad estética, son hoy temas relevantes en la ciudad no solo desde las ordenanzas; si no también desde movilizaciones feministas auto convocadas que hacen sentir sus demandas puntuales con firmeza. Cuesta creer que en ese mismo Malecón 2000, donde los metropolitanos perseguían a personas LGBTI, donde se las sacaba a empujones, sea el escenario en el que hoy se le rinde honores a la diversidad sexual con lucecitas de los colores del arco iris.

Hemos ganado un incuestionable terreno en el disfrute, uso y goce del espacio público por parte de poblaciones históricamente discriminadas. Pero el camino continúa, estamos celebrando recién 200 años de independencia. Es un honor para mí inaugurar el especial que por el Bicentenario de Guayaquil publicará cada día de octubre El Telégrafo, diario guayaquileño de 136 años de edad. (O)

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