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El Telégrafo
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Llevar humanos al planeta rojo, un verdadero rompecabezas tecnológico

Llevar humanos al planeta rojo, un verdadero rompecabezas tecnológico
10 de mayo de 2013 - 00:00

Washington, EE.UU.- Ingresar a la atmósfera marciana y posar astronautas en su suelo supone un rompecabezas tecnológico aún más complejo que el amartizaje del robot Curiosity y es uno de los mayores desafíos de una misión tripulada al planeta rojo, según expertos de la NASA.

La agencia espacial estadounidense se anotó un gran logro científico en agosto pasado con el amartizaje del Curiosity, un robot de una tonelada, el más pesado en posarse en Marte, que incluyó el empleo de una grúa y un paracaídas supersónico, pero los expertos aseguran que todo será aún más difícil con humanos a bordo.

“El amartizaje del Curiosity fue un logro increíble”, dijo el martes Robert Braun, un ex ingeniero de la NASA actualmente profesor del Instituto de Tecnología de Georgia, en una conferencia en Washington sobre la conquista del planeta rojo. “Pero no es más que un pequeñísimo paso en comparación con todo lo que debemos hacer para poder caminar un día en Marte”, añadió el especialista.

La conferencia reunió a expertos de la NASA, investigadores universitarios y miembros de la industria aeroespacial para discutir sobre la exploración del planeta rojo.

“Curiosity tiene el tamaño de un pequeño 4x4”, dijo Braun sobre el laboratorio móvil de seis ruedas que ha estado explorando Marte los últimos nueve meses. “Pero para una misión tripulada habría que desarrollar un dispositivo capaz de posar en suelo marciano el volumen equivalente a una casa de dos pisos con una masa de 40 toneladas”, precisó.

Una misión hacia este otro planeta supondría el envío de comida, agua y oxígeno para los astronautas, y de un vehículo lo suficientemente potente como para regresar a la nave espacial, que probablemente permanecería en órbita. “Las tecnologías a las que recurriríamos para posar una carga así en Marte serían sin duda muy diferentes a los sistemas que hemos estado utilizando para el robot, notablemente más pequeños”, dijo Braun.

Con excepción del Curiosity, las seis primeras sondas estadounidenses que se posaron con éxito en el suelo marciano desde 1974 eran lo suficientemente ligeras como para frenar su descenso con un paracaídas y amortizar con globos el contacto con el suelo.

Curiosity, demasiado pesado para ese modelo de amartizaje, requirió un complejo sistema que incluía un paracaídas supersónico y una grúa propulsada por cohetes. Nada de esto puede aplicarse a las cargas previstas para una misión tripulada, dijo Braun.

La atmósfera marciana es netamente menos densa que la de la Tierra, cuya presión atmosférica a 40 kilómetros de altitud es equivalente a la de Marte a 10.000 metros, lo que deja poco tiempo para frenar la velocidad supersónica de una nave espacial, precisó. “Es un desafío que aún no hemos enfrentado, y para el cual todavía no tenemos una respuesta específica”, afirmó.

Para Adam Stelzner, uno de los inventores de la grúa que permitió posar al Curiosity, “no se trata de inventar nuevas tecnologías, sino de ser un poco más creativos con el uso de lo que existe”.

“En 2003 -ocho años antes del lanzamiento del Curiosity- no sabíamos cómo posarnos en Marte”, recordó este ingeniero del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, estimando que la grúa espacial podría servir para una misión tripulada.

“Necesitamos un sistema de retropropulsión que funcione a dos o tres veces la velocidad del sonido”, opinó por su parte Charles Campbell, experto en aerodinámica de la NASA.

“Sabemos cómo construir una máquina supersónica, pero no en retropropulsión”, agregó; y estimó que “el motor del cohete y el control del aterrizaje presentan las mayores dificultades”.

“Una misión humana a Marte requerirá de un vehículo de la escala de un transbordador espacial”, dijo, y agregó que los costos serán elevados y la magnitud del esfuerzo probablemente requiera de la cooperación internacional.

El director de la NASA, Charles Bolden, afirmó  el lunes que Estados Unidos estaba decidido, a pesar de sus dificultades presupuestarias, a enviar a astronautas a Marte en los próximos 20 años, movilizando todos los recursos de la exploración espacial para ese único fin.

Pero al contrario que  Bolden, el astronauta Buzz Aldrin afirmó que el grueso de la investigación para llegar al planeta rojo  ya se había hecho.

Aldrin, el segundo hombre en pisar la Luna, afirmó que su país debería aplicar lo que ha aprendido desde hace décadas para “comenzar un asentamiento en Marte”.

“EE.UU. tiene que seguir siendo el líder de transporte espacial y pienso que podemos capitalizar el dinamismo del mercado comercial para desarrollar un sistema de aterrizaje que pueda convertirse verdaderamente en la base de una autopista estadounidense hacia el espacio”, apuntó Aldrin.

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