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Ordóñez recuerda que los amorfinos también son una danza

Ordóñez recuerda que los amorfinos también son una danza
Foto: Mario Valiente / EL TELÉGRAFO
21 de julio de 2018 - 00:00 - Redacción Intercultural

El pasado 12 de julio, la Biblioteca de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Guayas organizó el conversatorio Del amorfino y otras historias de la tradición oral montuvia, que estuvo a cargo de Wilman Ordóñez Iturralde, reconocido historiador y folclorista guayaquileño con más de 30 años de experiencia en la investigación de las raíces de las tradiciones costeñas.

Ordóñez es también autor de más de una decena de libros sobre el folclore y tradición oral de los pueblos montuvios, y desde 2014 pertenece a la Academia Nacional de Historia del Ecuador.

Orígenes del amorfino
Durante su intervención, el folclorista habló sobre el origen de esta forma de expresión oral, la cual proviene de la copla andaluza y aparece en la Costa ecuatoriana en el siglo XVII, con trovadores que iban de castillo en castillo recitándolos. El término que se utiliza nace en nuestro litoral.

Sobre su estructura y los temas más comunes, explicó que se trata de coplas de cuatro versos octosílabos que hablan de temas cotidianos de la vida del montuvio, que son los que crearon su memoria cultural.           

“Allá arriba en ese cerro,          

 hay una burra preñada;

cada vez que subo y bajo

se parece a mi cuñada”.

“San Pedro tuvo una novia

San Pablo se la quitó;

si así fueron los santos

por qué no he de serlo yo”.

Estos fueron dos ejemplos del escritor para ilustrar sus conceptos. Uno de ellos, que el amorfino apela en sus letras, entre otras cosas, al doble sentido y al machismo.

Miembros de la Compañía de Danza Costeña Retrovador ilustraron los amorfinos como una forma de danza propia de los pueblos del campo de la Costa.

Otra forma de amorfino es el contrapunto, el cual es una respuesta improvisada, inmediata, creada para refutar al amorfino expuesto por un contrincante.

Sus mitos y tradiciones
Según Ordóñez, los montuvios aún conservan muchas de sus tradiciones, como “poner dos machetes cruzados con un sombrero en el centro de la casa como protección, guiñarle el ojo al gallinazo para pasmar el orzuelo, o latiguear al árbol en Viernes Santo si desea que dé frutos”. Incluso ponderó que algunas se mantienen vigentes en las zonas urbanas como Guayaquil.

También afirmó que el amorfino no solo es una copla, sino una danza. Para ilustrarlo, el evento contó con la intervención de la Compañía de Danzas Costeñas Retrovador, la cual Ordóñez dirige desde hace 31 años.

Al final de su intervención, Ordóñez expresó la necesidad de visibilizar a los pueblos montuvios como parte de la historia e identidad nacional, así como sucede con los montañeros en Colombia o los rancheros de México. (I)  

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