En la actualidad todo se maneja a control remoto. Así califica el médico deportólogo Tyrone Flores a los hábitos cotidianos de hoy. “Encendemos el aire o abrimos la puerta sin necesidad de levantarnos. Ahora los chicos se sientan en una computadora por horas, pasan igual en los videojuegos y esto asociado a la mala alimentación termina en obesidad”.

La opinión de Flores no está alejada de los datos revelados en la última Encuesta Nacional de Salud y  Nutrición (Ensanut): 29,9% de menores de 5 a 11 años está con sobrepeso y el 80% de 5 años a 10 tiene baja actividad física.

Para reducir estas cifras el Ministerio de Educación (MinEduc) aumentó las cargas horarias de actividad física en la malla curricular, de 2 horas semanales pasó a 5 horas. En paralelo se presentó el programa ‘Aprendiendo en Movimiento’, que mediante juegos tradicionales, como el saltar la cuerda, la rayuela y otros, promueve los ejercicios físicos.

Beneficios múltiples

La práctica diaria del ejercicio beneficia el estiramiento de las articulaciones y aparato músculo esquelético de un menor, según Flores.

Agrega que hay más beneficios cuando se realizan actividades físicas, el menor mejora su esfera psíquica, que permite un mejor estado de ánimo. Esto se debe a la liberación de hormonas, como las catecolaminas, que influyen en el ambiente emocional y así un niño enojado al ponerlo a correr se olvida del enojo.

Explica que un niño ejercitado posee mayor receptividad de conocimientos y atención. “Un niño aletargado y con sueño no tiene la suficiente asimilación, por eso los profesores los ponen a saltar para despertarlos”.

El desarrollo de la parte psicomotriz es otra utilidad de ejercitarse, de acuerdo con la docente de educación física Gabriela Célleri. “Con más horas de actividad física tendremos mayor desarrollo de la motricidad gruesa (correr, saltar, caminar, trotar) y en la fina (coordinación ojo-mano y de los músculos cortos del cuerpo).

Además, ayudará  en su desenvolvimiento social y hace a los niños más participativos”, dice la maestra.

Darío Cevallos es entrenador de un gimnasio de box en Guayaquil, al que asisten niños de 10 años en adelante. Cuenta que ha identificado menores que no realizan ejercicios básicos, como saltar la cuerda, “porque existe una falta de destreza en sus reflejos. Con el aumento de horas de educación esto mejorará y se descubrirán más talentos del deporte”.

A nivel físico en general el ejercicio  controla el peso en los menores y reducirá las probabilidades de sufrir enfermedades en la edad adulta, como diabetes, osteoporosis, obesidad, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.

En los adolescentes con discapacidad física esta actividad puede tener resultados exitosos. Según el prometeo Sebastián Calderón, quien está a cargo del proyecto universitario Metodología inclusiva de la Ciencia de Educación Física para personas con discapacidad, “la malla curricular es hasta cierto punto discriminatoria porque no permite que personas con discapacidad motriz puedan realizar una licenciatura en educación física”. Cita el ejemplo de personas que poseen una pierna y pueden jugar voleibol desde una silla de ruedas o practicar tenis de mesa.  

Alejados de las drogas

El psicólogo clínico Ricardo Carcelén asegura que estudiantes que consumen drogas, de forma ocasional o inicial, al realizar actividad física les reactivará los neurotransmisores lo que les causará bienestar.

Explica que la heroína actúa como un depresor del sistema nervioso en los estudiantes, “la actividad física puede servir como una estrategia para alejarlos de las drogas, pero complementada con charlas de prevención y con el incentivo de que desarrollen un proyecto de vida”.

Antes de ejercitarse en la escuela, el deportólogo Flores recomienda considerar el clima tropical de las ciudades costeras, como Guayaquil, puesto que el calor puede causar deshidratación en los estudiantes. También aconseja que la práctica de ejercicios físicos ocurra 3 horas después de ingerir alimentos y no luego del recreo escolar.

Flores advierte estar alerta con las bebidas que consumen los menores tras ejercitarse. “Es aconsejable que ellos tomen mucha agua o bebidas hidratantes, pero de ningún modo las energizantes que tienen estimulantes y que traerán daños a largo plazo”.