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La paja toquilla, una tradición que se mantiene viva por la innovación

El taller al que asisten las tejedoras es práctico, el objetivo es aprender a mezclar colores y diseños, para ampliar la oferta.
El taller al que asisten las tejedoras es práctico, el objetivo es aprender a mezclar colores y diseños, para ampliar la oferta.
Foto: cortesía El Tiempo
04 de mayo de 2019 - 00:00 - Redacción Intercultural

María Loja, oriunda de la parroquia San Bartolomé, aprendió a tejer la paja toquilla desde los 8 años. Sus maestros fueron sus padres.

“Me enseñó mi mamá y mi papá, ellos aprendieron de mis abuelos, pero este oficio viene desde mis bisabuelos”, recuerda María.

Ahora ella comparte sus conocimientos sobre esta artesanía ancestral en los talleres que se dictan en el Economuseo Municipal Casa del Sombrero, ubicado en las calles Rafael María Arízaga y Luis Cordero, en Cuenca.

Como ella, Blanca Guambaña, Anita Villa, Narcisa Cajamarca y Blanquita Uyaguari, son las instructoras que a diario imparten las enseñanzas a grupos de alumnos que asisten en diferentes horarios.

“Mis clases son los días martes y jueves de 15:00 a 18:00 y los sábados de 09:00 a 12:00. Cualquier persona puede aprender con la práctica”, señala María Loja, quien tiene más de 30 años de experiencia en el tejido tradicional.

María Alvarado, de 50 años, es una de sus alumnas. Recibió sus primeras clases hace un año en los talleres que se dan en el Economuseo y quiere perfeccionar la técnica tradicional.

Alvarado asiste al curso desde que inició el pasado 8 de marzo. “Ahora vine porque quiero aprender las modas, que es la mezcla de colores y los diseños que se plasman en el tejido del sombrero”, dice la mujer.

Blanca Guambaña, oriunda del Cañar, teje desde los 5 años. Bajo la guía de su abuelo, originario de la parroquia Solano, ella aprendió a confeccionar los sombreros y actualmente hace toda clase de artesanías con la paja toquilla.

Sin embargo, lamenta que este oficio no sea valorado a nivel local.

“El consumo nos lo hacen los extranjeros, porque aquí no valoran nuestro trabajo, hace falta que la gente conozca y sepa lo que es estar ahí doblada la espalda, entonces va  a valorar”, señala la artesana, que lleva 52 años en este oficio.

El cuidado del patrimonio
En estos cursos, tanto aprendices como profesionales asisten a las clases que se imparten para mantener vivo este patrimonio.

En 2018 participaron 250 personas en el aprendizaje del tejido de la paja toquilla. Ellos se sumaron a los que recibieron esta enseñanza en los tres años anteriores y totalizaron 1.000 nuevos toquilleros, informó Gerardo Machado, entonces director del Economuseo. 

Con la “Carludovica Palmata”, mejor conocida como paja toquilla, los artesanos no solo hacen sombreros. Su creatividad y sus hábiles manos los llevan a innovar y ofrecer productos como paneras, individuales, adornos navideños, muñecas, forros para botellas, pantallas para lámparas, billeteras y también implementaron bisutería y zapatos.

Narcisa Cajamarca, de 51 años, define el tejido de la paja como su “sustento”. “Con esto tengo mis ingresos económicos. Mis papás y abuelos nos enseñaron para sustentarnos”. Hay otros toquilleros que se vincularon por el gusto por las artesanías. (I)   

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