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“Matrimonio igualitario se va a legalizar, como en otros países”

“Matrimonio igualitario se va a legalizar, como en otros países”
16 de mayo de 2013 - 00:00

16-05-13-sociedad-Bruno-BimbiCuando Bruno Bimbi se enteró de que Jorge Mario Bergoglio había sido elegido Papa, tuiteó “por la puta madre”. Era un personaje que conocía bien porque en 2010, el entonces arzobispo de Buenos Aires lideró la oposición al matrimonio igualitario en Argentina.  

Bimbi formó parte de ese pequeño grupo de activistas que lideró la iniciativa legal en su país. De hecho escribió un libro sobre todo ese proceso. Ahora su campaña es internacional, para ello estuvo la semana pasada en Ecuador promoviendo la igualdad y el pasado lunes  celebró la instauración del matrimonio igualitario en Brasil.

¿Cómo se observa desde Argentina a Ecuador en materia de derechos de igualdad?
Argentina es el país que tiene la legislación más avanzada del mundo en materia de reconocimiento de derechos civiles para la comunidad GLBT. Sin embargo, yo siempre digo que no se puede comparar el final de uno con el principio de otro. Argentina tiene esa legislación tan avanzada luego de un proceso político y social por el matrimonio igualitario.

En Ecuador ese proceso todavía no empieza. Ahora, cuando empezó el proceso  del matrimonio igualitario en Argentina nosotros estábamos atrás de lo que están ustedes hoy. Ecuador tiene una Constitución que dice que nadie puede ser discriminado por su orientación sexual, algo que Argentina no tiene. Ya reconocen las uniones de hecho.  Hoy Ecuador está más avanzado de lo que Argentina estaba en 2007. Ahora le falta dar ese paso: el matrimonio igualitario.

En su libro afirma que muchas personas consideraban imposible aprobar el matrimonio igualitario. ¿Qué ocurrió entonces?
Tuvimos una buena estrategia, logramos organizar una buena campaña. Estudiamos mucho para tener argumentos con los que discutir, nos tomamos el trabajo de investigar cómo fue la aprobación del matrimonio igualitario en España, Canadá, Sudáfrica, en los distintos estados de EE.UU., conocimos a la perfección los argumentos de los que se oponían y tuvimos respuestas sólidas para rebatirlos, para construir una articulación política que no fuera sectaria, es decir  hablar con todos los partidos políticos, tratar de buscar aliados para esta causa en todos los grupos, ir a las universidades, a los movimientos sociales, sindicatos,  etc. Generamos condiciones para que ese debate se diera y hubo una decisión política de la presidenta Cristina Kirchner, en determinado momento del debate, de tomar la causa como propia e incorporarla a la agenda del gobierno y dar el paso que faltaba que era que un gobierno se comprometiera a hacer que esto funcione.

¿Y sin esa decisión política hubiera resultado?     
Sin  esa decisión política seguramente, en algún momento, se hubiera aprobado, pero no habría sido en 2010. Quizás no se hubiese aprobado todavía y faltaría un par de años.

En Ecuador hay dos hechos clave. El primero es la prohibición constitucional...    
En mi opinión no existe una prohibición constitucional.

La Constitución define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer...
Pero también establece que todas las personas tienen que acceder igualitariamente a los derechos con independencia de su género. Entonces hay un artículo que prohíbe expresamente discriminar a alguien por su orientación sexual, negarle un derecho civil por su orientación sexual. Y hay otro artículo que discrimina por su orientación sexual. Si Ecuador aprueba el matrimonio igualitario estaría contrariando un artículo de su Constitución y si no lo aprueba también. Lo que hay que decidir es cuál de esos artículos prevalece sobre el otro.    

En derecho constitucional  prevalecen las cláusulas pétreas, es decir  las declaraciones de derechos y garantías. Toda Constitución tiene un primer capítulo donde están los fundamentos del sistema político en el que se vive. El artículo de la Constitución ecuatoriana que estipula que no se puede discriminar por orientación sexual forma parte de ese primer capítulo. Si aquel otro artículo no está en consonancia, prevalece el primero porque no puedes contrariar los fundamentos políticos del estado ecuatoriano, entre los cuales está prohibir la discriminación por orientación sexual.

El segundo factor es que tenemos un presidente políticamente muy fuerte y profundamente católico. Cristina también lo es. Es profundamente católica.  Ella es profundamente católica, como el 57% de los argentinos. Las encuestas mostraron que entre los que se declaran católicos, cerca del 60% estaba a favor de la ley.

¿Se lo puede convencer a Correa?
Es una decisión de Correa. Yo tengo un mensaje para él.

¿Cuál es?  
Que él tiene que decidir en qué lado va a quedar en los libros de Historia porque el matrimonio igualitario se va a aprobar en Ecuador, como ocurrió en Argentina, Uruguay o Brasil. Tarde o temprano, en todos los países, se va a aprobar, como sucedió con el voto femenino, como se abolió la legislación racista, como se permitió el matrimonio interracial. Ahora se recuerda la época cuando las mujeres tenían prohibido votar como un anacronismo, algo absurdo. Hoy nos acordamos cuando estaba prohibido que una persona blanca se casara con una negra como una cosa absurda y esto va a pasar con el matrimonio igualitario.   

De acá a 10 años nos vamos a acordar, los más jóvenes  van a decir en serio en tu época los gays no se podían casar.  Te van a preguntar por qué y va a ser difícil explicarles a los jóvenes del futuro por qué estaba prohibido que dos hombres o dos mujeres se casaran. ¿Qué van a hacer los chicos? Van a ir a la biblioteca a buscar los libros de Historia para ver cómo fue y ahí lo que Correa tiene que decidir es si ese libro de Historia dirá que Correa fue el último presidente que intentó impedir que Ecuador se sumara a la lista de países que ya reconocían el matrimonio igualitario, o si Correa fue el primer presidente de Ecuador que tuvo el coraje de permitir esta medida. Pero el matrimonio igualitario va a pasar. Cristina quedó del lado correcto de la Historia.

Cuando eligieron a Jorge Mario Bergoglio usted tuitéo “por la puta madre”. ¿Por qué?
Jorge Bergoglio era cardenal de Buenos Aires y en determinado momento él envía una carta a las monjas cuando se estaba discutiendo la Ley del Matrimonio Igualitario, en la que dice textualmente que el proyecto de ley no es un proyecto legislativo sino una movida de Satanás, del padre de la mentira para destruir la creación de Dios en la Tierra y dice que esto es una guerra, una guerra santa entre Dios y el demonio.  Hablar de guerra santa es una locura, nosotros no estamos en guerra con nadie. Si Bergoglio le quiere declarar la guerra a alguien que lo haga, pero nosotros no vamos a pelear. Nosotros estamos discutiendo democráticamente una ley en el Congreso. Esa declaración, por más que diga ahora que fue una metáfora, produjo violencia porque una senadora del Opus Dei comenzó a organizar audiencias públicas en todas las provincias para “debatir” el matrimonio.

Audiencias en las que  no nos dejaba entrar o de diez solo entraba uno y entraban todos los activistas de la Iglesia. Nuestros compañeros tenían que salir escoltados por la Policía porque les tiraban piedras.  Ese odio lo generan palabras de personas como Bergoglio. Fue un irresponsable e hipócrita porque al día siguiente de que mandó esa carta se comunicó por teléfono con un compañero nuestro, y le dijo que no pensaba eso, pero que estaba presionado y no le quedó otra, que hubiera preferido no hacerlo. Bergoglio reconoció en privado que escribió esa carta porque estaba presionado, entonces invocó el nombre de Dios en vano, para decir algo que no piensa y lo hizo por una necesidad política personal. Él puede ser el primer Papa que cambie la política de la Iglesia hacia los gays o puede ser el Papa más conservador de la Historia porque si hay algo que caracteriza a Bergoglio es que es un político muy hábil y sin ningún escrúpulo. Entonces si él interpreta que en al interior de la Iglesia y en el juego de conspiraciones, alianzas y traiciones de El Vaticano a él le conviene ser el papa que modernice la Iglesia, lo va a hacer. Si él considera que al interior de la Iglesia le conviene acercarse a los sectores más conservadores para obtener más poder, lo va a hacer y será un papa homofóbico y machista.       

¿Por qué no la unión de hecho?   
En todos los países donde se dio la discusión por el matrimonio pasó lo mismo.  El discurso era ‘hagamos una ley que tenga todos los derechos, pero que no se llame matrimonio, sino unión civil o familiar’. Esa es la manera de evitar el cambio cultural, de decir ‘está bien, como somos cristianos y como tal somos caritativos vamos a dejar que tengas herencia, pero eso no se llama matrimonio porque tiene que quedar claro en la ley que no vales lo mismo que yo. Que tu pareja no vale lo mismo que la mía, que  no eres igual de ser humano que yo. Yo soy un poco más ser humano’. Eso es como si la legislación prohibiera a los negros el derecho a casarse y se aprobara una ley de unión de negros. Eso significa que en la ley diga que hay ciudadanos de primera y de segunda. Eso es mucho más importante que la discusión sobre la herencia. Yo estoy discutiendo por mi dignidad como ser humano, no por la herencia.

Otro argumento en contra es que ¿para qué los GLBTI quieren ser parte de una institución que ha fracasado como el matrimonio?
La cuestión clave es que nosotros luchamos por tener los mismos derechos que los demás. El matrimonio a algunas personas les puede parecer una institución fracasada y a otras no. Los heterosexuales que consideran que el matrimonio es una institución fracasada tienen la opción de no casarse, los gays que no consideran que el matrimonio sea una institución fracasada tienen la opción de casarse.

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