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Llantas transformadas en zapatillas cambian las vidas de personas

Alejandro Malgor, uno de los tres socios y directores de la empresa argentina Xinca, recorre la explanada llena de neumáticos, en Buenos Aires. La firma ha logrado unir su compromiso por la ecología con la responsabilidad social en una iniciativa que recicla neumáticos y residuos textiles para fabricar zapatillas.
Alejandro Malgor, uno de los tres socios y directores de la empresa argentina Xinca, recorre la explanada llena de neumáticos, en Buenos Aires. La firma ha logrado unir su compromiso por la ecología con la responsabilidad social en una iniciativa que recicla neumáticos y residuos textiles para fabricar zapatillas.
Fotos: EFE
08 de enero de 2018 - 00:00 - Agencia EFE

Una empresa argentina ha logrado unir su compromiso por la ecología con la responsabilidad social en una iniciativa que recicla neumáticos y residuos textiles para fabricar zapatillas y que da trabajo a personas en riesgo de exclusión: presos y jóvenes con problemas de drogas.

La firma Xinca, que nació en 2013 con vocación de ser una empresa social de impacto, busca “rentabilidad, pero también resolver algún problema ambiental y social”, aseguró Alejandro Malgor, uno de los tres socios que fundaron la compañía en la provincia de Mendoza.

Orgullosos de que sus zapatillas “estén hechas con basura” —residuos de ruedas—, los tres mendocinos buscaban una solución al problema de los desperdicios en Argentina, donde “se desechan 100 mil toneladas por año”.

“Empezamos a ver diferentes deficiencias ambientales en nuestro país y conocimos puntualmente el problema de la basura y, dentro de aquella, los residuos de neumáticos”.

Para evitar el daño que genera al ambiente y a la salud  la quema o el entierro de los deshechos de las llantas, buscaron un artículo popular en cuya fabricación pudieran utilizar esta materia prima y alargar su vida útil.

Tras tomar conciencia de que la industria de la moda es la más contaminante, luego del petróleo, pensaron en un producto que tuviera entre sus componentes residuos textiles.

Así llegaron a las zapatillas, un elemento que, “lo use la mayor cantidad de gente posible porque mientras más gente lo emplee, más podremos reciclar”.

Hasta el año pasado, la empresa recicló 20 mil kilos tanto de residuos textiles como de neumáticos.

Su filosofía de “revalorizar cosas que se están perdiendo” empieza por su nombre, Xinca, término que se refiere a un grupo de cuatro lenguas que habla poca gente de una comunidad en Centroamérica.

Por su vocación de responsabilidad social, Xinca incorporó a sus procesos personas con diferentes problemas sociales: madres solteras, personas que viven en zonas rurales, presos y gente excluida del mercado laboral.

Hace un año que trabajan con 80 internos del penal de San Felipe, una cárcel de Mendoza, donde han montado un taller para “enseñarles un oficio, hacerles sentir la importancia del trabajo y darles la oportunidad a futuro para que, una vez obtengan su libertad, puedan seguir con nosotros”.

Además de la gente del penal, laboran 25 personas de cinco organizaciones sociales, como Impulso Social o Hilo, Aceite y Aguja, que ponen en contacto a personas con necesidades de trabajo con empresas que tengan vocación de impacto social.

Ramón Francisco Garro, fundador de Impulso Social, empezó en los talleres de Xinca desde su creación, tras dos años de que nadie quisiera contratarle a causa de dos operaciones de columna por haber trabajado muchos años en las viñas de Mendoza.

“Apostaron por nosotros sin saber nada. Nos trajeron un poco de trabajo para ver cómo salían las cosas. Gracias a eso pude volver (a trabajar). Te sientes valorado como persona y como humano. No te juzgan por que hayas tenido antecedentes con la ley o problemas con la droga”.

Bajo la premisa de “dar segundas oportunidades, tanto a las personas como a los residuos”, los tres mendocinos obtuvieron el premio Mayma 2014 al mejor emprendimiento de Argentina y una mención de honor de Naciones Unidas en 2015.

Para Malgor estos reconocimientos sirven para “contagiar” a otros jóvenes a que “construyan con esta lógica: es bueno hacer dinero, pero de forma correcta, poniendo por delante a personas”. (I) 

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