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Las trabajadoras sexuales piden un negocio justo

Las mujeres que prestan servicios sexuales trabajan en las calles del Centro Histórico. Alcaldía busca reubicarlas.
Las mujeres que prestan servicios sexuales trabajan en las calles del Centro Histórico. Alcaldía busca reubicarlas.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
06 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Sociedad

La avenida 24 de Mayo, en el Centro Histórico de Quito, era su lugar de trabajo y residencia hasta antes del 2001. Todos los días, Laura, recorría el sector en búsqueda de sus clientes.

“En ese tiempo era joven y podía lucir mi figura y usar tacones sin complicación”, recuerda la mujer de talla L y cabello tinturado.

Después de 16 años, Laura sigue ejerciendo el trabajo sexual, pero ya no lo hace en la 24 de Mayo, pues la municipalidad de ese entonces cerró todas las casas de tolerancia de ese sector y trasladó a las sexoservidoras a La Cantera, una zona para tales efectos levantada a pocas cuadras del expenal García Moreno.

La mujer de 48 años asegura que ninguna de las chicas que ofertaba  sus servicios en la antigua zona rosa del Centro de Quito trabaja en La Cantera.

“Actualmente estamos en las calles del centro y en las plazas del Teatro y Santo Domingo, esta última está a dos cuadras del ahora bulevar de la 24 de Mayo”.

La administración de Augusto Barrera (2009-2014) ya planteó una reubicación para las trabajadoras del Centro Histórico; sin embargo, el proyecto sigue sin concretarse. “Han pasado tres años de gestión del alcalde Mauricio Rodas, continuamos en las calles, las autoridades ofrecen maravillas que hasta ahora no veo”, protesta Marlene, quien es parte del gremio.

Laura y Marlene acudieron a un foro que se realizó en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

En dicho encuentro ambas indicaron que no están en contra de la reubicación, pero que la gestión debe ser “coherente y justa”.

Con esto coincidió María José Flores, dirigente de la organización ‘Por un futuro mejor’, una de las ponentes. Flores, quien ejerce el trabajo sexual desde hace ocho años, enfatizó que el colectivo se ubica en barrios del centro. Ella considera que proporcionan seguridad en las zonas por donde transitan y que no son una mala imagen para el espacio público.

“Nosotras captamos a los clientes en las calles, mas no ejercemos el trabajo sexual en la calle”, aclara.

María Tituña, de la organización ‘Mujeres con esperanza para una vida mejor’ de la 24 de Mayo, agrega que ella y sus compañeras tienen una buena relación con los vecinos y que los conflictos no son con ellos, sino con las autoridades.

Uno de los ofrecimientos municipales -según Flores- es capacitarlas en diferentes actividades para que tengan otra alternativa de generar ingresos. Ella agradeció la iniciativa, pero resaltó que cada trabajadora es libre de elegir la forma de “ganarse la vida”.  En su caso, no dejará la actividad.

La meta

Tituña adelanta que una de las propuestas del colectivo es ser dueñas y administrar los centros donde se vayan a ofrecer estos servicios.

Las mujeres desean acceder a los beneficios del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Las trabajadoras que superan los 50 años son las más preocupadas.

En las calles de la capital hay féminas de hasta 60 años.  “Es necesario que estas compañeras se jubilen, pues los dueños de las casas de tolerancia se enriquecieron con su trabajo cuando eran jóvenes (y ellas no)”.

La Red de Trabajadoras Sexuales de Ecuador precisa que el 79% de ellas tiene entre 21 y 40 años de edad; el 94% son madres y el 81% tienen a su cargo los hijos y son cabezas de sus hogares.

El 47% ejerce hace nueve años; el 17%, entre uno y dos años; y uno de cada 10, entre cinco y seis años.

Tituña admite que cuando se trabaja en una casa de tolerancia deben ajustarse a reglas y horarios, “pero si nosotras mismas somos las que establecemos las normas no nos explotaremos”.

Laura y Marlene cuentan que trabajar de forma ‘independiente’ tiene sus ventajas y desventajas. Entre los beneficios constan el manejo de su tiempo (no se rigen a un horario laboral ni a un jefe). El inconveniente es que carecen de seguro social. (I)

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