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El Telégrafo
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La violencia en TV debe ser discutida en la familia

La violencia en TV debe ser discutida en la familia
12 de agosto de 2012 - 00:00

Con un brazo cercenado y rodeado de sangre. Así dibujó  uno de los hijos de Ricardo Chango a Goku,  personaje animado de la serie Dragon Ball Z.

Leonardo, el autor del dibujo, tiene 9 años.  ¿De dónde sacaste ese dibujo? Le preguntó Ricardo a su hijo: “lo vi en la tele, papi”, contestó el niño.

“A mí no me gusta prohibirles a mis hijos que vean televisión, pero me preocupa que vean tanta sangre y tanta pelea”.

¿Qué impacto causan en los niños las representaciones televisivas de la violencia?

El Consejo Nacional de la Niñez y Adolescencia (CNNA)   realiza  un proceso de Control de calidad  y Valores en los Mensajes y Programa de Radiodifusión y Televisión (Siclame), basado en la Resolución 3  del Registro Oficial 695 expedida el 3 de mayo de 2012.

Sara Oviedo, secretaria ejecutiva del CNNA, considera  que el sistema ayudará a controlar los contenidos y mensajes de los programas transmitidos por radio y televisión.

“Lo que buscamos es que los medios de comunicación clasifiquen y establezcan parámetros para la producción y difusión de información pública y, además, se indique la clasificación a cada programa”.

Mauro Cerbino,  investigador de la Facultad de Comunicación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) cree que la normativa es pertinente, pero no considera que la programación violenta produzca en los niños una conducta de este tipo.

Él considera que  un menor de edad tiene que estar expuesto a un ambiente agresivo que sería “un factor disparador” para que el niño o la niña se conviertan en una persona violenta.

Cerbino señala que es necesario que los padres hablen permanentemente sobre la violencia que se emite en la televisión para evitar que esos programas se sigan consumiendo.

Pone como ejemplo a la telenovela que representa la vida de Pablo Escobar que se   emite  en el canal Gamavisión, un segmento “Empobrecido y reducido a lo mercantil”.

“Es ahí cuando entra de nuevo el acompañamiento, la guía para ver esos programas porque los niños y jóvenes sí toman en cuenta cuando se hace una reflexión sobre estos programas”, indica.

La psicóloga Lourdes Espinosa    recuerda que el artículo 46 de la Constitución dispone que “el Estado adoptará, entre otras, las medidas que aseguren a las niñas, niños y adolescentes protección frente a la influencia de programas o mensajes difundidos a través de cualquier medio,  que promuevan la violencia o discriminación racial o de género”.  Sin embargo, la profesional considera que eso “solo es teoría”. 

Oviedo señala que la normativa  no constituye una imposición y que tampoco se busca coartar la libertad de expresión de las televisoras y sus audiencias, lo único que se hará, agrega, es “dar un espacio a la ciudadanía para que manifieste sus quejas por alguna programación.

Esta normativa se lleva a la práctica en cumplimiento con el artículo 45 del Código de la Niñez y Adolescencia el cual señala que “se consideran inadecuados para el desarrollo de los niños los textos, imágenes, mensajes y programas que inciten a la violencia, exploten el miedo o aprovechen la falta de madurez de los niños y adolescentes para inducirlos a comportamientos perjudiciales o peligrosos para su salud y seguridad personal y todo cuanto atente a la moral o al pudor”.

Sin embargo, la violencia cinematográfica también puede ser hiperestética y funcionar como elemento narrativo en una historia, como lo demuestran las películas de Quentin Tarantino y Park Chan Woo, cineastas que han creado historias violentas para desarrollar relatos sobre la venganza o la demencia.

Cerbino considera que los adolescentes y los jóvenes, consumidores de películas violentas, no resultan afectados por este tipo de imágenes.  “Ellos tienen criterio suficiente para diferenciar que eso es ficción. Por el contrario  a muchos les pueden afectar las noticias. De hecho ellos señalan que eso sí los trastorna porque saben que  ocurre en la vida real”.

¿Cómo se desarrolla el proceso de control de calidad?

Miembros del CNNA han trabajado con cuatro canales de televisión para explicar el rol que debe cumplir el Siclame, estos medios se han comprometido a revisar su programación para ofrecer segmentos que tengan contenidos positivos.

También se ha planteado que al inicio de cada programa se ofrezca información previa del espacio: si es violento o si tiene contenido sexual y  a qué segmento etario  está dirigido. También se ha establecido una clasificación, analizando los horarios y la edad del televidente.

De 06:00 a 21:00 se emitirá  programación considerada para todo público (TP), de 07:00 a 12:00 lactantes y adolescentes (0 a 5 años), de 12:00 a 18:00 para niños y niñas (6 a 12 años), de 18:00 a 21:00 para adolescentes y jóvenes de entre 13 y 18 años y de 21:00 a 06:00 dirigida al público adulto.

“Yo trabajo hasta las 18:30, me preocupa que mis hijos puedan ver telenovelas o programas en los que se degrada a otras personas, sé que en ciertos programas de farándula se han emitido comentarios racistas hacia los afrodescendientes, esa violencia verbal no debería permitirse”, dice   Ana Salazar, madre de dos menores de edad.

Si los televidentes miran una imagen o programa que consideran que atente contra el artículo 45 del Código de la Niñez y Adolescencia  pueden presentar sus quejas, a través de un oficio o denuncia.

Si emiten su queja por medio de un oficio, la Superintendencia de Telecomunicaciones dispondrá al concesionario de la estación que presente las grabaciones (audio y video) del programa o acto cuestionado.

Luego de que se recabe la información, el televidente puede presentar una queja escrita dirigida al Consejo Nacional de Telecomunicaciones que  será receptada por la Secretaría Nacional de Telecomunicaciones. Luego se emitirá un informe ante el CNNA.

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