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La intensa esperanza de una curación “a galope”

La intensa esperanza de una curación “a galope”
14 de febrero de 2012 - 00:00

La madre salió corriendo tan pronto escuchó la bulla, el movimiento. Buscó atención entre la gente -recuerda-.  No tenía opción, esa era su oportunidad, la estaba esperando. Una caravana médica regalaba sillas de ruedas y la mujer quería una para su hija. Quería alivianar el peso de atender a una niña de ocho años que por una discapacidad física se arrastraba por el suelo. 

Era el 2 de noviembre del año pasado. El doctor Mauricio Barcos lo recuerda bien. No podía olvidar aquella postal dolorosa. Él, parte de aquella brigada médica, acudió a evaluar la situación de la infante y el cuadro que observó resultó inverosímil, demoledor. Carolina se movía como un cangrejo y hablaba poco, muy poco, casi nada.

La silla de ruedas, sin embargo,  ahora, cuando han transcurrido cuatro meses, casi no la usa. Carolina, a pasos cortos, ya camina. Sus pies avanzan sigzagueantes de frente, casi sin ayuda. Los cuadros de convulsión que la niña presentaba han ido desapareciendo, se alegra su madre. Algo que hasta ese noviembre era cosa imposible. Barcos decidió que la niña debía recuperarse con equinoterapia.

Carolina nació con parálisis cerebral infantil. Frente a eso la terapia física es fundamental para que se recupere, diagnosticó el médico.

Este tratamiento tiene que ver con la transmisión, con algo parecido a una comunión con el caballo.  “El caballo transfiere calor corporal, ritmo cardiaco, los movimientos se comunican a través de su  espina dorsal. Se pone una montura delgada para que el apoyo sea sensorial con el paciente”, explica Barcos.

Esto quiere decir que los pacientes irán estableciendo una especie de conexión. Con Carolina pasó eso. Ella fue captando el movimiento del caballo y fue replicándolo.  La forma en que el paciente monta al animal  es variada. Por ejemplo, “cuando un niño posa el abdomen y el pecho sobre el lomo, receptará aparte del calor del equino los movimientos sobre los músculos y huesos”, cuenta María José Dávila, terapeuta. Cada tratamiento es diferente y depende directa y estrictamente  del estado del paciente. 

La terapia psicopedagógica sirve para que el enfermo pueda desarrollar capacidades cognitivas a través de la recreación. Estas también se desarrollan sobre el lomo del caballo, sumadas a algunas actividades como pintura, rompecabezas y otros. Barcos sostiene que la equinoterapia busca reinsertar a los chicos con capacidades especiales. Un ejemplo es el tratamiento del autismo. “Si usted pregunta qué espera un padre que tiene un hijo especial, verá que espera que sea sociable, independiente y que aprenda un oficio”, comenta.

Pero qué tipo de caballo se adapta a este tipo de terapias. Rodney Zambrano, entrenador del centro de Equinoterapia de la Prefetura del Guayas lo define así: “El caballo debe tener predisposición y docilidad al caminar. Son adiestrados con doma natural. Se los lleva a un estado de total confianza. Con eso generamos un liderazgo”.

“Necesitamos un caballo no tan alto, para que los terapeutas que acompañan al paciente puedan tener control sobre los movimientos tanto del animal  como del paciente”, explica, y agrega que estos últimos  tienen tres tratantes al lado en cada sesión, que puede extenderse hasta los cuarenta minutos. Dos los cuidan por los costados, para que no se caigan, y uno más guía al equino. Estos tratamientos se desarrollan en campos abiertos.

En Guayas hay dos centros de equinoterapia: la Asociación de Ganaderos del Litoral, en Durán, y el Centro de Equinoterapia, en Samborondón. El segundo mencionado tiene 12 caballos y funciona de lunes a viernes.
Para tener acceso es preciso comunicarse con la Prefectura del Guayas. Luego de una evaluación se contempla la posibilidad de asistir. El programa que maneja este centro está dirigido a gente de escasos recursos económicos. A este  asiste Carolina.

Allí  se valora cada cuatro meses el avance de los pacientes. A partir de dichas  evaluaciones se define su continuidad. Carolina seguirá; y así, cada jueves, la niña saldrá del recinto Santa Martha, cerca de El Triunfo, para avanzar en el proceso de recuperación de su independencia.

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