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El Telégrafo
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La desconfianza en las medicinas se incrementa

Expertos estiman que la desconfianza hacia el discurso médico se explica por una exigencia de los pacientes: mayor implicación en las decisiones de salud.
Expertos estiman que la desconfianza hacia el discurso médico se explica por una exigencia de los pacientes: mayor implicación en las decisiones de salud.
Foto: AFP
27 de enero de 2018 - 00:00 - Redaccion Sociedad

El escepticismo hacia la medicina, incluso la desconfianza, aumentó en los países ricos donde se cuestionan en internet desde las vacunas hasta la industria farmacéutica.

“El nivel de confianza no es el mismo que hace 20 años. Se resquebraja”, reconoce el inmunólogo francés Alain Fischer.

El fenómeno se inscribe en un movimiento de desconfianza hacia el discurso científico y las élites.

Por ello, este sentimiento no incumbe tanto a los médicos de proximidad, como a “la industria farmacéutica y las autoridades sanitarias en un contexto de escándalos y de mala gestión de varias crisis”, explica Fischer. Dos ejemplos claros son el vioxx en Estados Unidos y el mediator en Francia, que resultaron ser dos medicamentos peligrosos para la salud.

Artículo retirado de The Lancet
La desconfianza “se difunde entre la población”, asegura Fischer, expresidente del comité que preconizó el aumento del número de vacunas obligatorias a los niños en Francia.

La medida entró en vigor, pese a la oposición de las antivacunas. En el país de Louis Pasteur, pionero de la vacunación, el 41% de los franceses interrogados por un estudio internacional en 2016 estimó que estos productos no son seguros.

Sus detractores esgrimen un supuesto vínculo con el autismo, basándose en un estudio publicado en 1998 por el doctor británico Andrew Wakefield en la prestigiosa revista Lancet.

Pero el artículo fue retirado en 2010 por la revista científica, que entonó su “mea culpa”, el British Medical Journal tachó en 2011 el estudio de “trucaje” y las investigaciones conducidas desde entonces nunca demostraron un vínculo entre las vacunas y el autismo. En la era de las noticias falsas, sin embargo, esta tesis se propaga en internet.

Cajas de resonancia
“Las redes sociales se convirtieron en la principal fuente de información para muchos de sus usuarios”, subraya Walter Quattrociocchi, de la Universidad de Venecia, quien es experto en desinformación digital.

La búsqueda de informaciones en la red es regida por un “sesgo de confirmación”: el internauta privilegia las fuentes que refuerzan sus opiniones. “Esta exposición selectiva desempeña un papel crucial en la difusión de contenidos, creando cajas de resonancia de grupos de gente con las mismas opiniones”.

En 2014, dos investigadores de la Universidad de Chicago publicaron en la revista Jama un estudio sobre “las teorías del complot en el ámbito médico en EE.UU.”.

Un sondeo entre 1.351 personas confrontadas a seis “teorías del complot” arrojó que el 49% adhería a una de ellas y el 18% a tres.

Por ejemplo, el 37% estaba de acuerdo con esta frase: “La agencia estadounidense del medicamento impide de forma deliberada al público acceder a los tratamientos naturales contra el cáncer y otras enfermedades a causa de las presiones de los laboratorios farmacéuticos”.

“Las teorías del complot en el ámbito médico pueden dictar comportamientos en materia de salud”, escribieron los autores Eric Oliver y Thomas Wood, constatando que quienes creen en estas tesis no son paranoicos excéntricos, sino personas normales.

“Hay políticos que utilizan el sentimiento de desconfianza como un vector del populismo”, subraya Fischer. En su campaña Donald Trump vinculó, en 2014, la vacunación con el autismo.

La Academia británica de Ciencias Médicas publicó un documento para mejorar la información a pacientes. Un estudio reveló que el 37% de los británicos confía en los datos de la investigación médica, frente al 65% que se fía de la experiencia personal de sus allegados. (I)

Investigación informa sobre resistencia a quimioterapia
Investigadores españoles descubrieron que el número de mitocondrias -fábricas de energía- de una célula tumoral predice su sensibilidad a la quimioterapia: aquellas que tienen una elevada cantidad son las que responden bien al tratamiento.

Según sus autores podría explicar por qué algunas células mueren tras el tratamiento antitumoral mientras otras, genéticamente idénticas, son capaces de sobrevivir y causar la reaparición del cáncer.

La cantidad de mitocondrias podría servir, por tanto, para predecir la sensibilidad del paciente a un determinado tratamiento.

El Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CNB-CSIC) de España recuerda que uno de los problemas de los tratamientos es la resistencia que presentan algunos pacientes. Esto se debe a que la terapia no es eficaz contra todas las células tumorales; algunas sobreviven y son capaces de regenerar el tumor.

Tradicionalmente, las diferencias de sensibilidad a la quimioterapia se habían asociado a las variaciones genéticas. “No todo es determinado por la genética, el contexto interno y externo influye profundamente en la célula”, detalla Francisco Iborra, director del trabajo e investigador del CNB-CSIC. (I)  

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