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“La ciudadanía tiene derecho a saber lo que come”

“La ciudadanía tiene derecho a saber lo que come”
01 de diciembre de 2013 - 00:00

Cuando Andrea Torres cumplió 56 años comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza. “Los chocolates y snacks que comía por las tardes en mi trabajo me pasaron factura”, cuenta luego de pasar un cuadro severo de arritmia, “sino cambiaba podía morir”. Las enfermedades cardiovasculares han ocasionado la muerte de 4.400 personas menores de 65 años, según la Organización Mundial de la Salud.

Andrea dice que hoy mantiene una dieta baja en sal y azúcar, además camina 30 minutos tres veces a la semana. Cambiar los hábitos de alimentación, como hizo Andrea, puede prevenir 10 muerte por dolencias cardiacas en el país.

A esto apunta el nuevo reglamento del Ministerio de Salud (MSP), en el que una etiqueta representará los contenidos de grasas, azúcar o sal de los productos alimenticios procesados. La etiqueta tendrá tres colores según  el nivel crítico de sus contenidos: rojo, alto; amarillo, medio; y bajo, verde.

¿Es suficiente poner etiquetas para disminuir el consumo de sal o azúcar asociado con enfermedades como diabetes e hipertensión?

“Tener productos etiquetados de una manera correcta es la herramienta más útil para que los consumidores cambien su sistema de alimentación. La ciudadanía tiene derecho a saber lo que come”, responde Paolo Di Croce, secretario general de SlowFood, organización italiana dedicada a promover alimentos orgánicos, que no afecten el medio ambiente y que practiquen el comercio justo entre productores.

Di Croce agrega que   poner etiquetas de colores, tal cual lo hizo Inglaterra, es el primer paso. El siguiente es una campaña masiva, “en la que se provea de información suficiente de la calidad del producto, su proceso de producción e  impacto en el ambiente”.   

Según la FAO, solo en Argentina, Brasil, Uruguay y Chile se exigen etiquetas en  los alimentos. En otros países, como México o Perú, instituir una ley similar no es tan fácil como freir una papa en un sartén.  

Hubo resistencias a proyectos de ley parecidos. El expresidente peruano Alan García, por ejemplo, comentó que “con leyes no se   evitará que la gente coma grasa”.

Aun cuando considera que la etiqueta debería ser más extensa en información, Di Croce dice: “admiro la voluntad para establecer la ley. Están poniendo en práctica la soberanía alimenticia”.

Según el activista italiano, la norma apoya a los pequeños productores, favorece a la economía local y fomenta el hábito de consumir vegetales y frutas propias.

Consumo moderado

Leer las letras pequeñas o las tablas nutricionales de los productos puede ser tarea confusa. Con etiquetas de colores el asunto es diferente.  

“El usuario podrá fácilmente darse cuenta si sus costumbres alimenticias son sanas, ver cuantos productos rojos tenga en su carrito de compras ayudará a modificar sus hábitos”, expresa la nutricionista Martha Ríos.

En el caso de las personas ya con enfermedades crónicas, la etiqueta, según Ríos, será una alerta para no empeorar su estado de salud.

Guillermo Fuenmayor, coordinador nacional de nutrición del MSP, explica que la función del etiquetado es mejorar la elección de los productos, en especial los procesados.

“Hay estudios de otros países  que indican  que mientras más información tiene el consumidor, mayor conciencia adquiere. Y si igual decide consumir un producto alto en azúcar, al  menos sabe lo que está ingiriendo”, dice el médico.

Fuenmayor reconoce que poner una etiqueta frontal no es la solución definitiva, “haremos en las próximas semanas una campaña masiva para que la gente empiece a revisar las etiquetas y tome una decisión libre e informada”.

¿Cómo se controlará el etiquetado?

El artículo 18 del reglamento indica que los alimentos y bebidas altamente procesados deben incluir el mensaje: “Este producto tiene menos del 50% del alimento natural en su contenido”.

Con respecto a las bebidas ultraprocesadas, Ríos advierte que estas contienen altas cantidades de carbohidratos. Al ser consumidas en exceso y combinadas con otros alimentos (un snack en funda por ejemplo) “podemos incurrir en la obesidad y enfermedades crónicas degenerativas, como la diabetes”.

La colocación de este mensaje y de las etiquetas será controlada por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria, según Fuenmayor.  

“Cuando un productor solicita el registro sanitario debe presentar un análisis de los componentes del producto. A partir de este examen la empresa será  la que  decida qué color de etiqueta tendrá”, agrega.

Si la autoridad detecta errores en lo declarado y etiqueta, “los productores tendrán que sujetarse a la norma como el retiro temporal o definitivo del registro sanitario según sea el caso”.

Lo cierto es que en América Latina, incluyendo Ecuador, la alimentación se ha basado por años en los granos, el maíz, frutas, etc.

Para Di Croce, poner etiquetas en la comida procesada permitirá ser cauto la próxima vez que abra el refrigerador y se pregunte ¿qué hay para cenar?. “Encontrará en sus recetas locales los sabores e ingredientes que necesita para elaborar un plato nutritivo”.

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