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La inequidad se mide por la distribución del consumo per cápita y es un índice social difícil de reducir

Elizabeth y Mayra superaron la desigualdad con créditos a mediano plazo

Elizabeth y Mayra superaron la desigualdad con créditos a mediano plazo
20 de abril de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Foto: Miguel Castro/El Telégrafo

Elizabeth Córdova 

“Los bancos me dicen que tengo un buró muy alto” 

Milagro.-

Quien transita por la vía a Naranjal, a la altura de la comuna Tres Cerritos, encuentra a un lado de la carretera un minisupermercado completo. Lo que antes era una pequeña tienda, hace 10 meses se convirtió en un amplio negocio que vende abarrotes, frigoríficos, artículos de bazar, papelería, accesorios para celulares, incluso tiene una pequeña sucursal de una institución bancaria.

Es el ‘Minimarket Carlitos’, propiedad de Elizabeth Córdova, una mujer de 29 años, que dejó la venta ambulante para convertirse en una microempresaria con ayuda de los créditos de desarrollo humano (CDH).

La dedicación al comercio empezó cuando tenía 17 años y vendía caramelos y otras golosinas afuera de la escuela de la zona. Por su condición de madre soltera siguió buscando nuevas alternativas para generar ingresos económicos, por lo que también vendió ropa a los transportistas de la terminal terreste de Guayaquil.

“Yo recibía el bono de desarrollo humano (BDH) en ese entonces y tuve la oportunidad de pedir mi primer crédito de $ 150 que los invertí en mi negocio afuera de la escuela.  Luego pedí otro crédito para la venta de la ropa”, cuenta Córdova. Para ella, lo más importante era que su ganancia no se gastara sino que la utilizada en nuevas inversiones.

Al quedar embarazada por segunda ocasión de su nueva pareja, Córdova decidió instalar un pequeño negocio en su vivienda. Esta vez fue un restaurante que ofrecía desayunos, almuerzos y meriendas que combinó con la atención en una  pequeña tienda. “Hice un crédito de $ 800 por dos años, con eso amplié mi negocio. Luego presté al Banco Nacional de Fomento $ 5.000 por 5 años. De allí empecé a incrementar el negocio y poco a poco fui construyéndolo”.

Córdova asegura que ser puntual en los pagos bancarios le permitieron acceder a un crédito más. Gracias al último préstamo recibió $ 15.000 que fueron utilizados para el levantamiento del minimarket que cuenta con carritos de compras y casilleros para que los clientes guarden sus pertenencias. “Ahora me da alegría porque los bancos me dicen que tengo un buró de crédito muy alto. Me gusta ser responsable en mis pagos”.

Solo en el distrito Milagro, en Guayas, se registran 201 casos de CDH en lo que va del año. Generalmente las personas lo aplican a diferentes sectores productivos, como agricultura, pesca, especies menores, cría de cerdo, comercio, servicios y manufactura.

Algunas de las personas que acceden a los créditos dejan de percibir el bono de desarrollo humano porque sus emprendimientos fueron efectivos y empiezan a generar sus propios ingresos, como el caso de Córdova.

Aunque ella asegura que vive humildemente, confiesa que el cambio de modo de vida ha sido notable. Su antigua casa era de caña, con piso de tierra, mientras que ahora tiene una vivienda esquinera de cemento y un vehículo propio.

Su inspiración siempre fue su madre, María Mercedes Romero (+), a quien le gustaba trabajar y hacer labor social en el recinto. Ahora Córdova también es líder comunitaria de Tres Cerritos y presidenta del Dispensario del Seguro Campesino, en el sector, por lo que representa a 1.200 jefes de la organización.

Hace tres semanas Córdova fue invitada por el Municipio de Yantzaza, una ciudad de Zamora Chinchipe, para que comparta su historia de superación con otras personas de la localidad. “Me da mucha alegría, porque si todo el mundo fuera así, emprendedor, no habría pobreza, todos podemos lograrlo cuando queremos”, asegura. (I)

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Foto: José Castillo/El Telégrafo

Mayra Escobar

“Nuestro hogar amplio y moderno nos cambió la vida”

Ambato

La casa tiene el típico ambiente de hogar. Hay orden, armonía y tranquilidad en sus espacios arquitectónicos que encajan bien con el resto del conjunto habitacional San Juan en el barrio Solís, en el suroriente de Ambato.

Mayra Escobar y su esposo, Eduardo Mejía, no pensaron que un año después de gestionar un préstamo hipotecario en el  Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (Biess) se cumpliría el sueño de toda pareja joven que funda un grupo familiar: su vivienda propia.

“Averiguamos en cuatro bancos privados y los intereses y las condiciones de los préstamos no nos convencieron. Finalmente, llegamos al IESS y decidimos realizar los trámites, pues considero todavía que fue la mejor opción”, asegura Escobar, quien es una ama de casa que cuida a sus dos hijos, Calel y Lucas.

Su marido es ingeniero mecánico y trabaja por períodos en la Amazonía. Cada 15 días regresa a la capital tungurahuense para compartir con los suyos.

“Nuestro hogar amplio y moderno nos cambió la vida radicalmente. Hasta comienzos de 2014 arrendábamos un departamento pequeño en la ciudadela Nueva Ambato. Pagábamos $ 150 mensuales. Pero cuando nació nuestro segundo hijo, acordamos esforzarnos por conseguir algo propio, más grande y bonito”, añade Escobar con una sonrisa amplia, mientras se arremolina en el sofá de la sala con muebles claros que armonizan con las alfombras y las puertas en tonos oscuros.

El conjunto habitacional San Juan está formado por 15 unidades habitacionales. Cada vivienda tiene sala, comedor, cocina, área de asados y tres dormitorios distribuidos en dos pisos. Además, cuenta con parqueadero, jardín y un espacio para estacionar carros de las visitas.

El área de construcción está cerrada y hay cercas eléctricas y guardianía privada. Es lo que muchos empresarios del sector inmobiliario llamarían un espacio para la clase media. Para Mayra y Eduardo es su hogar y que fue posible conseguirlo gracias a las oportunidades, que según dicen, hoy tienen.

“El inmueble nos costó $ 85 mil que pagaremos en 19 años. Desembolsamos mensualidades de $ 843. Los trámites nos tomaron 4 meses y al finalizar, el Biess le depositó el dinero en la cuenta del vendedor”, dice Escobar.

Los niños juegan en las áreas verdes del conjunto y su madre los mira. Los acabados son buenos, según su opinión, aunque tuvieron que añadir detalles a su gusto.

En el primer trimestre de este año el Biess desembolsó $ 305 millones en 6.676 préstamos hipotecarios. La entidad estima que al culminar el año se llegará a desembolsar $ 1.340 millones.

Desde la creación del Biess, en 2010, hasta la actualidad, se han aprobado 115.008 préstamos hipotecarios y se han desembolsado más de $ 4.600 millones.

El Biess anunció que las tasas de interés para créditos hipotecarios pasarán de 8,48% a 6%. Estos incentivos se aplicarán para la adquisición de viviendas de hasta $ 70 mil y que el valor del metro cuadrado sea máximo de $ 890. La reducción del interés significará un ahorro del 31,7% del valor total del inmueble. El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) también tiene previsto apoyar con bonos para este efecto.

“Recomiendo a otras personas que acudan al Biess y gestionen un crédito hipotecario para vivienda, pues van a obtener buenos resultados. No hay que dejar de soñar”, asegura Escobar. El barrio Solís se encuentra en una de las zonas de expansión de la ciudad, cerca de la Universidad Técnica de Ambato y de una docena de flamantes urbanizaciones. (I)

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