El 28 de junio se celebra el día del Orgullo Gay, que recuerda los disturbios en Stonewall a finales de la década de los 60, por una revuelta de la comunidad gay  contra la policía. A partir de ese momento, este día es emblemático para el movimiento Pro-Derechos de la diversidad sexual en Estados Unidos y en todo el mundo.

Para nosotros, los activistas, resulta importante este día. Sin embargo, personalmente existen cuestiones de fondo y forma sobre la fecha antes mencionada. Mi punto es hacer un análisis exhaustivo de las festividades que nos apropiamos.  

Sería importante que en Ecuador celebremos con la misma alegoría de la fecha actual el 25 de noviembre de 1997, cuando la homosexualidad en Ecuador dejó de ser un delito, o la inclusión de la Orientación Sexual en la Constitución de la República del Ecuador en 1998, o 2008, de la Identidad de Género en el mismo cuerpo legal.

El punto es que la fecha que se conmemora no nos pertenece como ecuatorianos, e incluso como latinos. En algunas ocasiones lo he planteado, sin embargo, no se le ha prestado mucha atención. Si resultase complejo cambiar la fecha de celebración actual, existe la viabilidad de conmemorar en las fechas antes mencionadas, es decir, doblemente en un año. Eso, por supuesto, rescata nuestro civismo como ecuatorianos, que si bien es cierto en otros lugares existen avances, pero también es justo celebrar los propios.

Las fechas por un lado; y por otro lado se encuentran los neologismos. La palabra “gay” es un vocablo inglés que ni siquiera traduce la homosexualidad al español, pues su traducción literal no tiene que ver en absoluto con nuestra interpretación española. En consecuencia, debería replantearse como el “Día del Orgullo LGBTI”, porque aparte no solo lo conmemoran los gays, si no toda la diversidad sexual, inclusive heterosexuales, familiares, amigos, etc.

Es importante indicar también, no solo a la diversidad sexual, sino a la población en general, que esta fecha no debe ser un día de “festejo pleno”, sino un día de conmemoración, un día de reflexión, sobre cuál es el siguiente paso para concretar nuestro libre existencialismo, al igual que el día de la mujer, la etnia o cualquier otra fecha; lo que se intenta con la colocación honorífica en un calendario no es su celebración, por el contrario es la búsqueda dialéctica a la “equidad”.

Esta fecha es importante, pero es importante también hacer un análisis de cuáles son los paradigmas que debemos romper respetuosamente, para reconocer nuestras propias luchas.

¡Celebremos sí, celebremos nuestras luchas, nuestros logros, y que otros nos lo celebren también!