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Jóvenes y adultos integraron la agrupación

“El coro musical de Quito fue el mejor de la visita de Francisco”

El grupo de personas que voluntariamente decidieron participar en el coro de la misa papal, ensayó durante un mes y medio en el Seminario San José. Foto: Archivo / El Telégrafo
El grupo de personas que voluntariamente decidieron participar en el coro de la misa papal, ensayó durante un mes y medio en el Seminario San José. Foto: Archivo / El Telégrafo
28 de julio de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

En algún momento el padre Jean Morales Pavón dijo en son de broma “si por mí fuera, que nunca venga un papa”, porque ya sabía lo que significaría una preparación de esa índole. En varias ocasiones ya había preparado las voces del coro para celebraciones eucarísticas especiales e implicaba un arduo trabajo.

Cuando supo que Francisco venía al país, él se encontraba en Argentina, estudiando Dirección orquestal y coral. Revela que se imaginaba que estaría acompañando a la comunidad eclesial a través de sus oraciones, pero no contó con que en mayo recibiría una llamada indicándole que debía regresar a Ecuador para hacerse cargo del coro de la misa del Papa en Quito.

Todo fue de un momento a otro. “Me llamaron a las 16:00 y a las 19:00 me dijeron que ya tenía el pasaje y estuve en Ecuador a las 06:00 del siguiente día. A las 09:00 empezó la reunión con miembros de la Conferencia Episcopal para decidir qué hacer durante la celebración”.

Primero se hizo una preselección de entre 600 personas, pero finalmente quedaron 240, entre personas del coro del Consejo Provincial de Pichincha y un grupo de Guayaquil.

Entre los adultos, jóvenes y niños integrantes del coro estaba María Caridad Espinosa. Ella audicionó con su hermana menor, Emilia Espinosa, de 15 años y ambas fueron escogidas para cantar en la misa.

Para ella se trató de una experiencia inimaginable. Fueron seis semanas de ensayos nocturnos durante dos horas, dos días a la semana. Los últimos se realizaron durante tres horas, pero Espinosa, de 20 años, asegura que valió la pena porque cuenta que esta experiencia le servirá para enriquecer sus estudios musicales.

Aunque al sacerdote Morales le tocó suspender sus estudios hasta marzo de 2016, manifiesta que la organización y preparación del coro le permitió conocer a buenas personas y llevarse una gran satisfacción. “El coro de Quito fue el mejor de la visita del Papa a Latinoamérica, no solo por el aspecto musical, sino por la parte litúrgica”. (I)

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