Cerrar la llave mientras se cepilla los dientes, secar la ropa con la luz del sol y no con un electrodoméstico, comer menos carne o dejar un día el vehículo en la casa, parecen acciones mínimas, pero en realidad significan gran contribución para mitigar los efectos del cambio climático. Incluso, en el acuerdo emitido en la última Conferencia de las Partes (COP21) se destinó un espacio para incentivar a la población a mejorar sus hábitos. Así lo informó Oliver Dangles, representante del Institud de Recherche pour le Developpement (IRD), en Ecuador.

Dangles indicó que movilizarse en bici es sano y entretenido. Permite ahorrar tiempo y dinero en los desplazamientos, además de que disminuye la huella de carbono en cuanto a la movilidad.

Según el ambientalista Santiago Carranco, cada litro de combustible que consume un vehículo supone unos 2,5 kilos de CO2 emitidos a la atmósfera. Por ello, pedalear para ir a la tienda, al trabajo o realizar trámites personales significa un gran aporte de la ciudadanía para evitar que la temperatura de la Tierra siga aumentando.

En Quito, por ejemplo, 80 kilómetros están destinados para el uso de los ciclistas. Según la Encuesta de Movilidad, de los 4’271.565 viajes diarios, 13.206 emplean este medio de transporte.

Laura Sargoto, quien se moviliza en bicicleta hace dos años, cuenta que aunque al inicio le resultó un poco arriesgado, pues en la urbe aún muchos conductores no respetan a los ciclistas, su constancia le permitió convertirse en una “experta en la bici”.

Para quienes no poseen una bicicleta, en la capital funciona un sistema público de este medio de transporte que se implementó en la administración del alcalde Augusto Barrera. Con una tarjeta, quienes viven en la capital pueden optar por una bici para trasladarse dentro de la urbe, desde el sector de La Y, en el norte, hasta la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico.

Sargoto dice que cuando se dirige a otra ciudad prefiere el bus al avión. Esto porque los viajes en este medio de transporte suponen el 40% del total de emisiones de dióxido de carbono que se produce en la naturaleza.

A escala mundial, datos de la organización ambiental Greenpeace señalan que los viajes en avión son el segundo componente más importante de la huella ecológica (23,4%) por detrás de la fabricación de bienes de consumo.

Además de su conciencia ambiental a la hora de transportarse, Sargoto también aplica varios ‘tips’ en su vivienda. Ella usa electrodomésticos eficientes y su sistema de luz y agua se maneja con sensores.

Carranco agrega que el consumo de agua (inodoro, ducha y lavabo) representa el 35% del gasto del hogar. Con los sanitarios ecológicos se ahorra el 60% de consumo. Aprovechar la luz solar es la mejor alternativa al uso de energía eléctrica.

En las oficinas y en las aulas de los establecimientos educativos, la mejor opción es aplicar el uso de las tres R: reducir, reusar y reciclar. En estos sectores es importante desarrollar campañas para minimizar el uso de los insumos escolares y de oficina. (I)