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Thalía Delgado, comunicadora social transexual

“Hay grandes avances en derechos”

“Hay grandes avances en derechos”
28 de junio de 2020 - 00:00 - Carla Maldonado

Es la primera comunicadora trans de su provincia, Manabí, y probablemente del país. Tiene 39 años y trabaja en Diálogo Diverso, una organización no gubernamental que ayuda a las diversidades sexuales. Thalía Delgado Macías conversó con este Diario sobre su vida y los cambios en los derechos de esas comunidades.

¿Cómo recuerda su niñez en Manta?

Mi niñez fue como la de cualquier niño. Somos 10 hermanos, soy la octava de la familia, estudié en una escuela fiscal y pasé al colegio. Mi sexualidad pasaba desapercibida porque no quería que aflore en ese momento, aún había tabúes. Pero en mi época ya se había superado esas historias de chicas transexuales golpeadas, abusadas, dedicadas únicamente al trabajo sexual en la calle.

¿Por qué se sentía diferente?

Por haber nacido con el sexo masculino, siempre me atraían los hombres. En un principio ocultaba eso, pero creces y cambia todo. En mi tiempo estaba entre que no se aceptaba, no era tan bien visto, sin embargo, el tema no era tan agresivo. Visitaba las peluquerías de compañeras y me contaban sus historias y vas creciendo con eso.

¿Los compañeros de escuela le hacían bullying?

No compartía los juegos con ellos, sino con mis hermanos y los niños de mi barrio. Fui distante en la escuela.

¿Qué pasaba en su familia?

Los padres siempre lo saben, pero no quieren asimilar esa realidad. Tu familia lo sabe, pero no la quiere aceptar, el barrio también lo sabe.

¿Qué le decían sus hermanos?

Si hoy le dice a un niño que debe jugar con muñecas, eso no significa que sea gay. El niño y la niña están aprendiendo a conocer y explorar. En mi caso, mi diferencia fue marcada desde muy temprano. Hasta mi madre reconoce que desde chiquita era diferente a mis hermanos.

¿Sufrió en su casa por su condición sexual?

Creo que no, me autoexcluí y creía que no me comprenderían. Somos un hogar muy unido, el problema de uno era de todos. Sin ellos no sería lo que soy. La familia es un pilar fundamental, nunca sufrí, el único inconveniente era mi hermano mayor. Él quería que camine y hable como hombre. Eso fue como mi talón de Aquiles y lo sobrellevé hasta la mayoría de edad. Pero a mí me gustaban los chicos. Siempre me gustó la ropa de mujer, el maquillaje, me cogía las prendas de mis hermanas y nos reuníamos con mis amigas en una huequita para cambiarnos de ropa. Allí empiezan a notar y olían la ropa de mi hermana a cigarrillo. Mi hermana menor me preguntaba pero yo decía que no sabía nada. Les llegó el rumor de que visitaba muchas peluquerías, así aprendí ese oficio.

¿Cuándo salió del clóset?

A los 18 años, les dije a mi madre y a mi padre. Les conté que me gustaban los hombres. Mi mamá lloró y se echó la culpa. Pero me sentí libre, era un peso, una mochila que llevaba en la espalda. Me harté de tanta mentira porque nosotros somos una familia católica. Nos inculcaron decir la verdad y  yo sentía que no podía más.

¿Quién le ayudó con eso?

Tengo una hermana que me consintió más. Le pedí a ella que llevara el mensaje a la casa. Ella pensaba que yo tenía algo con un amigo, pero no que me gustaban las personas del mismo sexo. Mi hermana lloraba y les contó la verdad durante una reunión familiar con mis otras hermanas, sus maridos.

Mi mamá y mi papá lloraban. Al otro día no me hablaron.

¿Pero usted entendió la reacción de su familia?

Sí, lo entendí. El impacto de la noticia, de saber que trajo al mundo un hijo varón, pero que él no se siente así. También golpeó la educación y la costumbre porque en la familia no hay nadie como yo, una mujer trans. Era difícil, además les pesaba el qué dirán. Le dije a mi madre que les conté la verdad porque ya no aguantaba. Y como no quería que sufran, decidí irme de la casa y viví con una amiga que tenía una peluquería y siempre me apoyó. A los 10 días de mi salida de la casa, me fue a ver mi hermano y me encontró vestida de mujer. Eso fue terrible, un shock para él, se puso a llorar y me pedía regresar con él. Le dije que yo estaba bien ahí y que regresaría cuando mi madre esté bien.

¿Qué pasó después?

Hablé con ella y me dijo que me acepta pero que no me vista de mujer. En ese momento lo acepté porque quería lo mejor para ella. Me quedé en la casa y me enseñó a hacer todas las cosas que hacen las mujeres. Pero ella seguía llorando. Mi papá actuaba de manera normal y le pedía a mi mami que me acepte. Pero no me sentía bien, salía a trabajar en las peluquerías y mi vestimenta cambiaba poco: el pantalón más apretado, las camisetas más cortas. Me independicé a los 24 años y ya tenía mi pequeña peluquería. Luego me fui a Guayaquil y después regresé a Manta.

¿Qué estudió?

Fui a la universidad y me gradué de comunicadora social. Fui la primera chica trans que estudió en una Universidad en Manabí, con mis faldas, mis tacos y todo. Pero bajo el nombre masculino. En el primer semestre hice los trámites para cambiarme de nombre y fui la segunda en Ecuador en cambiarme a un nombre femenino.

¿Cómo la trataron en la universidad?

Siempre me trataron bien y era muy buena estudiante, eso fue una ventaja y tuve buena aceptación. Hice un documental sobre la vida de una chica transexual y fui la protagonista: “Tal y como soy yo”. Me hicieron un seguimiento de tres meses, desde el trabajo en mi peluquería hasta los estudios en la universidad. También hice radio y televisión.

¿La discriminaron por su condición sexual?

Cuando llegué no había ninguna chica trans, solo chicos gais. Somos más visibles y más vulneradas. Tenía el nombre de chico, di mi examen, aprobé, pero llegó una chica como decana. Me llamó y me dijo que tenga mesura en mi vestimenta. Ella les pidió a los profesores me hostiguen para que me retire de la universidad. Eso fue después de aprobada la Constitución de 2008. Conocía mis derechos y uno de ellos era el estudio. Quería que utilice los baños de hombres y le pregunté ¿cómo me ve usted? Ella me dijo que me veía como mujer, yo le contesté que pienso y actúo como tal.

¿Cómo le ha ido en el amor?

Bien, tengo una pareja estable, vivo con un extranjero y nos amamos mucho. Me apoya en todo, es celoso, sabe que tiene una mujer inteligente y guapa.

¿Según usted, en Ecuador hay avances en los derechos de las comunidades sexuales?

Hemos avanzado mucho a partir de la nueva Constitución. El cambio de género en mi cédula, es un ejemplo de ello. A nivel educativo también, así como de participación pública y privada. Ya hay chicas que trabajan en instituciones del Estado. Cada vez está aumentando la inclusión de las comunidades LGBTI, pero aún existe discriminación. Creo que a veces exigimos y no damos.

Debe ser recíproco, no queremos derechos especiales sino los de todos. (I)

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