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Cristina López, entre la medicina y la maternidad

Thais, Cristina y Giulliana juegan en el consultorio médico de su madre, en el Hospital de los Valles.
Thais, Cristina y Giulliana juegan en el consultorio médico de su madre, en el Hospital de los Valles.
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
13 de mayo de 2018 - 00:00 - Redacción Actualidad

Los planes de la doctora Cristina López siempre se enfocaron en su profesión. De niña soñaba con ser médica y viajar por el mundo. No obstante, todo eso cambió cuando nacieron Thais, de 7 años, y Giulliana de 2.

En ese momento aprendió a distribuir su tiempo entre la maternidad y su carrera como ginecóloga. “Lo ideal es amar lo que uno hace. Ahí se traspasa esa felicidad al hogar y a los hijos”.

Lo más difícil que ha vivido López sucedió al estrenarse como madre porque Thais nació con una malformación congénita. “Recuerdo esa incertidumbre de los primeros minutos. No nos decían qué era y como médico sabes que algo malo pasa”. La pequeña no tenía la oreja izquierda. Esa noticia fue  impactante para los padres. “Uno idealiza a los hijos y fue un shock muy grande, pero lo hemos superado. La operaron en EE.UU. y ahora tiene su orejita”, cuenta.

En la actualidad, la madre atiende a un promedio de 16 pacientes cada día. Trabaja en las mañanas en la clínica Sistemas Médicos de la Universidad San Francisco de Quito y en la tarde en su consultorio particular en el Hospital de los Valles.

A López le encanta combinar su profesión y ser la madre de Thais y Giulliana. “Es importante estar presente, inculcarles principios y verlas crecer”. Por eso se organiza para darles tiempo. En la mañana las alista y desayuna con ellas. Trata de almorzar en la casa. Allí tiene unas horas para ayudarles en los deberes o preparar juntas algún postre hasta las 17:00, cuando vuelve a su consultorio. Su esposo también le ayuda.

Hay fines de semana que la llaman por alguna emergencia. A veces coincide que justo están en alguna fiesta de cumpleaños y debe irse.

“Ahí les digo que va a nacer un bebé y que ellas saben que debo cuidar a la mamita. Imagino que es feo, pero eso es parte de ser hijas de una doctora”. (I)   

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