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Cacao, el fruto que unió culturas y legó saberes tradicionales

Cacao, el fruto que unió culturas y legó saberes tradicionales
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
24 de agosto de 2019 - 00:00 - Redacción Intercultural

Hablar del origen del cacao en Ecuador es remontarse a la época prehispánica. Para ser más precisos al año 3.300 A.C, cuando la cultura  Mayo-Chinchipe consumía el grano, según los vestigios encontrados en el cantón Palanda (Zamora Chinchipe).

También hay que recordar sus diferentes usos y expansión por las antiguas civilizaciones de América y, tras la llegada de los españoles, por distintos países de Europa. 

Existen varios tipos de cacao, pero el único fino de aroma es el ecuatoriano, llamado también nacional criollo o “de arriba”. Es el que buscan los grandes chocolateros del mundo por su sabor inigualable y porque es el ingrediente indispensable para fabricar los mejores chocolates del planeta.

Los usos y saberes en torno al cacao fino de aroma en Ecuador son un patrimonio intangible. Los conocimientos y prácticas tradicionales relacionados con su cultivo, consumo, transporte y comercialización son parte de un proceso de construcción histórica y cultural que se ha mantenido constante por varios siglos.

Mina Bustamante (c) y Patricia León (d) en la degustación del chocolate en el evento realizado en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo.

Cuando  Mina Bustamante de Caicedo y Patricia León hablan del grano departen sobre la esencia de sus vidas. Ambas tienen un fuerte lazo con la fruta, su historia y los saberes ancestrales que se practican en zonas de los cantones de Vinces y Baba, provincia de Los Ríos.

Por eso fueron invitadas a compartir sus conocimientos y experiencias en el evento “Culturas vivas, arte y vida de las culturas de la Costa ecuatoriana”, que realizó en Guayaquil el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) con motivo del Día Nacional de la Cultura, el pasado 9 de agosto.

Mina, portadora de los saberes tradicionales del cultivo del grano fino de aroma, contó el modo tradicional de cosecha.

Patricia, artista plástica e investigadora del fruto, realizó una degustación de chocolate entre los asistentes.

Días después, en otro escenario y en una conversación más personal, ambas dialogaron sobre las prácticas ancestrales en torno a la fruta y  la importancia de su legado en la cultura ecuatoriana.

Mina comenzó su relación con el cacao hace 58 años, cuando se casó con Rubén Caicedo, tercera generación en la producción familiar de cacao fino de aroma, en la centenaria hacienda Rancho Grande,  en Vinces.

La propiedad de 35 hectáreas recibe a biólogos, catadores y otros especialistas nacionales y extranjeros que desean conocer el cultivo y cosecha del grano bajo las prácticas ancestrales.

Son procedimientos hereditarios que paulatinamente se diluyen por los sistemas contemporáneos que adoptan cada vez más productores, lamenta Mina.

En la hacienda trabajan seis personas que se dedican a la recolección de la mazorca madura y a extraer el bagazo, porque en época de la peste monilla (enfermedad causada por un hongo) hay que evitar el contagio de la planta afectada con la sana. Luego se deja tapado tres días, pero hay que moverlo, explica.

Los meses de cosecha de cacao son de septiembre a mayo, pero entre noviembre y abril hay mayor cantidad.

Durante esos días se coloca los granos en los tendales de caña guadúa. “Eso sí, hay que darle vuelta a cada hora para que drene el líquido que produce microorganismos y le da sabor  al cacao. Cuando está bien seco se lo coloca en sacos de yute”.

Recuerda que las haciendas y sus tendales eran amplios, pero no abastecían para el tendido y lo dejaban hecho rollo bajo un techito de caña guadúa y lo cubrían con hoja de bijao. Al siguiente día lo movían a otro lado porque entraba más cacao.

Ahora los tendales son de cemento y no dejan drenar el líquido que bota el cacao. Luego los ponen en cajones o sacos plásticos para macerarlo. Todo ese proceso altera el sabor. “Esa es una de las cosas que nosotros y otras haciendas cuidamos, porque todavía tenemos la costumbre antigua”.

Educación alimentaria
El trabajo de Patricia, guayaquileña de nacimiento con padres, abuelos y bisabuelos agricultores del cacao en Baba y Vinces, gira en torno a ese producto y tiene que ver con la educación alimentaria, con el arte y el ecosistema.

“Siempre me ha gustado, por mi origen, manejarme desde la vertiente de identidad. Provengo de gente de campo, productora de cacao en Los Ríos”. Ella investiga y difunde temas culturales  desde su espacio turístico denominado Ciudad Cacau.

 Patricia centró su labor artística utilizando la baba del cacao en la pintura. Primero fue una fase experimental y luego trabajó con los pisos vegetales.

¿Qué origina la riqueza de la fruta? “La riqueza realmente no la tiene en sí la planta, sino todo un ecosistema de cadena y los suelos. Mi trabajo se relaciona con esa visión de geografía personal, una dibujística propia relacionada con los pisos, la tierra, la descomposición química que tiene el cacao”.

Comenta que existen preparaciones ancestrales y es posible recuperarlas. Cuestiona  el excesivo uso de especies, leche y azúcares en la preparación del chocolate. “Es tan alto que borra la calidad del cacao fino de aroma”. No en vano la Theobroma Cacao, nombre de la planta, significa en griego “alimento de los dioses”. (I)

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