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El Telégrafo
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Bebés obligados a buscar la excelencia

Bebés obligados a buscar la excelencia
30 de octubre de 2013 - 00:00

Con cursos de chino o francés para bebés y clases de apoyo a partir de los 4 años, inicia la carrera por la excelencia para garantizar el ingreso del niño a las mejores escuelas.

Tribeca Language, un centro especializado en idiomas, propone diferentes cursos apenas la criatura comienza a balbucear. En una de las clases, una maestra francesa canta una canción infantil a mellizos de nueve meses sentados en una alfombra junto a su madre. Luego les muestra un juego con múltiples puertas decoradas con imágenes de habitaciones de una casa, detrás de las cuales hay figuras de animales.

“¿Dónde se encuentra el conejo? En el comedor”, afirma la maestra abriendo una de las puertitas. 

Maurice Hazan, fundador de Tribeca Language, notó al llegar a Nueva York -hace 20 años- que había una demanda de iniciación en idiomas extranjeros a una edad cada vez más temprana, de parte de los padres con mejores ingresos económicos. El chino está “de moda” y el francés “sigue siendo una señal de distinción”, explica.

En una ciudad ultracompetitiva, los estudios difundidos en los medios afirmando que hablar más de un idioma aumenta la capacidad del cerebro convenció a muchos padres. “Queríamos que nuestra hija desarrollase cualidades cognitivas, un oído para los idiomas y el gusto de culturas extranjeras”, dice la mamá de una niña de 4 años, que hace dos estudia en Tribeca Language.

Los padres creen que saber idiomas adorna  la solicitud de ingreso a un jardín de infantes prestigioso

Nueva York es objeto de un verdadero “baby-boom” y la competencia para entrar en las mejores escuelas privadas es feroz. Algunas organizan un sistema de selección draconiano a pesar de exigir tarifas de hasta $ 40.000 anuales. Esto las vuelve inaccesibles para muchos hogares, pero las buenas escuelas públicas son pocas y a menudo están en barrios de clases acomodadas.

“Me mudaría si pudiese, pero no tengo los medios necesarios”, dice Lee Berman, empleado público y padre de dos hijas de 7 y 10 años. En su barrio Lower East Side, en el sur de Manhattan, la enseñanza pública es tan mala que los niños atraviesan la primaria “sin saber leer ni contar”, agrega. Por ello, hace todo para que sus hijas ingresen en los programas públicos para niños “dotados y talentosos”, que ofrecen una enseñanza mejor a alumnos destacados desde los 4 años.

Hasta 2008, los directores de escuelas elegían a esos alumnos, ahora los niños se someten a una prueba escrita para garantizar la objetividad. Las hijas de Lee Berman siguen desde los 4 años cursos “de apoyo” en Bright Kids, que ofrece aplicaciones para teléfonos móviles o tabletas desde $ 35, cursos de entrenamiento por $ 400 y cursos a domicilio por $ 200 la hora.

Es consciente de que es demasiada presión para una edad tan temprana: “¡Empiezan a hacerles pasar exámenes incluso antes de que sepan leer y escribir!”, admite, mientras la menor de ellas intenta resolver problemas de lógica en una tableta junto con su tutora.

Andrew Peterson, profesor de Bright Kids, dice que algunos niños se niegan a sentarse o cumplir la tarea, “pero un buen maestro sabe hacer que se interesen de manera lúdica”. También debe explicar a los padres que “si su hijo obtiene puntajes de 98% en vez de 99%, sigue siendo muy inteligente”.

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