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La zona empezó a tener acceso a servicios básicos una década después del inicio del asentamiento y proceso continúa

La Roldós, de la lucha por la vivienda a barrio consolidado

La Roldós, de la lucha por la vivienda a barrio consolidado
02 de marzo de 2014 - 00:00 - Ela Zambrano, comunicadora Social

Escribir sobre La Roldós, barrio quiteño ubicado en el noroccidente de la capital y prácticamente sobre la lujosa urbanización El Condado, es narrar una historia de lucha por la vivienda en la capital y de desigualdades. Ese proceso social ha sido recogido incluso en varias tesis universitarias.

Por abril de 1982, los ya para entonces conocidos traficantes de tierra Segundo Aguilar y Carlos Yacelga promovieron la invasión de 110 hectáreas (de un total de 358) de la exhacienda Pisullí (más conocida como Pisulí), del Ministerio de Salud Pública; la cual fue ocupada por 4.500 socios (familias), particularmente migrantes de la Costa, Oriente y la Sierra centro.

Ese mismo año, pero por noviembre, Édgar Coral, otro conocido promotor de invasiones, motivó a ocupar el resto de terrenos de la hacienda Pisullí. Fue entonces cuando empezó la pugna entre ambos sectores, que incluyó quema de casas, vigilias armadas, muerte de vecinos de uno y otro barrio.

En la edición de junio de 2011 de la revista del Centro de Investigaciones Ciudad, se reseña la situación de la siguiente manera: “Nosotros compramos la hacienda y ellos nos invadieron; al menos eso era lo que nos informaban nuestros dirigentes. La escritura matriz la tuvimos en 1983. Nosotros nos defendíamos y atacábamos, hacíamos rondas armadas para defender la propiedad. Cada uno de los dirigentes quería toda la hacienda para ellos, para su gente. Nosotros tuvimos el apoyo político de Julio César Trujillo y Pisullí tuvo el apoyo de Jaime Hurtado, del Movimiento Popular Democrático (MPD)”.

El arreglo entre los habitantes de La Roldós y Pisullí se produjo en 1996, por intervención del Congreso Nacional: La Cooperativa Jaime Roldós vendió 108 hectáreas en 60 millones de sucres a la Cooperativa de Vivienda Pisullí, según describe la publicación. Solo así llegó la paz y el enfrentamiento Roldós-Pisullí dejó de ser noticia de la crónica roja.

La Cooperativa de Vivienda El líder abogado Jaime Roldós Aguilera limita al norte con la quebrada Chitaguayco y Catzuquí de Velasco; al sur, con la Cooperativa de vivienda Pisullí, con el barrio Colinas del Norte y la Cooperativa de Vivienda Camino a la Libertad; al este con el barrio San José de Cangahua y, al oeste, con la quebrada de Laime y parte del barrio Moncayo.

Está dividida en 2 etapas. La primera tiene 2.160 lotes y la segunda, 1.716 predios. La zona se divide en los sectores Vista Hermosa, La Inmaculada, América, La Paz, El Porvenir, Comité Pro-Mejoras 22 de Julio, Brisas del Norte, Vencedores y Luz del Norte.

Las primeras casas resultaban muy precarias, construidas con madera, plástico y zinc. El acceso a los servicios básicos: agua potable, alcantarillado, electricidad, se logró al cabo de mucho tiempo y tras desgastantes gestiones. En 1992 consiguieron la electrificación; en 1997, el agua potable; y poco a poco, el alcantarillado.

Según el presidente de la cooperativa, Leonardo Cuesta, los vecinos de La Roldós y la Pisullí han pasado la página de las antiguas confrontaciones y ahora realizan un trabajo mancomunado con el fin de mejorar el sector.

“Hemos logrado una buena articulación con los dirigentes de Pisullí, Primavera, La Comuna, El Rosal; Consejo Provincial y La Paz, entre otros sectores”, afirmó.

Una demostración de aquello es la presencia en la zona del Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) más grande de la ciudad. El CDC número 36, que se levanta sobre un área de 1.250 m² en pleno centro del barrio y que se inauguró en marzo de 2013. “Nos cambió la vida, se volvió un punto de encuentro de la comunidad, de los niños, los jóvenes y los barrios colindantes”, indicó Cuesta.

El CDC dispone de una sala de exposiciones, de cine, espacios informáticos, de apoyo escolar, de lectura, biblioteca, ludoteca, centro digital y sala de música, entre otros servicios.

Doña Digna, que vive al frente y administra un bazar, comentó que atrás quedaron las historias de “los invasores”, la pelea por la vivienda. “Estoy orgullosa de vivir en mi barrio. Ahora digo con orgullo que soy de la Roldós”, afirmó.

En la cooperativa de vivienda está prácticamente superado el problema de legalización de tierras, salvo una parte del barrio Vista Hermosa, donde también están pendientes las obras de alcantarillado y agua potable.

“Ahora estamos enfocados en la legalización de las construcciones, lo cual ha sido un poco complicado, pero necesario. Esto ha implicado analizar que las casas estén bien construidas y la posibilidad de que las familias amplíen o no sus viviendas. Todo se hizo sin planificación”, relató Cuesta.

Pero aunque la gente expresa su satisfacción con el presente de La Roldós, hay un tema que aún no ha sido superado y es el de la seguridad. Maribel Zorrilla, administradora de un cibercafé, indicó que ha mejorado en ese aspecto, pero que todavía tienen problemas de microtráfico de drogas y que los jóvenes saben dónde conseguirlas. La mujer señaló que aunque los robos han disminuido, aún existen. De hecho, antes del Enlace Ciudadano 298, en noviembre de 2012, pidieron garantías de seguridad para el Primer Mandatario, contó como anécdota.

En tanto, con la ampliación de la av. Rumihurco, vía de ingreso al sector, la construcción del parque Curiquingue y la determinación de un área ecológica, los terrenos se han revalorizado: un lote de 232 m² cuesta $ 13 mil; “obviamente con escrituras y todo legalizado”, aseveró la vendedora del predio.

Con la actual administración y también con la próxima, Cuesta dijo que esperan lograr que se nombren las calles, que se construya una Unidad Educativa del Milenio, porque la escuelita Manuel Abad ya no da abasto para todos los “guaguas”; también quieren que se recuperen las quebradas y se hagan parques lineales, y aunque “suena un tanto loco”, requieren de un cementerio.

“Este es un sector popular y así como nace gente, también se muere. Nuestros vecinos están enterrando a sus muertos muy lejos: en El Batán, Parque de Los Recuerdos. Hemos analizado que en 15 mil hectáreas se puede hacer uno que, al mismo tiempo, sea un parque ecológico”, concluyó Cuesta.

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