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Pobreza, crecimiento económico y renta
Los medios de comunicación muestran constantemente cifras, números fríos e impersonales con el incremento de “pobres” en el mundo; como cuando sube o baja el precio del petróleo, o la relación adquisitiva entre una moneda u otra; sin antes prevenir en cuál es el origen, las causas, la dinámica, persistencia y los procesos que debe enfrentar de manera sistémica el fenómeno de la pobreza.
A momentos da la impresión de que estamos frente a un problema sin solución, aunque por otro lado pareciera imprescindible la existencia de los pobres como para sostener ideologías o formas de explotación.
Los índices desfavorables en materia de pobreza, educación, salud y las desigualdades sociales están relacionados y acompañan los discursos políticos, como objetivos a los que se debe encontrar solución; cuyas fórmulas aún no reflejan resultado contundente. Los gobiernos intentan hacerle frente confiando en que los beneficios del crecimiento económico disminuyen automáticamente esos factores, como si fuese fórmula que actúa de manera directamente proporcional.
El economista inglés J.M. Keynes (1883-1946), hace algunas décadas planteaba la relación entre distribución de la renta y crecimiento económico, el aumento del consumo como mecanismo que elevaba la producción, defendía la redistribución del ingreso como estímulo que favorecía la recuperación y el funcionamiento de la economía.
Su propuesta, aún vigente, se sustenta en políticas sociales orientadas hacia programas económicamente sostenibles y socialmente inclusivos; políticas de Estado, no necesariamente de los gobiernos de turno.
Reducir el flagelo de la pobreza demanda también un crecimiento ligado al empleo productivo, a mejorar los ingresos, a aumentar el acceso a servicios básicos y a generar perspectivas de desarrollo a largo plazo, entre otros; consiste en garantizar sin exclusiones, estándares mínimos de calidad de vida.
Es clave radicalizar en imponer controles efectivos a la economía y medidas anti-corrupción (fuga de capitales), que insistir solo en medirla (economía-pobreza); y dar explicaciones técnicas (rendición de cuentas) en caso de no conseguirlo.
Varias de estas medidas han sido aplicadas en otros países, en contextos distintos, claro está que ninguna es una fórmula mágica. (O)