En 1916, el Cabildo porteño creó la Junta Patriótica del Centenario -cuatro años antes de la celebración del centenario de la independencia-, bajo la dirección de los ingenieros Luis Alberto Carbo (ecuatoriano) y Francisco Manrique (venezolano), con el objetivo de diseñar proyectos urbanos destinados a convertir a Guayaquil en una ciudad moderna.

Una de las reformas que planteó la Junta Patriótica del Centenario fue la transformación del Barrio Villamil, mediante la “supresión” de la calle del mismo nombre y la prolongación de Pichincha y Malecón, lo cual obligaba a expropiar determinados terrenos. Pero en 1928, la Comisión de Obras Públicas del Concejo Cantonal modificó la idea original y propuso, como expresa la geógrafa francesa Marie S. Bock, “el ensanchamiento de las calles, en particular de la Eloy Alfaro que constituye el eje más importante de circulación de los productos industriales […] Por otra parte, el proyecto prevé la expropiación de ciertas manzanas insalubres a fin de facilitar la extensión de los muelles de la aduana”.

El Barrio Villamil, que estuvo en la mira de los planificadores urbanos de inicios del siglo XX, ejemplificaría, en gran medida, el esfuerzo de las élites de Guayaquil por abolir la “herencia colonial”, proponiendo la invención de una ciudad moderna con nuevos valores culturales como la amplitud, la higiene y el confort.

En las guías y álbumes de principios del siglo XX, el Barrio Villamil no aparece fotografiado, a pesar de su céntrica ubicación. Recién en 1928, en la “Guía Sanitaria de Guayaquil”, impresa por el Dpto. de Obras Públicas Municipales, se observan imágenes de viejas casonas de caña que están a punto de derrumbarse, como la “Casa de las Cien Ventanas”. Por otra parte, en el álbum de plumillas del artista José María Roura Oxandaberro, “Del Guayaquil Romántico” (1927), las edificaciones del Barrio Villamil son catalogadas como parte del “folklore”, lo cual indicaría que en el imaginario guayaquileño de esos años, el Barrio Villamil estaba asociado al pasado constructivo de Guayaquil, particularmente a la arquitectura vernácula, pues algunas de sus casas de madera y caña habían sobrevivido al “incendio grande” de 1896. (O) et