El año 2000 Naciones Unidas proclamó el Día Internacional del Migrante al 18 de diciembre; coincidentemente ese día en 1990, adoptó la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.

El número total de informales internacionales llegó a 244 millones al 2015, 76 millones en Europa, 75 en Asia, 63 en América y la diferencia en otros continentes; hay 65 millones de desplazados por la fuerza, de los cuales 21 son refugiados, tres solicitantes de asilo y más de 40 desplazados internos.

Ecuador es un país de origen, tránsito, destino y retorno de migrantes; según el INEC en el 2015 existió un flujo migratorio de 5’781.800 personas, de las cuales 2’919.356 entraron y 2’862.444 salieron; por otra parte, el mayor número de extranjeros provienen de Colombia (348.151), EE.UU. (263.081), Perú (165.223), Venezuela (105.533), Cuba (79.236), España (67.545), Argentina (54.513). Ecuador es el país con mayor población refugiada en América, hasta abril de 2017 reconoció un total de 60.560 viajeros de los cuales el 98,35% son de nacionalidad colombiana.

El 16 de septiembre de 2016, NN.UU. aprobó la Declaración de Nueva York para los Refugiados y Migrantes; comprometiéndose a promover un reparto equitativo de la carga y la responsabilidad a favor de los refugiados mediante la aprobación de un pacto mundial; así como iniciar negociaciones para la aprobación de un pacto mundial sobre migración segura, regular y ordenada en 2018.

La humanidad ha construido sus civilizaciones bajo un estado continuo de movilidad; sea por buscar oportunidades y salir de la pobreza, por huir de conflictos armados, persecución o violaciones de DD.HH. o por los efectos del cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales. Cualquiera sea la causa, la migración cuestiona abiertamente la estructura del sistema internacional, su economía, geopolítica y andamiaje jurídico; anclados en la noción de fronteras, seguridad y soberanía; mientras los migrantes demandan ciudadanía, derechos y solidaridad; camino que ninguna frontera, policía o norma podrá detener. (I)