Ecuador, 08 de Mayo de 2024
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El Telégrafo
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El devenir de una cantante

Hay algo de obvio en las películas musicales o, por lo menos, en Nace una estrella (2018) dirigida por Bradley Cooper. Es un filme sobre cómo una cantante logra triunfar en el mundo musical, gracias a las puertas que le abre su marido, otro músico, este ya decadente. Nace una estrella vendría a ser la cuarta versión de una historia hollywoodense con el mismo título que, desde décadas atrás, ocupó las salas cinematográficas: la primera fue dirigida por William Wellman, en 1937; la segunda por George Cukor, en 1956; la tercera por Frank Pierson, en 1976. Cada una convocó estrellas del cine. Hoy la protagoniza la popular Lady Gaga y el propio Bradley Cooper.

La película tiene un argumento lineal que implica una historia de amor que se resuelve muy bien, pese al deterioro psicológico del personaje interpretado por Cooper. Una línea está representada por este, desde su apogeo como estrella de música hasta su decadencia, que se cruza con otra línea, la emergente de una bien intencionada cantante que luego, gracias a su talento, termina ovacionada y premiada. Es una historia de amor que se dosifica fuertemente con las canciones y con el entorno que los personajes fácilmente complacen.

En esta historia de amor no faltan los cruces de miradas (desde el principio), los comportamientos edulcorados, las escenas de cama, el perro y la casita bien puesta. Hay pinceladas de la familia de la cantante representada por Gaga que nos hacen caer en cuenta que ella es producto del deseo del padre para convertirse en exitosa trovadora, nacida de un entorno familiar medio. En relación al cantante interpretado por Cooper, se nos hace pensar que él es producto del alcoholismo gracias a su padre; sus problemas de adicción son tratados de modo efectista sin profundizar en su gravedad.

Con estos breves rasgos, la película desatiende todo el desarrollo afectivo y psicológico de sus personajes, sus problemas y su modo de concurrir a la música como medio de sublimación. Y de ahí su obviedad, porque se nota, a las claras, que Nace una estrella es una película hecha para lucir las voces de Cooper y Gaga y, sobre todo, de esta última.

En efecto, lo que resalta es la voz de Gaga, con tonalidades distintas, con emocionalidad intensa y, en el final, con el perfil de tono operístico. Nace una estrella, por ello, más que ejemplo de “mejor película” es un elaborado producto comercial que pretende reconvertir el trabajo de Gaga en el escenario de la música pop. (I)

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