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El atleta de 27 años aspira a llegar al mundial

Salas, el bronce a un retorno que tardó 5 años

Pese a adjudicarse la presea de bronce, Fernando Salas Manguis se sintió decepcionado, pues su expectativa era conseguir en Toronto la medalla de plata. Foto: AFP
Pese a adjudicarse la presea de bronce, Fernando Salas Manguis se sintió decepcionado, pues su expectativa era conseguir en Toronto la medalla de plata. Foto: AFP
19 de julio de 2015 - 00:00

La historia de la medalla de bronce que Fernando Salas consiguió en la categoría más de 105 kilos de levantamiento de pesas de los Juegos Panamericanos Toronto 2015 comenzó hace 15 años. En ese entonces los técnicos de la Federación Deportiva de Tungurahua lo escogieron por ser el alumno más alto y corpulento del salón.

“Estaba en primer curso del colegio agropecuario Luis Alfredo Martínez cuando llegaron los entrenadores. Me llevaron a practicar y poco a poco le fui cogiendo el gusto”, reveló el atleta que ahora tiene 27 años.

Fernando arribó a Guayaquil procedente de Canadá la noche del pasado viernes y en seguida fue objeto de muestras de afecto. ¿Quiénes mejor que sus seres queridos para esperar lo mejor de él y no considerar el tercer lugar en la justa continental como sorpresiva? Es más, sabían que, de no enfermarse los días previos a la competencia, él se habría adjudicado la presea de plata.

“Aunque algo cascarrabias, es un hombre persistente, cumplido a carta cabal, dispuesto a dar y hacer lo mejor”, describió Jesenia Díaz (24 años), su novia.

El corazón de Fernando late aún con sentimientos encontrados. Tres semanas antes de ir a Toronto, mientras cumplía una base de preparación en Medellín, sufrió los síntomas del chikungunya. La enfermedad la había contraído días antes en el puerto principal.

La fiebre y los dolores articulares mermaron su planificación, no pudo ensayar al ciento por ciento y aquello incidió para que en las lides panamericanas alzara 170 kilos en arranque y 200 kilos en envión (370 en el total), cuando durante las bregas selectivas subió 176 y 210 kilos (386 en el total), 10 kilos más de lo que sumó el canadiense George Kobaladze, quien recogió la medalla de plata (168 kilos en arranque y 208 kilos en envión).

Fernando está algo decepcionado, pero a la vez motivado a lidiar en el Mundial que se celebrará en Houston, Estados Unidos, en octubre próximo. En ese torneo, Ecuador espera alcanzar por lo menos 3 cupos para los Juegos Olímpicos.

Su padre, Armando Salas, admitió no salir de su asombro: “Es un orgullo inigualable tener un hijo como él y saber que se esfuerza por representar bien a todo el país”. Armando (47 años), admitió que en un principio no apoyaba a Fernando, le parecía que la halterofilia era un deporte demasiado duro. Le pedía que abandonara las prácticas y se dedicara de lleno a estudiar.

Sin embargo, todo cambió cuando lo acompañó a un evento en Ibarra. Verlo vencer le erizó la piel. De aquel respeto a lo que Fernando hacía surgió la admiración. Tenía que respaldar a su retoño.

Y así lo hizo, trató de estar siempre detrás de sus decisiones. Por eso, cuando abandonó la actividad por 5 años, lo llevó a trabajar con él como agente vendedor de ropa y calzado.

Fernando regresa a ver en el tiempo y de su memoria obtiene la respuesta a ese retiro: “Estaba loco, me enamoré de mi primera mujer y lo dejé todo. Constaba en la lista de los potenciales pesistas que iríamos a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, pero me fui”.

No obstante, esta etapa de su biografía trajó también noticias buenas. El nacimiento de su hijo Joaquín (4 años) le colmó de alegría y aunque el pequeño reside en Chile con su madre, el halterista está en permanente contacto con él.

Aburrido de la vida que llevaba, en 2013, Fernando resolvió retomar las pesas. Se le hizo difícil, pero la fuerza de voluntad lo puso de nuevo en un ciclo olímpico, obteniendo el galardón de bronce en los Juegos Sudamericanos Santiago 2014.

La ‘pesada’ actividad le devolvió el buen humor. Armando tiene presente el día en que aceptó entrenar con Fernando y este, de puro pícaro, le puso 100 kilos, riéndose a carcajadas al ver a su progenitor no poder con esa carga.

Alentado ahora por el tercer puesto en la versión 17 de los Juegos Panamericanos, Salas se siente capaz de llegar al Mundial 2015 y a las Olimpiadas de 2016 en Río de Janeiro y realizar presentaciones históricas. Su principal motivación es el cariño de su familia, donde cuenta mucho la atención de su madre, Susana Manguis, y su hermana Carla (25 años). Además de la confianza de su entrenador Hugo Quelal, su formador más importante en la etapa juvenil y actual instructor de la Federación Ecuatoriana de Levantamiento de Pesas.

Todo eso, más el amor que le profesa Jesenia, lo tienen con la autoestima muy alta, tan alta como el peso que desea poner sobre su cabeza en cada lance que enfrente, pues, con fe y esfuerzo, nada es imposible. (I)

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