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“La cumbre del Dhaulagiri la disfruté con mucha preocupación”

El montañista Santiago Quinteros durante el ascenso hasta la cumbre del Dhaulagiri.
El montañista Santiago Quinteros durante el ascenso hasta la cumbre del Dhaulagiri.
Foto: cortesía Santiago Quintero
09 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Fanático

“Siempre que subo a una montaña pienso que es la mitad del camino (la cumbre), la otra mitad es el descenso. Esta montaña se caracteriza por tres factores: el primero es un factor climático bastante complicado; el segundo, el viento: tuvimos mucho, que nos complicó; y el tercero es la cantidad de nieve, lo que no tuvimos. Mucha suerte en ese tema, porque cuando hay demasiada nieve es más difícil alcanzar la cima de la elevación.

Los factores clima y viento nos complicaron la ascensión. Tuvimos un intento frustrado y un intento abortado, porque el clima se burlaba de nosotros. El parte meteorológico decía vientos de 30 kilómetros por hora, pero nada que ver, porque llegaban al doble. Nos enfrentamos a ese factor, que jugó un papel preponderante en el desgaste psicológico de la expedición. Muchos compañeros no aguantaron y abortaron la travesía.

Finalmente tuvimos suerte porque existieron tres ventanas de buen clima, no solo una como suele existir en la mayoría de 8.000. Nosotros aprovechamos la ventana del 19, 20 y 21 de mayo. El Dhaulagiri es una montaña que en su parte baja hay que cruzarla de este a oeste, por lo que el recorrido es muy largo y muy duro.

Tuvimos una circunstancia muy particular en la cumbre, porque salimos tarde. El viento de altura nos retrasó; salimos a las 03:00 y llegamos a las 17:00. Había una tormenta eléctrica en la cumbre, por lo que había estática y riesgo de que cayeran rayos. En la cumbre disfrutamos unos momentos de mínima alegría, pero más de gran angustia y preocupación.

Es la primera vez que vivo una situación de estas en mis expediciones, porque fue una de las experiencias en las que más miedo sentí. Nos salían chispas de la cabeza y la estática se podía escuchar claramente.

Vencimos a un 8.000, le ganamos y bajamos sanos y salvos. Hice la cumbre sin oxígeno. Nos tomó seis noches en el campamento uno, que es como subir al Cotopaxi (5.897 msnm) y cinco en el campamento dos, como subir el Huascarán en Perú (6.768 msnm).

Una expedición sumamente exigente, porque la parte baja es más suave, pero desde 6.500 hacia arriba fue cosa seria. Yo no creía que era así. Siempre recibía comentarios de que la travesía era larga y peligrosa, pero no pensaba que era tan complejo.  De 7.500 a 8.167 son pocos metros de desnivel y nos demoramos 14 horas en conseguirlo.

El descenso fue al límite de las fuerzas, bajando me quedaba dormido; no sé cómo no me caí. Entrené durísimo, pero fue una montaña que me consumió absolutamente. Cansado y débil.

Veo esta cumbre como un regalo de Dios y de la vida. Hubo bastante complicación, montañistas que se congelaron. Afortunadamente yo no, pero estoy con las manos tocadas porque no tengo sensibilidad ahora. Es una de las montañas, después del K2, de las más difíciles.

La cumbre es una gran explanada. Está el cadáver de un austríaco y es una señal de que llegaste a la cima. Está ya 20 años, entero y se lo ve. Falleció cansado, no se lo puede bajar, porque se necesitaría demasiado dinero para hacerlo y su familia prefirió dejarlo en la montaña. Se caminan 100 metros y se llega a una pequeña roca, el punto más alto del Dhaulagiri.

Llegamos a la medianoche al campamento, pero unas personas se habían metido a nuestra carpa a descansar. No es común que suceda algo así, pero ellos ya no podían bajar más y estaban cansados. Vieron la carpa en el campamento dos y se metieron. Nos tocó compartir con ellos y estuvimos cuatro personas en una carpa hecha para solo dos. Durmieron en mi sleeping y yo pasé sentado toda la noche, sin poder pegar un ojo y con mucho frío. Con ese poco descanso me tocó empezar el descenso; no tenía fuerzas y lo hice al límite.

La temporada se cerró el 26 de mayo y la expedición culminó el 23. Teníamos la idea de ir al Lhotse (que está junto al Dhaulagiri), otra de las elevaciones planificadas, pero pienso que no hubiera tenido fuerzas para conseguirlo. El tiempo tampoco habría sido suficiente para hacer el intento.

Fue un año atípico en el Dhaulagiri, porque existieron ocho expediciones, cuando siempre hay dos o tres como máximo, muy poca gente viene. Como proyecto y objetivo es un milagro que con la mitad de mis pies amputados y con prótesis en ambos tenga ocho elevaciones de más de 8.000 metros. No es que yo sea lo máximo, la verdad es que he recibido mucha ayuda de Dios. Tengo la suerte de tener este privilegio y lograr lo que he conseguido hasta el momento.

Me quedan seis montañas, de las cuales tres son las más complicadas: el K2 (8.611 msnm), Kanchenjunga (8.586 msnm) y el Annapurna (8.091 msnm). Las restantes son el Lhotse (8.516 msnm), el Nanga Parbat (8.125 msnm) y el Gasherbrum I (8.068 msnm). Debo pensarlo bien cuándo iré a cada una.
Ya estuve en el K2 dos veces y una en el Annapurna, pero no logré llegar a la cima. El Annapurna es muy peligroso; de dos que suben, uno fallece. Tiene un índice de mortalidad del 53%, por lo que es muy complicado llegar a la cima.

No me quita el sueño si no lo logro, sobre todo si mi esposa Claudia se embaraza o me pide que no haga el Annapurna. Si tengo 13 estaré contento. En 2010 estuve ahí, llegué a 7.100 y fue tenaz”.

Datos

- El montañista aún no tiene claro cuál será la próxima elevación a la que ascienda. En este año ya se cerró la temporada en la cordillera de los Himalayas.

- En lo que resta de 2017 se dedicará a estudiar para tratar de sacar la licencia internacional de guía de montaña, un objetivo que tenía pendiente y que aplazó por sus expediciones.

- Quintero ha escalado todas las montañas de este proyecto sin oxígeno y además sin la mitad de sus dos pies, que se le congelaron en 2002 durante un ascenso por la pared sur del Aconcagua.

- Su proyecto denominado ‘Ecuador por Todo lo Alto’ en un inicio estaba previsto que culminara en 2019, pero podría alargarse porque deberá realizar un tercer intento para ascender al K2, pues en los anteriores no logró coronarlo. (I)

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