Ayudado por su madre, Mayra Proaño, Érick Tandazo saca de una maleta varias decenas de medallas, entre ellas las 4 de bronce que conquistó en la cuarta edición de los Juegos Parapanamericanos Juveniles, que se escenificaron en Sao Paulo, Brasil, del 20 al 25 de marzo.

Orgulloso, coloca los metales a un lado de la piscina de San Carlos, en el norte de Quito, su escenario de prácticas. Curiosa, una niña, le pregunta a Mayra para quién son esas preseas.

- No son para nadie, son las que ganó mi hijo.

- ¿Y quién es su hijo?

- El que está en esa foto, mira.

Guiada por el índice derecho de la mujer, la pequeña descubre la gigantografía que el Club Regatas, al que pertenece Érick, mandó a colgar en homenaje a su desempeño. El tributo no es exagerado, cuando el joven trepó al podio paulista, con él subieron todas las dificultades que venció hasta llegar a ese sitio.

Érick Eduardo Tandazo Proaño nació en Quito el 17 de enero de 2003 y a los 2 meses le detectaron poliomielitis. Mayra recuerda claramente la frase con la que el médico acompañó su diagnóstico: “es como sacarse la lotería, señora. De estos casos se da uno en un millón”.

Se refería al ataque del virus en niños ya vacunados, cuando el efecto de la inmunización, al contrario de proteger, libera la enfermedad. Eso afecta la movilidad de la pierna derecha de Érick, quien se ha sometido a 7 cirugías y varias terapias para mantener su movimiento.

Algo que siempre lo favoreció es un ímpetu que no conoce barreras. A los 4 años, en el prekinder, pese a su desventaja saltó desde una tarima de 2 metros de altura y se viró el pie derecho. Al conocer Mayra las razones de ese accionar, quedó sorprendida.

- ¿Por qué lo hiciste, sabes que por tu condición no debes brincar así?

- Los otros niños saltaban y me empezaron a decir gallina porque era el único que no se lanzaba. Yo no soy ninguna gallina.

La situación y los cuidados que demandaba su único retoño provocó que Mayra deje de ejercer su profesión de licenciada en administración hotelera y se dedique de lleno a él, quedando como proveedor del hogar el progenitor del chico, Darío Tandazo, ingeniero en sistemas.

A Érick le gustaba el fútbol, pero como no podía jugarlo tuvieron que buscarle una alternativa, les recomendaron la natación. Así, a los 6 años, dio sus primeras brazadas. Desde entonces su preparador es el técnico Elvis Gallardo, quien reconoce el potencial de su pupilo.

Constante, determinado, batallador... son los calificativos que el maestro dice sobre su alumno. Su potencial es muy amplio, al punto que al medirse a exponentes convencionales no es raro que les dispute los primeros lugares. Es tan bueno en lides de piscina como en las de aguas abiertas.

Los galardones de bronce que logró en Sao Paulo en los 100 metros libres, 100 mariposa, 100 espalda y 50 libres, son el principio de un ovillo cuya cometa anuncia elevarse hacia el infinito. Con él todo es posible, manifiesta Darío, que quiere ser como su vástago. No por nada, con la finalidad de curarse de un problema en la columna, se metió al Club Regatas y ahora participa en torneos master.

Érick, alumno de décimo grado en el International Scholastic Model, aspira adjudicarse el oro en los Juegos Paralímpicos de 2020 y convertirse en biotecnólogo; de esta manera creará prótesis avanzadas y auxiliará a personas con discapacidad de escasos recursos. (I)