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El #1 del mundo: Bryan Torres encarna una lección de vida a través del paratletismo

El #1 del mundo: Bryan Torres encarna una lección de vida a través del paratletismo
05 de noviembre de 2017 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

Bryan Torres tiene fresco en su mente el momento ese en el que, al verle hacer ejercicios de estiramiento, Jonathan Herrera, otro deportista con discapacidad, le hizo una broma.

- Hola ¿Cómo te llamas?

- Hola. Soy Bryan...

- Muy bien Bryan, si vas a seguir con tu calentamiento deberías levantar los brazos.

Lo siguiente fue la risa de todos. Incluso del mismo Bryan, quien tomó el chiste por el lado amable y cuya actitud le permitió adaptarse rápidamente al grupo de chicos entrenados por los profesores Cristian Matute y Fernando Espinoza.

Esa broma fue parte de su primer día en el paratletismo, disciplina en la que incursionó después de abandonar el fútbol, su gran amor dentro del universo de los deportes.

 Torres es un chico con carácter de hierro; su madurez sorprende. Ama tanto la vida que la toma como viene; no hay razones para hospedar en su presente las malas experiencias.

Su convicción lo lleva a prosperar en todo lo que hace; el domingo anterior, durante el Abierto Nacional de Atletismo ‘Medellín 2017’ pasó a ocupar el primer lugar del ranking mundial en los 400 y 200 metros planos de la categoría T-45, exclusiva para personas con amputación de brazos. Cristian Matute, el entrenador que lo ha aleccionado desde sus inicios, hace 15 meses, no oculta su asombro; el chico tiene 17 años y gracias a su tesón es el mejor del planeta de la serie absoluta dentro del escalafón del Comité Paralímpico Internacional (IPC).

“Eso era lo que esperábamos, especialmente en los 400 metros planos, que es su especialidad; estábamos convencidos de  que él iba a bajar sus marcas y ubicarse primero en el ranking, sabíamos que lo podía hacer y lo hizo”, narra el adiestrador.

En la ‘Ciudad de la Eterna Primavera’ obtuvo tres preseas: oro en los 200 y 400 metros y plata en los 100 metros, pisando el podio con la convicción del trabajo bien hecho.

Los progresos del pichinchano son elocuentes; este año ha bajado dos veces sus registros personales. En marzo, en el Campeonato Parapanamericano Juvenil  que se escenificó en Sao Paulo (Brasil), levantó la medalla de plata en los 100 metros y la de bronce en los 400.

Los 100 los corrió en 12 segundos con 70 centésimas (12s70c) y los 400 metros, en 57s80c.

En septiembre, en el marco del II Open Internacional de Paratletismo ‘Ecuador 2017’ que se realizó en Guaranda, cubrió los 100 metros en 12s25c y los 400 metros en 55s74c.

Y hace pocos días en Medellín se tomó 12s09c para recorrer los 100 metros y 53s05c para terminar los 400 metros.   

La justa que se efectuó en la capital del departamento de Antioquia también le sirvió para estrenarse a escala internacional en los 200 metros, haciendo 23s05; su mejor tiempo en esta prueba era de 26s.       

Con estos cronos, además de pasar al casillero uno global de los 200 y 400 metros, el adolescente se clasificó a los Juegos Mundiales de la Federación Internacional de Deportes en Sillas de Ruedas y Amputados (IWAS), que se celebrarán en Vila Real De Santo António (Portugal), del 30 de noviembre al 6 de diciembre.

Matute añade que la presencia de Torres en Portugal depende de inscribirlo en la brega, por lo demás cuentan con el respaldo incondicional de la Federación Ecuatoriana de Deportes para Personas con Discapacidad Física (Fedepdif).

De su parte, Bryan Alexánder dice que, tras llegar a ser el mejor del ranking, lo siguiente será conseguir un récord mundial, precisamente en territorio luso. También ya piensa en lo que será la temporada 2018, cuando compita en los Juegos Parasuramericanos que tendrán como sede a Buenos Aires.

De lo colectivo a lo individual

Pero cambiar de deporte no resultó nada sencillo. A Bryan nunca le atrajo el atletismo, su pasión era el fútbol, actividad en la que empezó a los cuatro años en una de las escuelas de la Prefectura de Pichincha. 

Su afán de superación lo movió a buscar otros aires, por lo que se cambió a una de las escuelas de El Nacional, ingresó luego a las formativas del club Universidad San Francisco de Quito y en 2014 se mudó a las básicas de El Nacional.

“Jugaba como defensa central, me agradaba el estilo del español Sergio Ramos, quería superarlo”, recuerda.

Su existencia cambió radicalmente en febrero de 2015, cuando, debido a una descarga eléctrica, le tuvieron que amputar los brazos.

Firme como es, no estaba dispuesto a renunciar a su máximo sueño: convertirse en jugador profesional, mas no tardó en darse cuenta de que necesitaba de sus extremidades superiores para ascender al alto rendimiento. “Nunca me dijeron que debía retirarme, yo me di cuenta y abandoné el balompié”, cita.

Sin embargo, al enterarse de su caso, el departamento técnico de la Fedepdif lo vio con potencial para el atletismo adaptado.

Su madre, Anita Cansino (39 años) recibió 1.001 llamadas desde la Fedepdif con una oferta para que el joven se vinculase a sus filas, mas él se negaba. “Yo no podía obligarlo, en el fondo Bryan no renunciaba a su ilusión de ser futbolista”, señala.

No obstante, una mañana, el chico se levantó y cambió de idea.

- Buenos días, mamá.

- Hola hijito, ¿cómo amaneciste?

- Bien, mamita. ¿Sabes? Acabo de decidirme: iré a probarme en el deporte de las personas que son como yo, las personas con discapacidad.

- Me parece perfecto. Pero esta semana dejaron de llamarme. Si de verdad te interesa tendrás que telefonearles tú.

Ese fue el principio de su nueva faceta. Aceptar las nuevas circunstancias de su entorno y sacarles el máximo provecho.

“No me atraía el atletismo, pero además debía esperar a que cicatrizaran mis heridas. Actualmente esta es una de las principales razones de mi vida”, reconoce el colegial.

El andar de Bryan en el tiempo es de permanente aprendizaje. Anita cuenta que tiene la autoestima bastante alta y una curiosidad de gato por aprender nuevas formas de desenvolverse solo. Cada vez es más independiente.

Ella, quien laboraba como asistente doméstica, dejó su trabajo con el propósito de atender las necesidades de su unigénito. El proceso ha sido duro y de constantes acuerdos. Ella le da de comer la sopa, pero él se sirve el arroz directamente del plato.

Quienes han ayudado mucho son los “ángeles de la guarda” que han aparecido paulatinamente, entre ellos los personeros de la Fundación Hermano Miguel, del centro de prótesis, órtesis y rehabilitación Protéus, del estadounidense David Krupa. Y de los galenos norteamericanos que le operaron en diciembre de 2016 para poder acoplarle un brazo biónico (el izquierdo) y otra prótesis mecánica (el derecho).

“La cirugía en el hombro izquierdo sirvió para reconectar los nervios del brazo con el nervio principal que va al cerebro. La intervención de los doctores se dio gracias a la gestión de David Krupa, quien habló con un médico de Estados Unidos, cuya  única petición fue que lo operaran en el mejor hospital del país. El señor Krupa habló con gente del Hospital Metropolitano y les facilitaron sus instalaciones”, resume Anita.

La pieza biónica todavía no es utilizada del todo porque es menester cumplir un proceso de acondicionamiento y de calibración; Bryan ya la ha usado por algunos días.

Otra acción de sus benefactores es la fabricación de un implemento hecho a base de tubos PVC que le permite a Bryan Alexander bañarse solo. Su madre únicamente le pone el champú.

Su espíritu de libertad y autodeterminación son muy sólidos.

Aprendió a manejar el celular con la nariz y la computadora con los pies. Lo que la autora de sus días se pregunta es cómo hace para tender la cama. Prefiere no averiguarlo; está segura de que al mirar el procedimiento será incapaz de contener el llanto.

Su padre, José Torres (42 años), es un pilar fundamental en las conquistas del joven. El hombre es soldador y aspira a que su retoño sea un triunfador, el orgullo de la casa.

Este anhelo, cada vez, toma mayores ribetes de realidad. Hace poco Bryan llegó con una invitación de la Unidad Educativa Tumbaco en la que se les comunicó a sus progenitores sobre la ceremonia de abanderamiento; en ella el atleta desfilaría como primer escolta del pabellón nacional. 

El cultor es la alegría de la casa, le da por cantar en español o en inglés y por bailar. Entre sus virtudes destacan la seriedad con la que asume cualquier reto y la solidaridad; siempre está presto a ayudar a los demás. Claro, tiene un pequeño defecto: es algo cascarrabias.

Le agrada dormir, hablar y comer camarones y otros mariscos, menos el pescado, a menos que sea corvina apanada, su ‘golosina’ preferida.

Al consultarle si ya se olvidó del balompié, Bryan expresa un rotundo no, de hecho suele practicarlo en el barrio Carapungo, al norte de Quito, donde reside con Anita y José. Claro, pelotea con sutileza, cuidándose de alguna lesión que afecte su trayectoria en atletismo.

Tanta es su afición que integra lo que será la primera promoción de bachillerato en técnicos de deportes, especialidad que promueve el colegio Tumbaco. Este es su último año en la secundaria.

Una vez graduado desea ingresar al Instituto de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) o al Instituto del Consejo Provincial de Pichincha; le fascinaría recibirse como técnico y ejercer con el talento del español Josep Guardiola.

Por otro lado quiere estudiar psicología clínica y brindar charlas de motivación. “No hay imposibles, lo que uno se propone lo puede alcanzar; solo debemos convencernos de que se puede”, manifiesta.

Refiriéndose a su cambio del balompié al atletismo, Cristian Matute señala que no fue tan simple como suena, primero porque el adolescente venía de un deporte colectivo y pasó a uno individual. Y segundo, porque correr requiere de los brazos; estos otorgan equilibrio.

“Los brazos son muy importantes en toda clase de carreras, especialmente en las de velocidad. Con Alexander hemos trabajado fuerza en el tronco superior para que no se desestabilice. Le ordeno hacer muchos abdominales, fuerzas lumbares, con eso tratamos de suplir la falta de los miembros superiores”, detalla.

El ‘profe’ quisiera contar con más tiempo para los ensayos; lo ideal sería laborar a doble jornada, no los 90 minutos que practican por ahora.

Algo de lo que no le cabe la menor duda son las condiciones y poder anímico de su pupilo, un experto en ponerle buena cara a la adversidad. (I)

Datos

Bryan Alexánder Torres Cansino nació en Puéllaro, parroquia rural de Quito, el 12 de mayo de 2000. Es hincha de El Nacional.

Al adolescente le gusta ir al cine. En diciembre próximo verá Los Últimos Jedi, de la saga Star Wars.

Algo que le agradece al atletismo es la posibilidad de conocer otros países. En marzo de este año viajó a Sao Paulo y Medellín.

Le agradaría aprender portugués, el idioma que más le atrae. En Brasil disfrutó escuchándolo.  

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