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La clínica de meta, una cámara de resurrección

La boliviana Ángela Castro se desploma en la pista atlética por el cansancio y recibe atención médica después de cruzar la meta de los 20 km marcha.
La boliviana Ángela Castro se desploma en la pista atlética por el cansancio y recibe atención médica después de cruzar la meta de los 20 km marcha.
Foto: EFE
01 de octubre de 2019 - 00:00 - Redacción Fanático y EFE

Demacrados, exhaustos, incapaces de articular palabra después de más de cuatro horas de esfuerzo, los marchistas más afectados por las condiciones climáticas de la bahía de Doha se dirigen como zombis, arrastrando los pies, incapaces de subir un bordillo sin ayuda, al oasis de la clínica de meta.

En la espaciosa tienda de campaña, un comando de médicos y fisioterapeutas los acogen para, en un proceso que puede durar más de una hora, devolverles su condición de personas normales mediante el restablecimiento de sus constantes fisiológicas a niveles aceptables.

Es la clínica de meta, el hospital de campaña que opera en las carreras de maratón y de marcha del Mundial de Atletismo de Doha.

clínicaLa marchista ecuatoriana Glenda Morejón (adelante) riega sobre su cabeza una botella de agua para combatir el calor. Foto: EFE

Los atletas que precisan de sus servicios son inmediatamente clasificados en cinco niveles, explicó el doctor Christophe Ramírez, jefe de los servicios médicos de la Federación Española de Atletismo. “El más bajo sería el del atleta que llega muy cansado, que solo necesita sentarse y descansar un poquito. El nivel 2 es un atleta que ya se ha sobreesforzado, que está muy cansado aunque consciente. El 3 sería ya un deportista deshidratado”, detalló Ramírez.

Hasta ahí, nada grave. Los problemas empiezan con el nivel 4, “en el que el atleta presenta un golpe de calor o está cerca de tenerlo, y el nivel 5 es un deportista que tiene incluso la consciencia afectada”.

Cuando un atleta necesita acudir a la clínica de meta, una vez evaluado, se le tumba en una camilla. El ambiente de la clínica es fresco, de unos 15 a 18 grados para que vayan perdiendo calor. A continuación, se les seca, se les controla la temperatura, la tensión, la frecuencia cardíaca.

Si la situación va un poco más allá, se comprueban las sales de su organismo y se les pone un suero con lo que les falta, ya sea sodio, potasio o glucosa. Cuando se normalizan los valores el atleta pasa al nivel 2 y recibe el tratamiento igual que los demás.

Si el atleta se encuentra bajo los efectos de un golpe de calor, es decir, con la temperatura corporal cerca de 40 grados, además de las precauciones anteriores, se le sumerge en agua fría.

Las condiciones climáticas en que se compite en la bahía de Doha, fuera del refrigerado estadio Khalifa, han suscitado durísimas críticas, aun cuando los responsables del operativo médico restan importancia a las incidencias.

El doctor español Juan Manuel Alonso, jefe del operativo médico que trabaja en el circuito, asegura que el porcentaje de atenciones médicas después de los 50 km marcha (hombres y mujeres) del sábado 28 de septiembre de 2019 “fue menor que las del viernes 27 en la maratón femenina”, pese a que todos, incluso el ganador, el japonés Yusuke Suzuki, compitieron durante más de cuatro horas.

Nunca había ocurrido en un Mundial. El último, el polaco Rafal Sikora, tardó casi cinco horas (4:50.08) en dar las 25 vueltas al circuito de 2 kilómetros. En el caso de las mujeres el tiempo se dispara: la ganadora, la china Rui Liang, invirtió 4h23:26, y la última, la estadounidense Katie Burnett, 5h23:05. (I)

clínicaAnezka Drahotova, de República Checa, se desmaya por la deshidratación. Foto: EFE

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