Un antiguo amor lo trajo a conocer Ecuador, pero cuando llegó a Guayaquil resolvió quedarse. El clima, la alegría de su gente y la variedad gastronómica influyeron en su decisión. Ahora, Yoan Blanco, el luchador que le ofrendó al país la medalla de plata en la categoría 74 kilos de los Juegos Panamericanos Toronto 2015 se autodefine como un ecuatoriano nacido en Cuba.

Yoan llegó a la ‘Perla del Pacífico’  en 2008 junto a su novia y ahora exesposa, de la que prefiere reservarse el nombre. “Ella es de Ibarra y nos separamos hace 2 años”, es lo único que refiere el deportista.   

En aquel entonces, por el creciente nivel de la lucha ecuatoriana, pensó que sería un buen aporte como entrenador y la idea de retomar la actividad -abandonada en 2004- le comenzó a rondar la cabeza. Lo primero fue posible y comenzó a instruir a niños, pero lo segundo no le sería tan sencillo: debía bajar 20 kilos de los 88 que tenía de sobrepeso.

La tarea le tomó 4 meses, divididos en 4 sesiones de prácticas diarias, incluidos trotes y una dieta especial. No utilizó quemadores de grasa ni ninguna medicina reductora. Todo, según cuenta, se logró gracias a su constancia.

El adiestrador cubano José Antonio Limonta, quien estuvo pendiente de él, comenta que esa perseverancia y su apego por Ecuador facilitaron su admisión en la selección nacional. El directorio de la Federación Ecuatoriana de Lucha le dio la oportunidad de competir a escala internacional.

Limonta relata que la primera lid de ciclo olímpico en la que Blanco participó como ‘tricolor’ fue el torneo de los Juegos Bolivarianos Sucre 2009 en Bolivia, certamen en el que no obtuvo ninguna medalla y se sintió bastante frustrado.

“Tenía demasiada ansiedad por verse en lo más alto del podio y aquello lo traicionó. Solo le dije que continuara trabajando, que ya llegará su hora, pues en el desquite no hay agravio”, recuerda el técnico.

Esas palabras cobraron sentido en 2010 durante los Juegos Sudamericanos que acogió Medellín (Colombia); ahí Yoan se colgó el oro y su convicción de llevar su carrera deportiva lo más lejos posible había madurado.

Ángelo Jara, coordinador técnico de la Federación Ecuatoriana de Lucha, considera a Blanco un hombre sensible y solidario, quien suele aconsejar a los peleadores de las nuevas generaciones evitar los errores que él cometió y les alienta a no rendirse jamás. Es un motivador y líder nato.

Su consigna personal de ser un buen ejemplo lo empuja a ser puntual y muy meticuloso con su preparación. Además, ha adquirido mucha fortaleza mental. Jara trae a colación la fuerza emocional con la que superó la imposibilidad de ir a los eventos clasificatorios a las Olimpiadas de 2012, debido al conflicto existente entre el Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), las federaciones nacionales y el Ministerio del Deporte.

“Este suceso extradeportivo le retrasó la gestión de la visa y lo dejó al margen de pelear por un cupo a los Juegos Olímpicos”, relata.

Natural de Pinar del Río, donde nació el 27 de junio de 1979, Yoan afirma que adaptarse a Guayaquil resultó fácil. Le agradan los encebollados, los cebiches y, aunque no es un platillo ecuatoriano, por primera vez en el puerto principal probó los shawarmas, que considera su comida favorita, tanto como la ‘ropa vieja’ (carne mechada), de su país natal. En cuanto a música, no es bailarín, así que prefiere los géneros suaves, como la balada.

Los tiempos libres los invierte en ir a la playa o aprender otras artes marciales, a las que quiere dedicarse una vez que se retire. También, como licenciado en cultura física, desea estudiar una maestría en planificación y entrenamiento deportivo. Es una de sus metas.  

Mientras tanto, su prioridad es la lucha libre olímpica. Su siguiente reto será el Mundial 2015, que se celebrará en septiembre en Las Vegas (Estados Unidos). (I)